Capítulo 2: "Héctor"

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Héctor, ese es el nombre del chico que no supe apreciar y darme cuenta de como el me veía. La definición de mi misma era muy distinta a la que el te contestaría al pregúntale sobre. Mi respuesta sería una muy general, como: "soy una chica activa, feliz, que le gusta bailar y creativa" Nunca diría en voz alta que aveces no me gusta como me veo, que tengo un millón de complejos y cosas como esas. Y es sencillo, porque ese tipo de cosas no se dicen en voz alta y mucho menos a cualquier persona.

Luego está Héctor, el diría algo muy parecido a lo que digo pero añadiría mas. Algo como: "Laila es muy divertida e inteligente, la gente se deja llevar por su apariencia de cuerpo formado y llamativo y hacen comentarios que no son ciertos. A través de mis ojos ella es todo lo que cualquier chico sueña, pero no todos los chicos piensan como yo"

Sé que dirán, no conozco a ningún chico que diga ese tipo de cosas en voz alta, debes de estarlo inventando. Pero no, no lo estoy inventando; más bien lo estoy citando. Yo escuché su respuesta, nadie me lo contó.

Entonces, ¿Cómo deje que Héctor se me resbalara de las manos? La respuesta, mis decisiones estúpidas y la vida adulta, esa vida que nunca te prepara para lo que va a pasar.

Cuando aún estábamos en la escuela, en nuestro último año, teníamos bastante contacto. No estábamos en el mismo salón, pero podíamos pasar el rato en la hora de almuerzo y en cualquier rato libre o actividad escolar. No voy a negar que si me gustaba pasar el rato con el, era raro y divertido, a su manera y eso estaba bien. Todos éramos raros a nuestra manera. Lo malo, es que Héctor no era el favorito de mis amigas. Para ellas el era demasiado raro y no lo soportaban, admito que aveces me sacaba de quicio a mi también, pero siempre le daba su espacio.

En ese entonces y hasta el día de hoy, sigo pensando que no es bueno hacer a un lado a una persona para hacer que se sienta mal. Si no me gustó cuando me lo hicieron a mi de joven, por qué querría hacerlo a otra persona. Sería convertirme en el mounstro que en algún momento odié.

Quizás está fue una de las razones que me cegaban y no me dejaban ver a Héctor cómo realmente era. O quizás verlo como algo más que un amigo. Darme cuenta de que cuando un chico de la noche a la mañana comienza a pasar más tiempo contigo, a llegar a donde mi para hablar y pasar el rato, preguntarme cómo estoy por la milésima vez en el día, no es porque quiera molestarme; es que yo le importo.
Yo le importaba tanto, que yo lo veía como asfixiante y hasta me cansaba, pero no me daba cuenta que el quería llamar mi atención. Quería que lo mirara como un hombre y no como un amigo de la adolescencia.

Esto se convirtió en una rutina diaria y hasta me acostumbré a él, pero lo veía como otro más de mi grupo de amigos. No como el intentaba que lo viera. Debí de ver las señales, pero siendo honesta, si ví las señales; solo que no la creía. Mis amigas me lo dijeron, que posiblemente yo le gustaba a Héctor y que por eso estaba últimamente más cerca de mi. Era obvio que yo le gustaba,pero nuestras diferencias físicas, todas las opiniones de los demás y la supuesta reputación de que el era una especie de enfermo que lo que quería era sexo, no me dejaron ver.

En ocasiones, cuando las personas te repiten tanto algo, sea cierto o mentira, uno termina creyendolas. Exepto cuando son cosas buenas, esas te las pueden decir un millón de veces y ni una vez te las crees. Irónico, no.

Me tomó tiempo darme cuenta de esto, pero cuando lo hice, comencé a darle más atención a Héctor. Mostré un poco de interés y hasta su actitud cambio, era más alegre y eso me hacía feliz. Es extraño, porque no siento algo especial por él pero me la paso bien junto a él y me hace reír con sus comentarios extraños.

Por las actividades de fin de año de la escuela emos pasado más tiempo juntos pero a la misma vez yo comencé a hablar con otro chico de la escuela, el cual me dijo directamente que yo le gustaba. A mí no me gustaba ese chico, pero como se me confesó, decidí ilusamente darle una oportunidad. De más está decir que eso no funcionó, salimos un par de veces pero ni una sola vez nos besamos y descubrí que no me gustaba su actitud y nada de él en general.

¿Pero, porque menciono a este otro chico? Es para que entiendan lo siguiente. Un día mientras hablaba sola en un pasillo con ese chico, él me está coqueteando y ese tipo de cosas. Cuando de la nada apareció en el pasillo Héctor y como si nada, vino hacia donde nosotros a saludarnos o más bien, como lo veo yo ahora, a interrumpirnos. En pocas palabras, Héctor llegó y el chico se fue. Todo fue planeado, no fue casualidad que nos encontrara en ese pasillo y que luego me preguntara de que estábamos hablando.
Cualquiera desde lejos gritaría "Celos" , pero no, según yo, fue casualidad.

Al pensar en el pasado me dan ganas de abofeteame a mi misma. Muy madura para una cosas pero para otras, una inútil y ciega.

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