Capítulo 8: "Hoy"

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Presente.

Recordar a Héctor siempre es doloroso para mi, porque siempre me preguntaré que hubiera pasado si esto o lo otro. Los arrepentimientos siempre persiguen a los cobarde y a los ilusos, resulta que soy uno de esos.

Ya estamos en la primera semana de diciembre, ya pronto son los últimos días de clases en la universidad y la navidad. Por lo menos en esta época me distraigo más y pienso menos en Héctor. Se acerca un nuevo año, tantas metas por cumplir, pronto termino la universidad y ya aprendí a vivir sin Héctor, aunque a veces aún lo extraño.

Nunca supe más de él, cuando llego verano y el no, mi corazón se rompió. Estuve triste por un lago tiempo, me había prometido a mi misma que cuando volviera en verano seríamos novios; pero Héctor nunca volvió. La tristeza me duró mucho y aún me atrevo a decir que me queda un poco pero tengo que seguir adelante. Yo solo espero que dónde quiera que esté Héctor, esté bien y a salvo. El destino de alguien en la milicia siempre es incierto y solo espero que esté seguro.

Unos días pienso en él más que en otros, hoy pensé por un buen rato en él. Estoy en la universidad y las horas libres me hacen pensar en mi vida, lo bueno y lo malo. Todo lo que nos trajo a lo que somos hoy en día y me pareció asombrosa mi vida, con muchísimas altas y bajas pero es vida.

Llegó la hora de almorzar y me moría de hambre, hoy había desayunado algo pequeño. Camine a una cafetería que hay dentro de la universidad, compré un burrito de pollo y camine a dónde siempre iba a comer. Si me quisieran secuestrar sería fácil, porque siempre almuerzo en el mismo lugar. Cerca de mi facultad, en una área con asientos y mesas bajos los árboles. Es tranquilo allí, hay buena sombra y se pueden ver los pájaros.

Acabé de comer, dejé mis cosas en el asiento muestras botaba la basura de la comida y regresé. Aún me quedaban dos largas horas para mi próxima clase, así que me quedé allí y me puse los audífonos para escuchar música y jugar en el celular.

Estaba súper entretenida, el juego era bastante adictivo. La gente venía y se iba del área, era muy concurrido a esa hora. Cada quien estaba en su mundo, sin molestar a nadie, felices porque ya era diciembre y era cómodo.

Fue entonces cuando un muchacho paso muy cerca de donde yo estaba sentada y se detuvo, me llamó la atención y subí la mirada de mi celular. No conozco a este chico, quizás sea de mi facultad pero no lo reconozco. Entonces el chico extendió su mano con un papel hacia mi, creí que era alguna promoción o algo por el estilo, pero el chico dijo: "Hola, se que es raro pero me dijeron que te diera esto. "

Tome el papel dudosa, típicamente en las películas aquí es donde me matan, pero espero que no sea así. No sé si abrir este palé, que tal si es una amenaza. Quizás es solo una promoción y el chico quiso hacerme una obra para ver mi reacción, si, debe ser esto. Estos malditos chicos.

Abrí el papel y hubiera deseado que fuera una promoción.

¿Debo hacer lo que dice el papel? Tengo miedo, esto es extraño

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¿Debo hacer lo que dice el papel? Tengo miedo, esto es extraño. Pero no me puedo quedar sin saber que hay a mi derecha.

Respiré hondo, primero gire mi cuerpo y luego mi cabeza hacia la derecha. No creía lo que veía, si no fuera porque los universitarios seguían con lo que estaban haciendo pensaría que es un sueño.

Ahí estaba.

Ahí está él.

Ahí estaba Héctor.

Ahí estaba parado con su uniforme de soldado, sonriendo, con los ojos aguados y con un girasol en la mano.

No lo podía creer, quiero gritar, estoy a punto de llorar. Me puse de pie, no me importó dejar mis cosas tiradas y me acerque a él.

Él también se acercó a mí y cuando estuvimos cerca, nos detuvimos. Yo ya estaba llorando, no podía hablar. Él estaba apunto de llorar.
Solamente dijo: "Aquí estoy, perdóname por no cumplir mi promesa."

Entonces nos abrazamos. No necesitaba que me dijera nada. Solo lo necesitaba a él.

FIN

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