i'm not him - rubegetta

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Rubius estaba harto de los llantos.

Últimamente no paraba de llorar, por todo, era como si estuviera de bajón pero varios días seguidos.

Como Vegetta estaría muy ocupado y no se presentaría por allí aprovechó Rubén para tomarse algunas copas de vino mientras se sentaba en su sofá pensativo, acerca de los últimos meses de su vida que había pasado junto a su pareja.

Él sabía que se había distanciado de todos sus amigos y su familia, cosa que le hacía entristecer, le provocaba un gran sentimiento de soledad a lo largos de los días. Con Vegetta como estaba, no le resultaba de ayuda para que se sintiera mejor, ya que hacía todo lo contrario, sentirse de mal a peor.

Nunca le mostraría a nadie que estaba triste ni que necesitaba a nadie, su orgullo le impedía, aparte de que no quería molestar a los demás con sus "tonterías".

Un par de lágrimas se empezaron a asomar por sus grandes ojos de color verde lima, mientras daba un gran sus puro cansado. Se estaba hartando de todo en general, y más de su relación con su pareja.

Esperaba que por lo menos, con el tiempo se pudiera arreglar todo lo que estaba pasando y volviera a ser como antes. Aunque técnicamente era imposible, las cosas no podías retrocederlas aunque quisieras, desgraciadamente.

Su llanto y sus lágrimas se incrementaron, haciendo leves pucheros, se levantó dejando las copas en la mesa yendo hacia el baño para mirarse en el espejo. Su aspecto estaba algo desgastado, sus mejillas algo rojas y sus ojos de su mismo color, irritados por las lágrimas. Se sentía demasiado solo en esos momentos.

Se sentía que era como un cero a la izquierda.

Empezó a dar pequeñas inspiraciones para controlar su respiración y intentar estar tranquilo, pero empezó a mirar un punto fijo sumido en sus pensamientos.

— ¿En qué me he convertido? — Se preguntó hacia sí mismo dirigiendo su mirada hacia el espejo, estos últimos meses apenas se reconocía, no sabía lo que le estaba pasando.

Se sentía culpable de que su relación con Vegetta no fuera la mejor, ni fuera como el quería, sabía que el azabache no podía olvidar del todo a Guillermo, aunque este no parase de negarlo siempre, sabía que ese era el problema.

Entre eso y que se sentía solo por haberse alejado de todos sus seres queridos, estaba haciendo que se sintiera fatal, peor aún de cómo estaba ya, ya que sentía que no tenía ningún apoyo por parte de nadie.

— A ver, tú no eres así, deja ya de llorar ya. — Se reprochó a sí mismo mirándose en el espejo quitándose sus propias lágrimas de golpe.

Rubius era una de esas típicas personas que no lloraban delante de nadie, se guardaban su dolor para sí en vez de expresarlo a alguien que lo pudiera ayudar.

— Prometiste que nadie te iba a volver a hacer llorar, ni tu mismo. — Murmuró para sí lavándose la cara, esto no volvería a suceder, se miró en el espejo pero lo único que vió fue una sonrisa triste.

De repente, el llamado de Juan Carlos hizo que dejara de estar en sus pensamientos, el cerdo estaba animando a su dueño, y este lo agradecía dándoles leves caricias con una sonrisilla.

— Tienes razón, no puedo seguir estando así, tengo seres queridos, y si los he alejado, tengo que volver a acercarme a ellos. Como antes. — Dijo para sí el de ojos lima asintiendo a lo que supuestamente había dicho aquel cerdo.

Su bombilla se encendió, con una sonrisa, cogió rápidamente su móvil decidiendo llamar a una persona, la echaba muchísimo de menos, y con todo lo que había pasado últimamente no había hablado con ella.

El teléfono marcó varios tonos hasta que contestó al teléfono a los segundos.

— ¿Osito? ¿Eres tú? — Preguntó aquella chica, con su dulce voz, aunque no la veía, sabía que llevaba una cálida sonrisa en su rostro.

— Hola Nieves. — Murmuró Rubén en un tono alegre, la echaba de menos, necesitaba hablar con ella.

Por fin, poco a poco estaba empezando a ser él de nuevo.

Capítulo editado el 31-07-2020.