Descubiertos /Hyunghyuk/

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Segunda parte de "Escondido"

~Cuatro meses después~

–Te quiero.

Eso fue todo lo que escapó entre los gemidos de Hyungwon, mientras se mantenía aferrado a la espalda de Minhyuk, sus uñas dejando marcas. No lo pensó, simplemente se deslizó por su lengua como si se tratara de la cosa más obvia y sencilla que había dicho en su vida, y Minhyuk lo había escuchado fuerte y claro, pues instantáneamente conectaron miradas. Lo miró desde arriba, los ojos le brillaban con curiosidad, su agarre se intensificó sobre su cintura y sus embestidas se habían detenido.

Chae se quedó petrificado por un segundo y deseó que no se le notara en la cara. Tomó al contrario por las mejillas y comenzó un apasionado beso en un intento desesperado por distraerlo. Quería evitar a toda costa que esto pasara a mayores. Luego le echaría la culpa a la intensidad del momento si era necesario.

El pelinegro ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar a lo que le habían dicho, pues el plan del rubio funcionó a la perfección. Aquellos dulces besos podían empujar cualquier cosa fuera de su mente, una lengua cálida peleando contra la suya y algunas suaves mordidas que le daba entre los choques de labios fueron todo lo que necesitó para retomar su tarea.

Pasó sus manos debajo de las rodillas de Hyungwon para elevarlas, y con un ritmo rápido y certero atacó la próstata del más alto. Este hundió más la cabeza en la cama y arqueó la espalda, llegando de a poco a un orgasmo insostenible. Minhyuk llegó al climax poco después y su esencia se descargó en el preservativo. No era raro para ellos variar las posiciones de vez en cuando, dependía mucho en cómo se manifestaban sus deseos en el momento. Era divertido para ambos explorar y aprender los gustos del otro, así como también cumplir sus fantasías. La versatilidad y la libertad de la relación era una de las cosas que más disfrutaban.

Pero era irónico como podían ser tan libres solo dentro de cuatro paredes, en este caso las del cuarto del director, pero a los ojos de todos, fuera de ese lujoso y elegante edificio, fingían mantener una relación laboral que cualquier empleador desearía tener. Habían rumores, como en cualquier empresa, pero los envidiosos que los divulgaban se tenían que morder la lengua y admitir que eran un par exitoso.

Minhyuk no había fallado en sus obligaciones ni una vez. Hyungwon a veces creía que compartía el espacio con dos personas distintas, si no fuera porque reconocía las miradas que brillaban deseosas y las sonrisas traviesas, o porque participaba en esas excusas tan fríamente calculadas que le permitían quedarse a solas con su secretario.

Ambos se quedaron en silencio mientras recuperaban el aliento, evitando la mirada del otro. Minhyuk tenía su frente en el hombro contrario, sin separarse. Le gustaba respirar la colonia que usaba el rubio. Cuando esta se mezclaba con su aroma natural, lograba relajarse.

Hyungwon solo miraba el aburrido techo blanco de concreto de su cuarto. Su mente divagó hasta al techo del mayor, que tenía estrellas y planetas que brillaban en la oscuridad dispersadas por la superficie. Era tan acorde a su personalidad. A veces deseaba que su techo fuera así también. La primera vez que fue a su casa, lo miró con diversión al notar las decoraciones pero le provocó una ternura inexplicable cuando el mayor le contó, con algo de vergüenza, que era porque lo relajaba a la hora de dormir, y le dió la razón, porque la primera vez que se quedó dormido junto a él fue porque aquellas luces fosforescentes junto con a la suave respiración del contrario le provocaron tal calma que el sueño llegó con rapidez. Se preguntaba cómo es que el pelinegro lograba dormir tan plácidamente cuando se quedaban dormidos en otro lugar. "¿Por qué estoy pensando en eso?" se reprendió.

–Director Chae.

Una dulce voz baja cortó sus pensamientos. Minhyuk lo estaba mirando directamente desde arriba, aún estando dentro él. Hyungwon se tomó un momento para apreciar los detalles de su cara. Tenía el pelo desordenado, los labios hinchados y rojizos con cortecitos casi imperceptibles si se lo veía de lejos, tenía una leve capa de sudor en el rostro y aquellos oscuros ojos brillaban con intenciones de decir algo pero la duda en ellos también era perceptible. Esos ojos le volvieron a recordar a las estrellitas fosforescentes del techo. Con una mano vacilante corrió algunos mechones que le caían sobre los ojos y este leve toque pareció hacerlo reaccionar.

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