Sorpresa /Showho/

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Hyunwoo se estiró en su pequeña oficina. Llevaba aproximadamente tres horas firmando papeles. Ser el director de un jardín de infantes no era nada fácil. Se acercaba fin de año y debía cerciorarse de que los papeles de todos los nenes estuvieran en orden para que los pases de grado y primaria no se retrasaran.

Se sacó los anteojos y refregó un poco sus ojos. "Café" pensó rápidamente. Miró la hora: diez y media, el horario perfecto para un café y una porción de budín. Por suerte, su amoroso y dedicado novio le había dejado un budín en la oficina cuando llegaron al jardín. Lo había preparado la noche anterior. Siempre le agarraba hambre a esa hora, no importa hace cuanto haya comido, pareciera como si algo en su interior saltara justo a las diez y media todos los días. Se levantó a cortar una porción. Mientras comía el primer bocado y se servía el café pensaba en la suerte que tenía de compartir su vida con una persona tan hermosa como lo era su pareja. Siempre tenía una sonrisa, los niños lo amaban y también los padres. Era el hombre más dedicado a su trabajo que conocía. Realmente lo amaba con locura.

Al terminar su segundo desayuno, notó una tarjeta rosa que había quedado en el resto del budín: "10:40 en el patio grande. No llegues tarde. Con amor: Hoho~". Era claramente la letra de su novio, Hoseok. Además, tenía un conejito dibujado en el borde. No había duda que la había escrito él.

Miró la hora en su celular: 10:38. Acomodó un poco los papeles en el escritorio y salió a descubrir que necesitaba su pareja. Probablemente había planeado sacar a los nenes a jugar afuera y quería compañía un rato, pero era intrigante el hecho de que lo decidiera con tanto misterio y no simplemente se lo dijera cuando habían llegado.

Al aparecer en el patio, se encontró a los trece niños parados en hilera, con pequeños moños de en el pelo, cada uno con un color diferente, pero Hoseok no estaba a la vista.

–¿Chicos? ¿Dónde está Hoho? –preguntó preocupado, mirando a todos lados. No podían estar solos. Seguro era una broma de su maestro.

La sorpresa llegó cuando uno de los niños sacó de su espalda un tulipán y se la acercó al director con una gran sonrisa. Hyunwoo la tomó extrañado, estaba envuelto perfectamente con una cinta blanca y le colgaba una tarjeta con una "T" impresa. Ahora estaba aún más confundido.

–¿Joo? ¿Qué es esto? –le preguntó al pequeño niño que ahora se alejaba sin decir una palabra y volvía a su lugar. La niña a su lado de largos y castaños rizos se acercaba aún más contenta, con otro tulipán en su mano. Estaba decorado igual que el anterior, pero esta tarjeta tenía una "E". "Bueno, <<TE>>... ¿Y ahora?" pensó Hyunwoo, mientras la pequeña volvía a su lugar.

Uno a uno, los chiquitos se acercaron a entregarle una flor, y cada una de estas tenía una letra. A medida que cada tarjeta llegaba, el mayor caía en cuenta de qué significaba la situación. Cuando ya habían pasado la mitad de los niños, las lágrimas empezaron a acumularse en sus ojos. No quería preocupar a los pequeños alumnos ni hacerles creer que no le gustaba el detalle, pero en este momento su corazón latía desbocado. Cuando el anteúltimo niño le entregó una flor con una "O", la primera lágrimas rodó por su mejilla, pero aún quedaba una última pequeña con una flor. Está no tenía solo letras, sino que tenía una oración: "Date vuelta."

Detrás de él, Hoseok lo esperaba con una sonrisa resplandeciente. Su novio le devolvió la sonrisa mientras intentaba no romper en llanto por la felicidad que lo invadía en ese momento.

–Hyunwoo –habló lentamente Hoseok –quiero decirte que estos últimos años me hiciste el hombre más feliz del mundo. Desde que te conocí en esta institución hace seis años, no pude dejar de pensar en vos. Al principio fue admiración por el gran maestro que sos y después me enamoré perdidamente de todo lo que hacías o decías. Tuve la suerte de que correspondieras ese amor y le agradezco a todos los dioses poder llamarte mi pareja desde hace cuatro años. Hasta ahora, el día que empezamos a vivir juntos fue el más feliz de mi vida. Quiero que ese día sea reemplazado por el día de nuestra boda. Hyunwoo, por favor, casate conmigo.

Hoseok estaba arrodillado, mostrándole una caja con dos alianzas. Para este momento, Hyunwoo no podía parar de llorar. A la mitad del discurso, sus lágrimas habían empezado a caer y ahora eran un mar incontrolable, no podía ni articular un par de palabras. Solo atinó a asentir y lo próximo que sintió fueron los labios de su novio sobre los suyos, sellando el momento con un tierno beso. Los chicos, que hasta ahora habían quedado expectantes, gritaron y corrieron a abrazarse a las piernas de sus maestros. El plan había sido un éxito total.

Hyunwoo, aun con las flores en las manos, tomó a Hoseok de la cintura y levantó en el aire, haciéndolo reír con fuerza. Se sentía realmente afortunado de tenerlo a su lado.

Ahora empezaba la mejor etapa de sus vidas.

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