-Im, tienes visitas -dijo el guardia desde la puerta de la celda. El muchacho castaño claro lo miró extrañado. Dejó el libro a su lado y acomodó el mameluco gris que traía puesto, para seguir al policía que lo guiaba por los pasillos de esa prisión lúgubre. Antes de salir le dedicó una mirada a su compañero en la cama contraria, quien levantó los hombros igual de confundido que él.
-¿Crees que sea tu madre? -le preguntó aquel muchacho de pelo negro largo, cuyo uniforme estaba semiabierto y bajado hasta la cintura, dejando ver la camiseta blanca lisa por debajo.
-Lo dudo, Hyungwon. Ella ni siquiera se presentó al juicio, no empezará a aparecer ahora -le aseguró, y salió del todo.
Changkyun llevaba ya seis meses condenado en la Prisión de Seodaemun. Lo habían condenado a diez años por planear y efectuar un robo violento a una camioneta blindada que se dirigía al Banco Nacional de Seúl. Al ser la mente maestra, se había llevado la mayor parte de la pena, se encargó de que recayera casi toda la culpa en él, por lo menos Hyungwon y Kihyun saldrían antes.
Todo había salido bien, de acuerdo al plan. Su investigación no había sido en vano. Tenían el dinero, iban a poder sacar a su barrio de la pobreza de una maldita vez. Todo hasta que la policía los encontró al llegar al escondite y para colmo, no tenían ni un centavo del botín. Se habían dividido en dos vehículos, nunca más vieron a los otros dos.
Con ambas manos esposadas, miraba al suelo y apretaba los dientes. Aún no encontraba el eslabón flojo de su operación. En el juicio les habían dicho que los demás cómplices habían muerto. No querían creerles, pero no tuvo opción. No había sabido nada más de ellos y no los habrían dejado solos. Lloraron amargamente el día de la sentencia, no solo por la perdida de su libertad, sino por sus compañeros.
Lo metieron a una sala de reuniones vacía, donde del otro lado de la única mesa presente lo esperaba un chico rubio perfectamente peinado, vestido de traje negro y corbata, ojos pequeños y oscuros. Miraba desinteresadamente hacia otro lado, ignorando a propósito a quien venía a ver.
El pecho de Changkyun se apretó. No estaba muerto. Estaba ahí, casi irreconocible, pero estaba ahí, y la pizca de alivio que sintió al verlo se esfumó al darse cuenta que las cosas empezaban a no cuadrar.
El hombre rubio percibió como el recién llegado se sentaba frente a él y finalmente lo miró. Esbozó una amplia sonrisa, dejando ver dos profundos hoyuelos que le daban el toque final a su preciosa cara, sus ojos ahora escondidos en sus mejillas, pero el contrario tenía de todo menos alegría por verlo.
-Jooheon -pronunció, su voz unas décimas más baja debido al nudo que comenzaba a formarse en su garganta.
-Changkyun -respondió el otro. Sonaba calmado, divertido incluso -. El encierro te sienta bien.
-¿Dónde demonios estuviste? -escupió, golpeando con ambas manos esposadas la mesa. Sus palabras sabían a veneno. Todo su cuerpo temblaba de rabia. El contrario se rio y negó con la cabeza.
-Por ahí, viviendo la buena vida -contestó con simpleza. Se encogió de hombros y lo miró inocente -. Deberías ver el piso que tengo en Seúl, tiene una vista espectacular. Lástima que tú y los demás estarán aquí un buen tiempo -exclamó.
Los ojos del castaño se abrieron ampliamente ¿Jooheon se había quedado con lo robado? Si él estaba ahí, entonces, tal vez...
-¿Y Minhyuk? -preguntó, temiendo la respuesta. No estaba seguro de querer saber que había sido de él.
-Muerto ¿Tal vez? No lo sé-se encogió de hombros -. No me detuve a ver cómo estaba cuando lo empujé del automóvil en la autopista-confesó el rubio.
No había un gramo de culpa en sus palabras. Lo que decía era tan retorcido y lo decía con tal indiferencia que Changkyun dudaba de estar frente a quien alguna vez fue su mejor amigo y algo más. No era posible que estuviese fingiendo todo este tiempo, era impensado. Pensó en Hyungwon y en cómo iba a decirle que Jooheon había matado a Minhyuk.
-Escucha, Changkyun -habló otra vez -. Vengo a felicitarte por un trabajo tan bien hecho. Lamento que lo nuestro tenga que terminar así, pero son cosas que pasan, ¿verdad? -dijo, cínico. El prisionero comenzaba a fastidiarle esa sonrisa que ahora estaba llena de autosuficiencia. Esa sonrisa por la que durante largos meses soñó y extrañó... ahora la despreciaba.
Pensó en la foto instantánea que colgaba en su lado de la celda. Ellos dos, adolescentes y tontos, que habían robado una cámara instantánea de una tienda desprotegida. Esos eran los recuerdos que tenía de él. Los que apreciaba y atesoraba.
-¿Por qué, Jooheon? No lo entiendo... ¡Éramos tus amigos! -gritó. -Yo era más que eso... -susurró al final, la voz ya salía estrangulada. Las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos y algunas rebeldes se escaparon por su piel canela.
-¡¿Amigos?! -le devolvió el grito -¡Lo único que ustedes hacían era burlase de mí! -espetó, perdiendo la calma. -Tú, Hyungwon y Kihyun solo me trataban como si fuera estúpido. Sé muy bien lo que decían sobre mí cuando creían que no los escuchaba, incluso los oí llamarme retrasado... Y jamás me defendiste -reclamó. El odio y el dolor eran tan palpables en su voz que podían inundar el cuarto entero. -. No dijiste nada solo porque querías seguir siendo parte de ellos, siendo útil con tus planes intrincados e infalibles. ¿Valieron la pena los halagos, niño listo? Tan listo y no viste venir que el retrasado los entregó a cada uno de ustedes.
Ahora todo tenía sentido. Jooheon estaba siempre, pero no participaba del todo. Siempre fue un chico torpe, no entendía bien los planes ni las indicaciones, no era el más listo del grupo. Estaban seguros que la mayoría del tiempo estaba drogado o ebrio, era moneda corriente en ese barrio tan peligroso y precario en el que vivían, por eso ni siquiera se molestaban en prestarle atención a lo que decía o hacía.
Changkyun siempre fue amable, fue su amigo hasta que se dio cuenta que entre ellos todo iba más allá de una simple amistad. No le habían dicho a nadie. No por miedo a ser discriminados, la homosexualidad no era ningún tabú entre ellos. Sin embargo, Hyungwon y Kihyun eran realmente abusivos con Jooheon, tuvo miedo que se metieran con él también. Empezaba a ser útil, tenía un buen plan, no podía permitirse que lo dejaran afuera ahora. Si todo salía bien, ya no lo molestarían. Cuando vieran que Jooheon era útil también, que podían confiar en él, empezarían a tratarlo bien.
Pero confiar en él fue su error.
-Fue tan fácil darle la información a la policía -se jactó el rubio, recuperando la calma -. Los detectives Son y Lee fueron realmente amables conmigo, ¿Sabes? Más de lo que alguna vez lo fue cualquiera en el vecindario -contó. -. Pero al final también los engañé a ellos, y me fui con todo -se rio. -. No tengo porqué decirte nada más, tendrás mucho tiempo para pensar en cada detalle y en cada fallo. -se burló. Mostró sus adorables hoyuelos, que contrarrestaban con todo lo que estaba diciendo.
Tomó a Changkyun de las mejillas con dureza y apretó su rostro. Le dejó un duro y amargo beso en los labios, del que por más que el castaño intentó huir, no pudo. Jooheon le golpeó la cara y lo empujó, haciendo que golpeara el respaldo de la silla secamente. Se puso de pie, caminó hasta la puerta y lo miró de reojo por sobre el hombro.
-Hasta nunca, Kyun. -saludó y con un gesto, el guardia entró de nuevo y se lo llevó de vuelta a su celda.
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OneShots 💞⭐
FanficRecopilatorio de one-shots e historias cortas de mi autoría. ⭐ Advertencia de smut, fluff, tristeza y todo aquello que se pueda considerar ⭐