Sus piernas están cruzadas como indio, sentado en el suelo frente al chico que le acaba de declarar su amor y con quien ha hecho lo mismo.
Se siente más que feliz.
Ambos hablan animadamente.
Aquella semana que habían pasado juntos sus conversaciones fueron de lo que habían hecho, a lo que estaba en curso y luego lo que querían hacer o simplemente sacaban alguna estupidez o hablaban de algún tema del momento.
Pero entonces, sabiendo que habían cambiado un poco debían ponerse al tanto de lo que cada uno era.
—¿Amante de las mariposas? —ríe Christopher a carcajadas, emocionado, porque a él también le gustan muchísimo.
El rubio sonríe coqueto y le toma de la mano para, en un tono sensual decírle:
—De las mariposas que siento cuando escucho tu voz al teléfono.
La risa escandalosa del castaño va apagándose lentamente al escucharlo, hasta que sólo queda una sonrisa tierna y un leve rubor aparece sobre sus mejillas.
Su manía de morderse el labio entonces obtiene un buen pretexto, porque lo hace cada vez que escucha a su amigo decir comentarios así de cursis.
Le apena.
Pero la vergüenza es en el buen sentido.
—Yo soy amante del café —murmura llevando las palmas de sus manos a las rodillas del otro para sostenerse y poder inclinarse hacia su rostro.
El más alto frunce el ceño, porque lo que él recordaba era que Christopher siempre se quejaba con una sola taza de café, porque terminaba despierto en las noches por tanta cafeína.
—¿No te gustaban la leche y el chocolate?
—Del café de tus ojos, bebé.
Zabdiel sonríe ampliamente al escucharlo, sabiendo que ya se ha unido a sus cursilerías y deja un pico en sus labios.
—Mi familia se va a emocionar —menciona orgulloso.
—¿Por qué?
—Todos saben que estoy enamorado de tí —admite—, y ya los tengo cansados de tanto quejarme porque tengo miedo que alguien llegue a tí primero —el castaño ríe al escucharlo, porque incluso planeaba vivir plenamente su soltería hasta los sesenta años, sólo para esperar a ver si su sueño se hacía realidad—. Incluso Carlos me amenazó con decirte.
—Bueno, pues ya no hay necesidad.
Devuelve el besito que el rubio le ha dado y este lo abraza por los hombros, tirándose hacia atrás sobre la alfombra suavecita en la que están, cayendo con el castaño encima suyo y ambos ríen, llenándose las bocas de besos.
—Christopher... —menciona Zabdiel y el chico hace una cara de espanto.
—Cuando escucho mi nombre completo me da miedo —ríe—. Es cuando sé que las cosas se van a poner serias.
—Christopher Bryant Vélez Muñoz —completa el rubio fingiendo un tono duro y ambos ríen—. No, sí es serio Chris pero no tanto.
El chico asiente y suspira, volviendo a su posición anterior.
Zabdiel también lo hace.
No puede ser nada malo, ¿no?
—Bueno, dame un par de minutos para maldecir y decir palabrotas por si tu respuesta no me gusta.
—¿Y si te gusta?
—Entonces diré que ha sido para calmar los nervios.
El castaño sonríe divertido y asiente.
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¡Frijoles! || Chrisdiel.
FanfictionChristopher ha recibido de visita a su mejor amigo Zabdiel, y una tormenta de nieve les impide la salida de su pequeña choza durante dos meses y medio. Puede no parecer malo, incluso podría ser genialmente divertido, pero definitivamente no es bueno.