Capítulo 6.

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Al terminar de darle la vuelta, Zabdiel tira de su mano para hacerlo chocar con su cuerpo y le toma de la cintura, mientras la mano del chico se posa sobre su hombro, y se mueven lentamente bajo la tierna melodía de piano.

Ni siquiera saben lo que está sonando, pero es tan suave y esperanzador que el romanticismo brota de cada poro de la piel de ambos, y bailan tranquilamente.

Giran de un lado para otro, sonriendo con amplitud al mirarse y notar que realmente están muy enamorados, tanto que no saben lo que harán cuando de nuevo tengan que separarse cada uno por sus motivos.

Como el trabajo de cada uno, o la lejanía de sus hogares.

Incluso los tiempos disponibles.

Ya no quieren separarse más.

A pesar de sufrirse dos años separados como amigos, saben que como novios será mucho más doloroso si no se vuelven a ver en mucho tiempo y no es algo que quieren.

No quieren tener que decir en algún momento adiós, y tampoco un hasta luego, porque ambas cosas son terribles.

Un tiempo tampoco es algo que deseen pedir cuando sus agendas sean muy apretadas y sus espacios laborales se agranden, obligándolos a mantenerse a kilómetros que parecerán eternos, y tengan que dejarse libres porque se sentirán egoístas, sabiendo que el dolor de tenerse y no estar juntos puede herirlos más que cualquier arma, pues, teniendo tanto futuro, estarán amarrándose uno al otro sólo por un amor que siempre han sabido que de alguna u otra forma es imposible.

Pero sólo deben disfrutar del momento, y demostrarse cuanto se aman mutuamente, para no sentir que mientras tenían la oportunidad, nada intentaron por ser felices.

Christopher llora al pensar en tantas cosas tristes y Zabdiel lo abraza fuertemente, ignorando ya las finas y suaves pisadas sobre las teclas del piano.

—Yo no te voy a dejar —le asegura—. Te juro que iré a donde tú me pidas, porque cuqndo no te tuve sufrí, y ya no quiero volver a sentirlo.

—¿Y si te arrepientes? —solloza y el rubio niega, apretándolo contra su pecho.

—Jamás, ¿escuchas? —suspira, sintiendo también aquel estúpido nudo atravesar su garganta— Jamás haré algo como arrepentirme, si desde siempre tú has sido mi todo.

Las palabras de Zabdiel logran tranquilizarlo un poco, pero no quiere decirle que siente más frío de lo que ha estado sintiendo, porque cree que los escalofríos son simplemente por los nervios que tiene.

Por el miedo de lo que será cuando todo eso pase.

Y aunque le es bastante difícil, logra resistir sus temblores frente al rubio, y finge su mejor sonrisa.

Zabdiel sirve la cena luego de dejarle un largo, muy largo beso en los labios y el castaño sonríe tranquilamente.

—¡Feliz año nuevo! —grita el rubio luego de haberse ido a la habitación, regresando con una bengala roja que tenía guardada en su mochila de equipaje— Mi amor, te amo muchísimo, felices diecisiete años...

Lo besa y Christopher salta sobre él, enredando las piernas en su cintura y el chico lo sostiene lo mejor que puede, intentando no quemarlo con la bengala.

El castaño está tan emocionado, porque ya ha pasado mucho tiempo desde que, a los cuatro años se conocieron en la gran celebración de la iglesia justo un fin de año.

Lo besa con desesperación y comienza a reír tiernamente, cuando el chico da vueltas con él encima.

Han estado grabando aquel día por partes con el celular del rubio, porque quieren recordar su primer inicio de año como pareja, y ese es uno de los momentos.

—Yo también te amo, cariño —le dice por fin y Zabdiel sonríe, dejándolo bajar de su regazo.

—¿Tomamos una fotito? —su novio asiente y, feliz con su respuesta se apura a alcanzar su celular, guardando la pequeña escena que se grabó— Ven acá, sonríe amor.

Pide poniendo su cámara frontal y el castaño obedece, exagerando su sonrisa y cerrando los ojos al mismo tiempo que Zabdiel arruga la nariz y muestra su lengua.

Ambos ríen al ver su resultado y la guardan.

Prueban con muchos más gestos y utilizan algunos filtros tiernos o graciosos, e incluso crean gifs.

Zabdiel corre por más bengalas y enciende una nueva, quiere tomar una fotografía linda, pero no se da cuenta que están grabando y ambos ríen cuando lo notan.

—Amor, deberías casarte conmigo —murmura el chico y Christopher lo mira con brillantina en las pupilas.

—¿Qué?

—Quiero que seas mi esposo.

—Apenas empezamos de novios —murmura incrédulo, porque no puede creer que estén hablando de algo así.

El rubio sonríe con un poco de decepción y asiente, mirando a la cámara y poniendo la bengala enmedio de ambos.

Vélez nota en la pantalla que su chico ya no está sonriendo y baja la mirada, apretando los bordes de todos sus suéteres nerviosamente con sus dedos.

Él no quería decir que no, simplemente estaba inseguro, porque le parecía demasiado maravilloso para ser verdad, pero su novio lo ha malentendido y ya no está igual.

—Christopher —llama el chico notando que ha bajado la mirada y él mira a la pantalla, porque aún entre la grabación, el rubio sigue tomando fotos.

Ambos simplemente se miran a través del aparato y se quedan concentrados un momento en ellos, hasta que por fin Christopher se decide a hacer algo.

Con una de sus manos aprieta las mejillas de su novio dejando sus labios abultados, y gira su rostro hacia él, porque quiere que lo mire directamente.

—Yo me casaría contigo cada una de mis vidas si es que tuviera más de una —admite—. Pero primero espero que vayas a hablar con mis padres, y yo estaré esperando ansiosamente con un lazo en la iglesia, sólo por tí.

Y entonces Zabdiel sonríe antes de ser sorprendido por los labios del castaño que se mueven con agilidad sobre los suyos, haciendo mover el celular y captando por mera coincidencia aquel momento en una fotografía dentro del video.

Y todo parece muy feliz, hasta ese momento, a pesar de que cada segundo están más nerviosos.

—Apenas podamos salir de aquí, tú y yo irémos a cada de tus padres y pediré tu mano.

—Y yo estaré intentando convencerlos de que eres lo mejor para mi vida, aunque claro que no será difícil, porque ellos ya lo saben.

Zabdiel sonríe ante sus palabras y lo toma del cuello, pegando su frente a la del contrario.

—Te amo —murmura y el castaño sonríe.

—También te amo.

¡Frijoles! || Chrisdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora