Zabdiel toma por sorpresa a su novio de la cintura, abrazándolo por detrás para dejar un pequeño besito en su hombro y con su mano izquierda empuja su rostro hacia el lado contrario de esta para llenarle la mejilla derecha de besos, y lamer un poco la comisura de sus labios.
El chico chilla sorprendido por su acción.
Jamás nadie había hecho eso con él.
Es decir, no ha sido la peor sensación del mundo pero si ha sido bastante extraño y confuso, pero finalmente termina aceptando que le ha gustado bastante eso.
—Buenos días, panda —saluda girándose un poco y limpia sus dedos con olor a frutas por lo que ha estado picando sobre su mandil.
—Buenos días amor —lo abraza y frota sus mejillas, haciendo al castaño reír con ternura.
Todo lo que Zabdiel hace es extraño, pero muy lindo.
Debe admitir que siempre quiso una relación llena de boberías y momentos cursis, y al parecer eso es lo que tiene con el rubio.
El chico picotea a sus costados sobre sus suéteres mientras lo mira con ternura, y cree entender que eso sucede porque se ve rechonchito con tantas prendas encima.
Pero no le molesta, incluso le causa gracia que lo vea tierno sólo por eso.
Porque es simple, tenía frío y se puso todo lo que pudo.
—Estoy cocinando para hoy.
—¿Todo eso? —pregunta sorprendido y Christopher asiente— ¿Van a venir a cenar con nosotros las ardillas?
El chico niega sonriendo.
—Es que ya lo tenía y sé que me dará flojera si no lo preparo hoy.
—Vale, entonces comerémos recalentado toda la semana —dice tranquilo y carga al chico por la cintura, haciéndole quejarse entre risas—. Eres mi bebé hermoso, un pandita bebé hermoso.
—Zabdi, deja de decir cosas raras... —regaña avergonzado y se cubre el rostro—. Déjame cocinar tranquilo.
—Nunca.
Lo baja y deja un beso en sus labios.
A veces no entiende como Christopher puede ser tan hermoso, porque cualquier persona en el mundo es bella, pero él es... simplemente... guau.
Ni siquiera hay forma de describir tanta belleza, pero está seguro que cada adjetivo, sinónimo de perfección se le queda corto.
Incluso, aunque no duda que lo ame también porque cuando lo dice puede ver sinceridad en su mirada, no tiene la más mínima forma de saber por qué, si a veces se siente insuficiente para él.
Aunque si se lo dijera... no, seguramente que hacerlo no sería la mejor idea, porque sería una cosa.de esperar recibir un montón de regaños por sentirse menos a su lado.
Le ayuda con lo que puede y a ratos le hace sus típicas bromas coquetas y subidas de tono.
Lamer los dedos del castaño cuando termina de cortar las frutas, por ejemplo, y aunque Christopher ríe termina siendo regañado porque cuando se cocina nadie se debe llevar las manos o cucharas a la boca, si seguirá tocando las cosas de comida.
Es parte de su higiene.
El rubio suspira, porque le parece muy tierno recibir esa clase de "enseñanzas".
Ya quiere saber cómo será su novio cuando tengan hijos.
Aahhh...
Seguramente muy bonito.
Cuando lo que ha preparado está listo, comen, porque claramente, aunque por el frío que hacía fuera de la cama ambos se han despertado tarde, definitivamente no piensan esperar hasta las doce de la noche para cenar.
Una tradición no les impedirá alimentarse de algo tan rico.
E incluso juegan a seducirse mientras comen.
Zabdiel toma algunas uvas y las coloca entre sus dientes, mientras espera que su novio reaccione y, cuando nota que va a acercarse se aleja, así que el castaño vuelve a su posición inicial.
El rubio vuelve a llamar su atención y una vez más se aleja cuando el otro va a por aquellas uvas, así que lo escucha bufar, y antes de que se vuelva a alejar el castaño lo toma de las mejillas y se sienta sobre sus piernas para acercarlo hasta su boca.
Las uvas se rompen y ambos ríen, besándose con más ganas.
La tarde pasa normal, un tanto tranquila a pesar de notar que la nieve que detiene su salida no ha bajado ni un poquito.
Zabdiel llama a su familia, que para su suerte, está con la del castaño y les mencionan lo que sucede y la razón por la que ninguno puede aceptar una invitación para ir a pasar la noche con ellos.
Al notar que se alteran, deciden darles la gran noticia de que están juntos, y parece funcionar, porque todos hablan sin parar y de manera desordenada al mismo tiempo.
Ninguno entiende lo que todos les dicen, pero están felices por escuchar que los apoyan.
Y es que claro, ¿cómo no hacerlo si ellos notaban cuanto se amaban a pesar de que el par no se diera cuenta? No eran muy discretos, pero sí algo bobos.
Finalmente se despidien agradeciendo sus buenos deseos.
Cuando el reloj marca las 07:00 p.m., ambos coincidien en que deberían cenar.
Aún con el frío y la vergüenza, Christopher propone bañarse juntos para que, al salir pudiesen acurrucarse juntos y no tener que esperar solos.
Zabdiel acepta e intentando no mirar mucho la desnudez de su chico para no despertar sus bajos instintos, termina por bañarse con él.
Una vez vestidos con mil prendas calientitas corren a lavar sus dientes y al estar limpios se lanzan a la cama para calentarse uno al otro, abrazándose fuertemente.
Sus piernas se entrelazan y Zabdiel apenas levanta un poco el gorrito del castaño para dejar un besito en su frente.
Aún dejando de lado el frío, Christopher levanta el rostro del calientito cuello de su novio y se acerca a rozar apenas un poco sus labios, pero finalmente se decide por unir sus narices tiernamente en un beso esquimal y ambos sonríen ampliamente.
Son geniales esos besos y, aunque no hay un contacto profundo, es una forma muy romántica y sentimental de demostrar la grandeza y pureza de su amor.
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¡Frijoles! || Chrisdiel.
FanfictionChristopher ha recibido de visita a su mejor amigo Zabdiel, y una tormenta de nieve les impide la salida de su pequeña choza durante dos meses y medio. Puede no parecer malo, incluso podría ser genialmente divertido, pero definitivamente no es bueno.