Livin in the Shadows (Brandon Meza) [2da. Temporada]

Capítulo 11

Ruso Rafael~

Mis pasos seguían los suyos, ella caminaba con rapidez. Sabía que la perseguía pero aun así no paro su caminar, la puerta del carro se abrió y ella intento entrar pero mis movimientos impidieron su huida.

-Keyla…- susurré, ella seguía de espaldas y mis ojos solo observaban su larga y sedosa cabellera castaña. Escuche un pequeño suspiro de su parte.

-Esto ya no tiene sentido- dijo, giró sobre sus talones y me miró. –No puedo amarte y que tú no me correspondas – dijo, una lágrima resbalo por mi mejilla. Intento quitarla de mi rostro pero le negué el movimiento.

-¿De qué me estás hablando? – pregunté, no podía creer lo que su boca pronunciaba, estaba decepcionado.

-Ruso, no me lo ocultes más, todos los días estas con ella, no hay ni un día en el que no estés con ella, sé que estabas enamorado de ella y dijiste que la olvidaste pero me cuestiono si aún no me has engañado con ella – pronuncio, su enojo era notable, pero el mío iba en aumento, ¿cómo podía creer que le era infiel con ___?

-¿Me crees capaz de engañarte? – dije, ella bajo la mirada, sonreí falsamente – Te diré una cosa Keyla – dije, tome de su barbilla y la obligue a mirarme.- Por ti hubiera cruzado todos los mares, hubiera volado por los aires, hubiera dado mi vida por la tuya pero ahora… lo único que te digo – suspire – eres libre. No crees en mi amor, no te detendré, porque si no hay confianza no hay amor. Quizás no comprendas ahora por qué estoy con ___ pero espero que después no te arrepientas de dar por terminado esto. Y espero que cuando te des cuenta del error que cometiste, no te hieras demasiado, porque yo no podré perdonarte jamás. – susurré, besé por última vez sus labios y me fui de ahí, aun cuando ella gritaba mi nombre, este era el adiós, era el fin de mi historia de amor. Las lágrimas y el coraje en mi interior no se mantuvieron en secreto y terminé por derrumbarme en la habitación de la única mujer que solo podía escuchar y brindarme compañía, Beatrice.

-Si estuvieras aquí, entenderías el por qué lo hice – susurré, y tome una de sus manos y la besé.