1. ¿Todavía sigues siendo un demonio?

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Crowley despertó en la madrugada recargado sobre la pared de su habitación, porque últimamente, está era la única manera con la que podía conciliar el sueño.

Su cama le parecía gigantesca y colosalmente vacía sin Azirafel en ella, además de que el estar ahí, acostado en la soledad, no hacía más que aumentar su deseo por el ángel y era por ese preciso motivo, que el demonio había decidido dormir al viejo estilo como la serpiente que era.

Vestido en su pijama oscura de satín, Crowley caminó hasta su estudio listo para sentarse en su trono dorado, y escuchar una y otra vez los audios que Azirafel le había dejado a lo largo de los años, en ese viejo contestador de cintas que rompía por completo con el estilo vanguardista de su apartamento. El pelirrojo se había rehusado a cambiarlo porque sabía que aquel cacharro, era uno de los pocos artefactos compatibles con el antiguo y único teléfono, que Azirafel tenía en la librería.

Crowley atesoraba esas cintas, como sus amigos los piratas lo hicieron con el oro. Muchas veces, intentó persuadir a Azirafel de comprarse un teléfono móvil, pero el ángel se negaba rotundamente, por la tonta suposición de creer que los celulares habían sido un invento demoníaco, y a decir verdad, tal vez lo eran.

Vagando por sus pensamientos, Crowley siempre terminaba recordando sus momentos predilectos con Azirafel a través de la historia, mientras trataba de averiguar el momento, la mirada, y el lugar exacto, donde se había enamorado de él.

Cuándo lo vio por primera vez en el Edén, supo de inmediato que Azirafel era especial, diferente a los otros tres ángeles que también se encontraban ahí, pero en ningún momento, Crowley recordaba haber sentido mariposas, o todas esas metáforas que describen los humanos, sin embargo, aunque en varias ocasiones, ya se había encontrado con el ángel, algo en su interior se activó cuando habló con él por primera vez. El demonio había quedado impresionado cuando supo que el sirviente de Dios, había regalado su espada a los mortales. - ¡¿Qué hiciste qué?! - le había preguntado, con la cara llena de sorpresa.

Y mientras el ángel aún se debatía en si había hecho bien al obsequiar su arma, el Crawley de ese momento no pudo evitar sonreír de manera provocativa, porque nunca en su vida, había visto a un ángel anteponer sus decisiones antes que desobedecer una orden divina; pero lo que la serpiente nunca vió venir, era que aquel raro acontecimiento, había sido el primer paso de un plan inefable, sembrando en su corazón el gran y devoto amor que tiempo después, el demonio desarrollaría por el ángel.

Desafortunadamente, esa decisión también hizo que el comportamiento de Azirafel se viera afectado durante muchos años, porque Dios, jamás volvió a hablarle después de perder su espada. Quizá, esa fue la razón por la que ser él supremo designó a Azirafel a quedarse en la tierra y vigilar la inminente llegada del anticristo, por lo que Crowley, decidió postularse para quedarse también, todo con el único interés de seguir a ese bello ángel que también había desobedecido las reglas.

Conforme fue pasando el tiempo, el demonio fue notando la necesidad que tenía por su contrario, la alegría que lo asaltaba al verlo, así como la tristeza, pues bien sabía, que Azirafel nunca iba a poder concebir una relación entre ambos, por mucho que él ángel pareciera disfrutar de sus casuales encuentros, Crowley estaba seguro de que su mejor amigo, jamás podría considerarlo a su altura, al menos, no para un compromiso de esa magnitud.

A lo largo de la vida, Crowley tuvo que conformarse con sus pequeños y divertidos encuentros, la mayoría de los cuales, el reptil los usaba como canción de cuna, para poder dormir...

A lo largo de la vida, Crowley tuvo que conformarse con sus pequeños y divertidos encuentros, la mayoría de los cuales, el reptil los usaba como canción de cuna, para poder dormir

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Presagios Inefables - INEFFABLE HUSBANS -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora