Asimilando

57 5 0
                                    

Salió del hospital más muerto que vivo, sus ojos ya no brillaban, su cabello había perdido su magia, la sonrisa ya no era encantadora, alegre, viva.

Solo había dolor, desesperación, y mucho cansancio.

La sonrisa era rota.

De la nada su mundo de sueño, su mundo de unicornios y nubes moradas acabo, se rompió, de la nada, es algo que estuvo sosteniéndose de pequeños hilos, hasta que estos rompieron, hasta que no aguantaron más, hasta que decidió ser feliz, ahí fue que rompieron.

Destrozando todo lo que había debajo.

No sabía que es lo que sentía su corazón, o si es que no sentía nada que ahora se le era tan raro.

La vida es una puta hasta que lo destruye todo.

Sigue sin asimilar que dentro de semanas, días, horas, dejará de pisar ese suelo, para poder estar debajo de él, sin corazón porque una enfermedad se lo robo.

Sin corazón porque se le partiría cuando su parejas se enterará de lo que pasará.

Las pequeñas células de su cuerpo que acababan con su vida.

¿Aún sabría amar? ¿Su corazón todavía tendría esa capacidad?

La de amar sin condición, la de enamorarse de una manera muy alocada, esa que terminaría de aventarlo al vacío.

Para caer en las garras de su pareja.

Aún lo sentía, aún sentía ese amor, y era lo que ahora lo mataba, era lo que ahora estaba dando ganas de rendirse, el saber que lo dejara solo, el saber que no podrá estar ahí para tal impacto, sin saber cómo reaccionar, como asimilarlo.

Sin saber que él era el último que quería dejarlo solo.

Y daría todo para regresar el reloj, para aprovechar al máximo los 5 años de noviazgo, aprovechar a su familia, dejar de lado las estúpidas peleas para sustituirlas por besos y noches de amor.

Para cambiar los gritos por gemidos.

Para cambiar los "no quiero verte" por más "te amo".

Por más amor.

Pero.... Era irreal, era otro esquema, era más de lo podría tener, lo único que tenía ahora era poco tiempo, te amo limitados y solo una cuántas noches.

Ya no quedaba nada.

Llegó a una joyería, esa que quedaba cerca de casa, esa en la que tenía planeado comprar la sortija, esa con la que prometería pasar toda su vida junta a él, para siempre, esa que haría que ellos estén atados de por vida.

Pero que ganaba si ya no habría vida, ni una sortija, ni un para siempre.

Un piquetito de ganas hizo que entrara a la tienda, compro el anillo más hermoso que vio, uno de oro con una esmerada encima, esa que le recordaba sus ojos....

Los ojos que amaba, y que no vería nunca más.

Pago y salió, a la calle de la ciudad, la calle que tantos recuerdos le daba.

El parque de su primera cita, o los columpios de su declaración, o el cine de su primer beso, la primera heladería en la que compraron su primer helado como novios o....

O la vida entera que quiso tener con él, y que jamás tendría.

Porque la vida había sido una perra con él y no le dejaría tener su final feliz, porque no le dejaría tener solo una vida feliz, porque lo estaba haciendo polvo, porque el único que lo quería era su novio y amigos o porque están hija de puta que había sido tan egoísta y no le había dado nada más....

O bueno, un novio al que no quería perder por nada porque lo amaba, porque lo amaba tanto que dolía, dolía el hecho de que ese dolor no habría valido la pena.

La pena de pasar atado a esa persona por todo el tiempo...

El destino es cruel.

Y el destino no los quería juntos.

—Si tan solo tuviera más tiempo, para poderte decir todo lo que no te dije por miedo— murmuró con la cabeza gacha, no quería ver qué todo se escapaba de sus manos y no podía hacer nada para retenerlo.

—Si tan solo, no hubiera cometido todos los errores del pasado—

Esto era una tortura.

—Te amo, Rubén—

Continuará...

Fernny.

Abrázame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora