Cuídalo

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El teléfono que reposaba en la mesita de noche empezó a vibrar sin control.

Había dejado de contar las llamadas que le entraban desde hace ya un tiempo, estaba arrepentido de lo que había pasado.

Era ridícula la situación.

"Le grité a mi novio por no tocar la puesta"

Esa frase se paseaba sin consentimiento en su cabeza a cada lágrima que soltaba.

Aún no sabía nada de él, y algo se le pasó por su cabeza resaltando de las voces que le decían lo malo que fue.

Mangel, podría saber dónde estaba Rubén, y ahora con el teléfono vibrando nuevamente lo tomo.

Mangel Rogel era lo que decía la pantalla.

.....

Veía a Rubén abajo en el porche de su casa, llorando, fumando y sobando su brazo.

Angustia paso por su cabeza, sabía que de los tres él tenía que ser el más fuerte, si él estaba roto Samuel y Rubén lo estarían, era el único que tenía que mantenerse en sus cabales.

Ser el único cuerdo a pesar del dolor que seguro sentiría.

Y ver ahí a Rubén le hizo pensar que quizás Samuel ya le había dicho del probable fin que la historia tendría.

Diez minutos si tenía llamando al otro, ninguna llamada contesto, a la última llamada, listo para darse por vencido la llamada fue contestada.

Roto.

—Mangel...— y después de eso un sollozos ahogado.

— ¿Que ha pasado?— le pregunto quedito esperando que el otro no se alterará mientras él hablaba.

—Hice llorar a Rubén—

—Está abajo, llorando y fumando— le explicó, estaba cerca de la ventana, viendo como el de abajo no dejaba de hacer nada de lo que él decía.

—Solo cuídalo—

— ¿Tú estarás bien?— se separó de la ventana para bajar con el otro chico, la llamada se cortó producto del de la otra línea.

Guardo el teléfono y sin dudar bajo hasta la planta, cuando tuvo de frente al castaño este lo abrazo...

Un abrazo que pedía que lo abrazar, que lo sostenga, que lo proteja del dolor, del miedo, de las mentiras de Samuel.

De Samuel.

El Rogel correspondió el abrazo de Doblas.

Y ahí, en medio de la noche oscura y triste prometió que lo cuidaría, hasta que su corazón resistiera.

—yo te cuidare—

.....

Recogió un poco el lugar donde estuvo trabajando horas atrás, tomo la hoja que tanto quería esconder de Rubén, y ahí se dio cuenta que si le seguí repitiendo lo mucho que lo ama Rubén nunca saldría adelante.

E hizo lo que tan bien sabía hacer.

Mentir.

Mentir y hacerle añicos su corazón.

Con una carta, con un solo papel con letras haría lo posible para que Rubén deje de lado su pasado y se enfocará en el futuro.

Un futuro sin él.

Un futuro sin el amor de su vida.

Arrugó la hoja y la tiró junto a todas las que había tirado esa noche, y llorando escribió la carta que le dejaría, esa que haría que leyera cuando el este muerto.

Muerte.

Esa palabra se paseaba en su mente, esa situación la cual es la única que no tiene solución.

Le falló a mamá cuando le prometió que cualquier error que tuviera lo resolvería.

No tenía solución.

Le falló a papá cuando le dijo que amaría a la persona correcta sin dejarla sola.

Lo abandonó.

Les falló a todos cuando dijo que sería alguien de quien estuvieran orgullosos.

Falló como humano, falló como pareja.

Solo falló.

La carta.... La carta también era un error, solamente quería irse y ya está, pero sentía que le debía una explicación a Rubén.

Y con una promesa rota, con un corazón dañado y miles mentiras se quedó dormido.

El tiempo pasó, Rubén ya estaba devuelta y tenían tiempo para disfrutar.

Tiempo pequeño, tiempo limitado.

Una sonrisa, un cálido lugar y protección se sentían en los brazos abiertos de su pareja.

—Cuídalo por mí, Mangel—

Continuará...

Fernny.

Abrázame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora