Abrázame.

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Las duchas por las mañanas eran algo que para él eran totalmente agradables, le encantaba despertar de un descansado y merecido sueño para después lavar su cuerpo con aquella agua caliente en forma de lluvia artificial.

Y esa mañana la disfrutaría como si fuese la última.

Lástima que así lo era.

Aún sin saber cuánto tiempo quedaba, él seguía viviendo como si un día normal fuese, como si mañana no sé acabará el mundo, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Y la razón era sencilla, Rubén ahora era su preocupación.

Él había aceptado que su vida había acabado, que no tenía nada que hacer ahí ahora, que sin querer y evitarlo la vida había acabado su última partida.

Había aceptado muchas cosas, y aunque no aprendió todo lo que quisiera haber aprendido, agradece que alguien como Rubén se puso en su camino, la familia y amigos que seguro le acompañaría en su funeral.

Tristes y desolados, confundidos y muy cansados de todo este golpe de emociones.

Ahora, estaba recargado con sus dos manos en el azulejo del baño, recordando cada cosa que vivió, cada logro, cada fallo.

Cada pelea y cada te amo de su Rubén.

No quería soltarlo, no quería que fuera feliz con alguien más, pero hacer eso, y pensar de esa manera era muy egoísta.

No podía retenerlo a hacer feliz después de todo.

Quería que siguiera su vida, quería que forme una familia con alguien, con quien le hiciera feliz.

Él no podía hacerlo más, así como se lo juro, no podía hacerlo.

Rompió promesas...

El para siempre de la película.

Y sabía que no podía simplemente dejar que Rubén no pensara en él, que pensara en sí mismo, que pensara egoístamente.

Quería que pensara en su futuro, en lo que esto traerá, en lo que dejaría, en lo que se llevara.

Un dolor muy fuerte se estaciono en su pecho, haciendo doler todos y cada uno de los músculos del cuerpo, algo más que dolor cruzó su mente...

Miedo.

No quería irse sin despedirse, no quería irse y que todo acabará ahí.

No quería irse.

Lágrimas caían de sus ojos, y esperanzas por cada poro.

Ya no había tiempo...

Una vez el dolor se fue, lo primero que hizo con prisas fue vestirse y bajar a la planta baja, ahí con Rubén viendo la TV.

Tan fuera de la cruda realidad.

Sin más, lo beso, un beso agrio, con amor y despedida.

Haciendo que un corazón doliera y el otro se confundiera.

Ninguno de los dos paro el beso, un beso mojado y con sabor a sal.

Lágrimas.

Protégelo.

Cuídalo.

Enamóralo.

— ¿Pasa algo cariño?— fue lo que dijo cuándo el beso acabo, limpio lágrimas y esperanzas rotas.

Su voz se escuchaba muy distorsionada.

Cómo alguien hablando dentro de un profundo y oscuro mar.

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