❝Ｋａｒｍａ❞

O9

—Luzu, ¿qué hacías en el ayuntamiento?—para el mayor era irritante oír la voz del chico que tenía detrás suya. Le estaba siguiendo y no le dejaba tranquilo, de hecho, ya estaban casi por llegar al búnker del naranjo y seguía con lo mismo. Trataba de ignorarlo, pero estaba llegando ya a un punto en el que no podía más.— ¡Luzu! ¡¿Me quieres hacer caso?!

Auron ya se estaba empezando a hartar. ¿Por qué no le hacía caso? Algún motivo tenía que tener para estar allí, y aunque no creía que seguía siendo el de antes, quería pensar que, por lo menos, en el fondo le tendría confianza.

—Pregúntamelo una vez más y te rajo de arriba a abajo.—Pese a que su intención no era hacer gracia, no pudo evitar que una pequeña risa saliera del contrario por sus palabras, puesto que él mismo se había dado cuenta de lo que había dicho. El de esclerótica negra se tuvo que aguantar las ganas de hacer algún comentario ante eso.

Cuando llegaron a una de las paredes que separaban la casa de Auron con el suelo normal, habló nuevamente.

—En serio Luzu, necesito saberlo. Tu juicio es dentro de poco y lo del ayun—

—¡¿Qué estás diciendo?!—El castaño aprovechó la pared y le estampó contra esta. Inclinándose mientras agarraba el cuello de la sudadera del otro con ambas manos. El meloso se sorprendió por la repentina forma de actuar del otro, no supo como reaccionar. Cuando calló en cuenta de lo que estaba pasando le miró de mala manera.

—Bueno, no sé, ¡¿Tal vez que has explotado el puto ayuntamiento?!

—¡¿ME VES CAPAZ DE HACERLO CON GENTE INOCENTE IMPLICADA?!—Auron no supo que decir ante eso. Si bien sabía que el mayor no era el de antes, seguía siendo el mismo en algunas cosas.
Y eso le reconfortaba.

—Joder Luzu...¿qué ha pasado ahí dentro?—casi no podía hablar, solo le salía un pequeño hilo de voz. El mayor se dio cuenta, y aunque le dolía ver así al otro, no pudo evitar sentirse bien con la idea de que el otro sufriera por su culpa.

—¡Ah! ¡¿Ahora te importa lo que me pase?!—El contrario no reconocía al chico que tenía enfrente suya. Las lágrimas resbalaban por su rostro y aún así se reía entre estas.
Tenía miedo. No por él, sino por el de orbes rubí.
Se iba a desmoronar en cualquier momento, su faceta de "malo" no era más que una máscara.

Todo él estaba roto, y el pegamento que unía sus partes no terminaba de pegarlas.

Y aunque algunas se habían separado dando lugar a "Evil Luzu", si el resto les seguía ya sería muy tarde.