Promesa

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Las dos colonias estaban tranquilamente debajo de un manzano, admirando el pasto y su leve movimiento producto del viento.

Todo sería silencio de no ser por el ruido de una manzana siendo mordida y una pequeña cola siendo a veces azotada en el suelo demostrando un leve signo de intranquilidad y felicidad.

El menor de los dos por sexta vez se volvió a acomodar en el piso para ahora estar su cabeza apoyada en las piernas de su contrario, el cual ni se inmutó. Solo guió su mirada cansada hacia abajo por unos segundos para luego volver a mirar hacia el frente.

-Sois demasiado intranquilo ¿Lo sabíais? -le dijo el bicolor a quien tenía en sus piernas haciendo que este lo mirara por unos segundos para luego cambiar la pose en la que estaba y quedar mirando al Río de la Plata, sin dejar de estar recostado en sus piernas.

-Sí -contestó para luego dar otro mordisco a la manzana que traía en su mano izquierda-. Virreinato del Perú es muy bueno recordándolo -dijo divertido aún con algunas partes de manzana en la boca.

-Cerdo -le dijo mientras fruncía el seño luego de ver tan asquerosa escena. El mitad lagartija solo se rió mientras le volvía a dar otro mordisco a su manzana y movía su cola-. A él todo y todos le molestan -continuó el virreinato-. Es un amargado. Siempre quiere todo perfecto, y si no lo logra, se pone a llorar y a patalear como si tuviera nueve años y...

No logró terminar de decir su frase cuando sintió unos dulces y pequeños labios juntarse con los suyos.

La sorpresa fue tan grande que luego de dar un respingo se quedó completamente paralizado sin saber qué hacer. Tras recobrar otra vez el sentido sus mejillas se tiñeron de un rojo intenso y frunció su seño para dar un empujón a quien lo había besado haciendo que este dejara caer su manzana casi acabada al piso.

-¡¿Pero qué mierda os pasa en la cabeza, Chile?! -le espetó molesto mientras se levantaba limpiando sus labios y viendo para todas partes asustado tratando de saber si alguien los vio o no.

El menor debido a la brusquedad y el grito del bicolor lo miró con miedo y pequeñas lágrimas en sus ojos.

-Pe-pero... vos di-dijisteis que podíamos hacerlo -le recordó Chile con un hilo de voz mientras trataba de calmarse acariciando (casi estrujando) su cola.

-¡Pero había reglas, imbécil! -gritó, haciendo que su contrario cerrara los ojos y se encogiera en su sitio apretando más de lo que debía su cola de lagarto- ¡Imaginad que alguien hubiera pasado y nos hubiera visto! ¡¿Creeis que no le hubiera importado?! ¡Claro que sí! Incluso ¡Imaginad si ese alguien hubiera sido Padre! -si ya el tricolor había empezado a llorar, el solo hecho que lo mencionaran a él hizo que se pusiera mucho peor comenzando a negar de manera repetida con su cabeza- ¡Maldita sea Chile! ¡¿Qué acaso no podeis hacer nada bien?! -le espetó sin más, haciendo que su contrario se quedará unos segundos petrificado sin hacer ni un movimiento para que después terminase siendo un mar de lágrimas.

Padre siempre le repetía eso último, y el que su hermano más querido se lo haya dicho le había dolido mucho más que cuando alguien más se lo decía.

Río de la Plata comenzó a respirar para tratar de tranquilizarse y pensar en lo que había dicho, haciendo que cada segundo que pasara se arrepintiera más por todo lo que dijo. Se había asustado, sí, y también molestado mucho por lo que el de cola de lagartija hizo, pero sabía que la Capitanía jamás haría algo tan arriesgado solo para dañarlo, menos cuando ambos terminarían mal.

El mayor de los dos guió su mirada al tricolor. Su hermanito no paraba de llorar lo cual le empezó a preocupar de sobremanera.

Se había pasado. Se había pasado y mucho. Y él lo sabía.

-Ch-Chile... hey... ya- ya no lloreis -intentaba calmarlo tratando de acariciarle la espalda y la cabeza, pero al ver que lo único que hacía era empeorar la situación empezó a llorar de igual manera de lo culpable que se sentía- ¡Perdón! -gritó entre sollozos acercándose a su contrario y abrazándolo como si su vida dependiera de ello, a lo cual el contrario aceptó escondiendo su cara en el pecho del mayor.

Y así se quedaron durante unos largos minutos, llorando abrazados.

. . . .

Ya después de haber llorado por un tiempo decidieron recostarse otra vez en el árbol no sin antes el de cola de lagartija tomar otra manzana, ya que la anterior estaba muy sucia.

Ambos se quedaron en silencio.

-Se me habían olvidado las reglas, perdón -se disculpó el pequeño recostado en el pecho de su hermano.

El virreinato solo suspiró cansado.

-No os preocupéis, de todas maneras no debí de haberos gritado de esa manera y haber dicho cosas horribles como esas -se disculpó de igual manera el mayor mientras abrazaba con fuerza a Chile-. Por cierto -El menor le dirigió por unos segundos la mirada-. Tú boca sabía a manzana -dijo divertido.

Los dos sonrieron debido a esto.

El silencio volvió a reinar entre los dos unos segundos hasta que el menor lo rompió nuevamente.

-Cuando seamos grandes me voy a casar con vos.

El mayor se quedó quieto por unos segundos. Y, ya luego cuando pudo procesar lo dicho anteriormente, se echó a reír acto que molestó al de la manzana.

-¡No estoy bromeando! -espetó molesto-
¡Cuando sea grande me casaré con vos! ¡Y si no queréis! Yo... ¡Haré que te cases a la fuerza!

Esto último dicho hizo reír mucho más al virreinato, haciendo que la capitanía comience a darle leves golpes por esto.

-Sí claro ¿Y qué haréis? -le preguntó ya más calmado de tanto reírse.

-¡Os raptaré y os casaréis conmigo! -sonrió triunfal por tal respuesta.

El albiceleste le sonrió enternecido, aún divertido por la situación y todo lo que le dijo el contrario.

-¿Lo prometeis? -le preguntó.

-Lo prometo. Porque me llamo Capitanía General de Chile.

El bicolor sonrió más.

-Más te vale cumplirlo, Chile.

. . . .

En una casa fuera de los suburbios habían dos countrys viendo una película.

El que tenía un sol dejó de lado lo que sucedía en la televisión para dirigir su mirada a su mano derecha, viendo su anillo, recordando lo de décadas atrás.

Sonrió.

Ahora giró su cabeza para ver al country con quién estaba y quién compartía tan sagrada unión.

Se dirigió a él y recostó su cabeza en el hombro del contrario, el cual, de igual manera, recostó su cabeza encima de la del albiceleste. El tricolor estaba tan sumergido a lo que sucedía en la película que ni siquiera escuchó cuando su esposo dijo:

-Y lo cumpliste, Chile.

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Feliz navidad y año nuevo atrasados. <3

C.S~♡︎

「❝Cortos Arg/Chi ❞」》Countryhumans Fandom《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora