«3»

436 61 55
                                    

El día en el que Brian salió del hospital, estaba relativamente contento porque podría pasar tiempo exclusivamente con Roger, pese a que el rubio tendría que trabajar entre semana y que no tenía idea cómo se acostumbraría a estar todo el día solo sin ambas piernas.

— Vamos, mi amor, ya nos vamos de aquí —aseguró Roger mientras lo llevaba en la silla de ruedas y se inclinaba a besarle la mejilla. Brian sonrió solo del tacto.

— Vamos, Roggie —le sonrió.

Roger lo llevó hasta el auto y con ayuda de una enfermera, lo subieron. Luego de despedirse y agradecer, el rubio subió al asiento del piloto encendiendo el vehículo.

— Pensar que antes del accidente yo te cargaba a ti, ahora tú me cargas a mí —comentó Brian mirando por la ventana. Roger percibió su tono de voz como uno calmado, pese a saber que en aquel momento, aquel era el único sentimiento que Brian no poseía. Calma.

— Amor, no pienses eso... —dijo—. ¿Por qué no mejor buscas un disco que te guste? Hay en la guantera.

— Está bien —dijo el mayor suspirando con pesadez y disponiéndose a obedecer a su novio.

— ¿Los Beatles? —preguntó Roger a penas reconoció la primera canción del disco Help!, la cual tenía el mismo nombre.

— Sabes que son mis favoritos —respondió Brian encogiéndose de hombros.

— Sabes que los míos igual —dijo Roger convencido.

— A ti te gusta The Who —reclamó el mayor riendo un poco.

— Sí, ¡pero eso no quita que de niño quería ser John Lennon! —reclamó a su vez Roger. Brian solo rió.

— Así justo es como estoy —comentó Brian escuchando la letra—. Ayuda. Necesito ayuda —murmuró lo último.

— Sabes que me tienes para lo que necesites —aseguró Roger—. Amor, tuviste suerte, pudiste haber muerto.

— Hubiera dudo mejor eso —dijo triste.

— Bri... ¿cómo puedes decir eso? —preguntó Roger—. Piensa lo mucho que harías falta. A tus padres, a tus amigos, a mí.

— Pero solo soy una carga —repuso Brian—. Ya nunca nada volverá a ser como era antes. Nunca conseguiré empleo, nunca podremos volver a ir a correr al campo tomados de la mano, no volveremos a bailar, a hacer el amor, a nadar en un río.

— Hay otras alternativas —repuso él—. Además una relación no gira en torno a las actividades que realizas con tu pareja, incluyendo el hacerlo o no. Durante mucho tiempo no lo hicimos y estuvimos bien.

— Lo sé, pero... no sé.

Roger suspiró, quizás Brian no solo necesitase ayuda física, estaba mal psicológicamente.

— Soy como ese fardo de paja que nadie quiere mover —dijo en un tono poco audible. Roger logró oírlo de todas formas y no supo qué decir.

Quizás no eran necesarias las palabras y solo lo eran las demostraciones de su amor.

Cuando llegaron al departamento, Roger bajó del auto y ayudó a Brian a salir y a sentarse en su silla de ruedas. Luego prosiguió a llevarlo por la entrada, el recepcionista lo saludó con una sonrisa y le dijo que le alegraba haberlo visto. Brian solo le dedicó una sonrisa apagada. Se dirigieron al ascensor, al llegar a este, Roger se dedicó a repartir besos suaves en su mejilla, lo que solo lo hizo sonreír un poco.

Las puertas del ascensor se abrieron antes de lo debido y entró una mujer que comenzaba a entrar a la tercera edad. Roger dejó de besarle la mejilla y simplemente se dedicó a acariciarle el cabello, mientras ella los miró asqueada.

Challenge [maylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora