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𝑬𝑳 𝑽𝑬𝑹𝑨𝑵𝑶 después del segundo año de Dolores y de Nathaniel Snape, sus padres los interrogaron sobre lo que había pasado en el curso y sobre cómo, nuevamente, Harry Potter se había llevado el heroísmo (y la jodida copa de las casas) una vez más. Para los hermanos, eso les daba igual, tanto el heroísmo de Potter como la copa de las casas.
Pero para su hermano mayor (sólo por minutos), Andrew, era una total victoria haberla ganado de nuevo. Los trillizos no compartían mucho en común, formas de pensar, estilo e incluso la casa a la que pertenecían a Hogwarts.
Siguiendo los pasos de su padre, Dolores era la única que había quedado en la casa de las serpientes. Andrew sorprendió a todos en el momento en el que quedó en Gryffindor pero para su madre, Linette Snape, eso era maravilloso pues ella era ex miembro de la casa roja. A su papá no le hizo nada de gracia. Finalmente estaba Nathaniel que había quedado en la casa amarilla y desde entonces se encontraba muy malhumorado.
Sólo quedaba saber donde estaría la pequeña Charlotte, pero aún no tenía edad de entrar al colegio mágico aunque las apuestas ya se habían hecho. Todos menos Andrew, que le encantaba llevar la contraria siempre, habían dicho que la pequeña niña quedaría en la casa de Ravenclaw. Andrew en cambio había dicho Slytherin.
Severus Snape, aunque no lo dijera muy (muy) a menudo, estaba orgulloso de sus hijos, incluso de Andrew. Los amaba y amaba a su esposa.
Ese verano siempre iba a estar en la memoria de Dolores Seraphina Snape, ella lo catalogó como "El verano en donde cambió todo", y todo empezó cuando ella bajó de su habitación y encontró a sus padres mirando el televisor muggle. Su madre lo miraba distraídamente y hojeaba el periódico El Profeta. Su padre tenía una mueca de desagrado en la cara mientras veía el televisor. Era una noticia, al parecer, un hombre llamado Sirius Black se había escapado de la prisión y era extremadamente peligroso. Ella lo miró en la televisión y también en el periódico de su mamá.
Tenía el cabello largo y aparentemente muy enredado. Su barba le daba el toque de un loco, además de que esa idea era reforzada con esos ojos donde ella aseguraba había locura pura.
-Vaya inicio de día-dijo ella a nadie en específico. Su madre soltó un suspiro y la miró mientras ella tomaba asiento y se servía café en la taza de su hermano. Su padre le dio una pequeña sonrisa y apagó el televisor.
-Ni lo menciones-dijo él poniéndose de pie. Tomó su taza y le dio un sorbo.-Hoy iremos por las cosas, ¿te parece?
Dolores asintió tomando una de las tortitas de azúcar que su madre había cocinado. Le untó mantequilla y se la llevó a la boca. Iba por su segunda tortita cuando uno de sus hermanos apareció. Era Andrew con el cabello castaño oscuro despeinado y los ojos aún casi cerrados. Bostezó y se dejó caer en el sofá con un ruido sordo. Dolores le lanzó una bola de servilleta y él sólo dio una patada al aire y no se volvió a mover. En dos minutos salió Nathaniel con su usual ceño fruncido y sin decir buenos días comenzó a desayunar. Después salió Charlotte corriendo a abrazar a su mamá y así la familia Snape estaba junta una mañana más, auque esa era más extraña de lo normal.
