IV

13 3 0
                                    

Sus ojos se abrieron lentamente y le costó ubicarse en tiempo y espacio. La luz era muy fuerte así que los volvió a cerrar mientras intentaba moverse. En ese intento, sintió un dolor muy fuerte corriendo por todo su cuerpo. Eso bastó para darse cuenta de donde estaba.

Quiso llorar. Quiso huir de ahí. Quiso que todo el dolor cesara de una vez. Quiso que toda la angustia que estaba viviendo, parara de una vez.

El suero conectado a su brazo hizo que confirmara su situación. Seguía allí, en el hospital, con la maldita enfermedad, lejos de todo... Extrañando a todos.

El día anterior le habían hecho nuevos estudios. El virus seguía habitando su cuerpo y había empezado a llegar a su estómago... Uno de los órganos que atacaba la maldita enfermedad.

La puerta de la habitación se abrió y apareció el médico con ese traje estilo espacial. Lo odiaba. En verdad lo odiaba.

—¿Cómo te encuentras?

—Mal.

—Sé más específica Pau.

—Creo que tengo nauseas. Y me duele todo el cuerpo. Las manchas siguen picando, pero no tanto como antes.

Martín asintió y anotó lo que le decía en una planilla. Sabía que era Martín por el cartelito que colgaba de su traje de seguridad... Su cara no se veía, solo sus ojos. Y ellos denotaban cansancio.

—Vamos a darte algo para evitar los vómitos y te haremos estudios todos los días. Tenemos que evitar que el virus se desplace a otros órganos y especialmente el cerebro.

—¿Qué pasa si llega ahí?

—No llegará. No te preocupes. Haremos todo lo posible por evitarlo.

Paula sabía que sería grave que aquello pasara. Lo había visto en las noticias. La gente que llegaba a ese extremo caía en un estado de coma prolongado.

Y aun no se sabía si había retorno.

Oxiderón [Historia corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora