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La espera que Jun hacía hasta que SeokMin despertara debía ser observado y anotado, cada movimiento que el moreno proporcionara, sin excepción.

Mordía su labio inferior como muestra de intranquilidad. Estaba confiado de que SeokMin lo olvidaría, y que todo tendría que empezar desde cero, más en cambio, muy en lo profundo de él sabía que estaba equivocado.

Y así fue.

Los párpados de SeokMin abrieron deslumbrando su vista por el sol entrando por la ventana.

—No tengo una argolla que pueda darte, Junnie.

El rubio suspiró de alivio —No necesito uno, sólo a ti.

Se acercó a SeokMin y le miró con cariño. Plantó sus labios en los opuestos, al final juntó las frentes con el corazón eufórico.

El expediente de SeokMin actualizó un avance, los síntomas de depresión aún seguían detectados, aunque los antidepresivos tendrían que suplir el tratamiento que ya no sería utilizado, al menos por unos cuantos meses.

—No hay signos de alucinaciones, tampoco transtorno del habla, ni alteración compulsiva... —Jun dejó de leer sus observaciones por un momento— Señor, ¿puede que el paciente Lee se cure de esquizofrenia?

—Por supuesto que no, joven Jun.

El médico se acomodó en su asiento detrás del escritorio.

—Las personas que llegan aquí nunca van a poder regresar a sus vidas cotidianas. Son enfermos que nunca se curarán, las enfermedades psiquiátricas son constantes y crónicas. El paciente Lee puede que se vea mejor en éste momento, pero con el tiempo volverá al estado de un inicio, pese que tiene que ser tratado. Ya debería de saberlo, joven Jun.

El rubio bajó la cabeza desanimado.

—Sí.

—Sí

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Terapia ➮ᏚeokᎻuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora