Capítulo 2

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Por la mañana muy temprano me despierta la luz brillante que proviene de la ventana y dirijo mi mirada hacia Evan que esta desnudo al igual que yo, me levanto cuidadosamente de la cama para buscar mi ropa y después de buscar por todos lados mis bragas las encuentro debajo de Evan pero él seguía profundamente dormido y no me convencí despertarlo así que solo me despido de él dandole un dulce beso en los labios -creo que me iré sin mis bragas- .
Ya en mi departamento tomo una ducha, busco unas nuevas bragas en mi armario, unos jeans,  una blusa holgada, me hago una coleta con algunos cabellos rebeldes de fuera, voy  a la cocina y me apresuro a desayunar mi cereal con leche deslactosada intentando no llegar tarde al trabajo.  Estoy segura que después de hoy, nada, jamás será como antes. 
Sentada en mi escritorio no podía dejar de pensar en Evan, aún podía sentir  las descargas de adrenalina correr en mi cuerpo. Mirando hacia la nada todo parece moverse más lento, mi mente viaja constantemente a vivir ese instante por unos segundos, hasta que un sape en la nuca me regresa a la realidad.

        
–  ¿Y tu?, ¿Que estas pensando? – Me pregunta Alicia mi compañera de trabajo y mejor amiga. 

Alicia es mi mejor amiga desde la universidad, y por azares del destino nos toco trabajar juntas. Ella es alta, cuerpo curvilíneo, bronceada y tiene unos hermosos ojos aceitunados. Alicia es el tipo de persona que prefiere poner diez alarmas, antes que llegar tarde al trabajo. Y a pesar de que tenemos la misma edad ( 20 años) , a diferencia de unos meses, le encanta tomar el papel de mi madre, a menos así lo percibo yo a veces. 

– ¡Aush!, estúpida. – En nada. –le contesto sobándome la cabeza.

 – ¿En nada? - estabas ida. – No despegabas tus ojos del piso. 
     
  – Bien, a ti no te puedo mentir –le digo rodando los ojos. –Tengo que contarte algo ... ¡prepárate!
      
 –¡Soy toda oídos!. –  dice Alicia  mientras se incorpora en la silla, recargando su hombros sobre el escritorio, y su mirada puesta en mí.   
      
 – Ven acércate... Tuve una noche fugaz  con mi vecino –le susurre al oído.
       
–¡Oh, por Dios! – exclamó muy sorprendida alzando la voz –¿Con qué vecino? No, no me digas que... – susurró tocando su rostro.
 
– Sí, con mi  nuevo vecino  - le  hice una mueca. –¡Esta buenísimo! 
 
– ¡Aja!, y te mudaste apenas hace un día - me respondió mirándome con unos ojos que parecía que se le iban a salir.

 – Lo sé.  Todo pasó muy rápido, así nada más, – una caja de pizza fue la culpable.
 
 – ¿Y ahora qué? – ¿al menos usaste protección con la pizza?.

En ese momento me paralice y ahora sí empecé a preocuparme. 

   
 – ¿Qué? –, ¿Protección? – pregunté muy preocupada – Diablos, diablos, no, lo olvide por completo – mi mano en la frente testaruda. Nos quedamos mirándonos preocupadas. 

     
– ¿Cómo es posible que no se hayan protegido? – Regañándome como madrastra –. Me temo que tendrás que ir a la farmacia por una pastilla de emergencia pero rapidito – dice Alicia tronando los dedos.

Sabía que las pastillas de emergencia se tenían que tomar unas horas después de tener relaciones,  pero jamás las había tomado y no tenía idea de cómo funcionaban exactamente. Aproveche mi descanso y me lancé como rayo a la farmacia a comprar esa  "dichosa pastilla" y regresé nuevamente al trabajo, mi jefe se acercaba rápidamente y por reacción aventé la pastilla al bote de basura que estaba debajo de mi escritorio.

– ¿Todo bien? –pregunto Don Raul. 

– Sí, Todo bien, – le conteste con sarcasmo. 

Se sentó a mi lado a revisar mis trabajos de mercadotecnia, me hacía tantas preguntas, de esas veces que escuchas todo como en un túnel,  y yo solo pensaba "Por Dios que ya se vaya", tenía que tomar esa pastilla, el tiempo estaba pasando. Cuando al fin se fue mi tortuoso jefe, busque la pastilla en el bote de basura, pero... ¿y la basura? , ¡Ya no estaba! , alguien había recogido la basura, fui a buscar a la chica de limpieza para preguntarle en donde la había arrojado. 
    
– ¡Hey! – le grité –, ¿tú recogiste la basura de mi escritorio?.
   
 – Sí - replicó ella.
    
– ¿Y donde la tiraste?.
    
 – La eche al contenedor, ¿por qué?.
    
 – Acabas de tirar mi salvación –le  dije desesperada.

La pobre se me quedó viendo con cara de tierna confusión.
Corrí hacia el contenedor de basura, pero era enorme, estaba lleno y tan asqueroso de desperdicios que olían mal, y por ningún lado se veía la diminuta pastilla, no podía meterme ahí para buscarla, - ¡que asco!, creo que en vez del dicho "buscar una Aguja en un pajar",  debería ser...  "buscar una pastillita en un contenedor"; en fin, me despreocupe y me dije, - tranquila, ve y compra otra, es todo. Saliendo de mi trabajo me dirigí a la farmacia a comprar otra pastilla, llegué a la farmacia y me acerque con la farmacéutica.
     
 – ¿Me da una pastilla de emergencia por favor?. 
   
  – ¿De emergencia pa que? - me pregunto haciéndose la chistosa y yo sin ganas de esas bromitas, con la pura mirada y completamente seria le dije todo. 

Para colmo tomé mi cartera para sacar el dinero y no tenia, no tenia ni un solo peso y la señora se me quedó viendo, como diciendo – págame "ahora tu eres la chistosita" .No podía ser – ¿cómo que ya no traía dinero?. Ahora si que todo esta jodido. 
     
– Disculpe,  –le dije con cara de preocupación –olvide el dinero. 

Me retiré pensando, –¿Que voy hacer? , necesito dinero para comprar la pastilla y el tiempo sigue corriendo; ya habían pasado como 20 horas desde que había tenido sexo con Evan, y aun no me tomaba la pastilla. Hasta me sentía como en una de esas películas de fantasía –!Okey! me iré a buscar a Evan y le pediré que me compre la pastilla, probablemente entenderá. 

Cuando llegue a casa, subí al departamento de Evan y escuche risas –, ¿quien está con él?, eran risas de él y de una mujer, se escuchaban muy contentos y risueños, no sabía si tocar o no, así que me asome por una pequeña esquina de la ventana y ahí alcance a verlo con una mujer, esa mujer estaba encima de él y parecían muy cariñosos; –¿Pero que mierda estoy viendo?, me sentí una estúpida, me sentí tan miserable, caí en el juego de todos  los hombres, y era aún más estúpida porque en resumen yo fui quien empezó a seducirlo, - ¿Quien era ella?, ¿Acaso era su novia?, - ¿o era una víctima más del tan seductor y atractivo Evan?; Muchas preguntas rondaban ya en mi cabeza,  pero que imbécil, ¿Ahora  como lo saco de mi cabeza?, ¿A quien quiero engañar?, ese pobre imbécil me trae loca, no quise tocar y me fui a mi departamento, me lance a mi cama y ahí me quedé horas pensando, hasta entrar en un profundo sueño. 

RENATA: Caminos Repentinos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora