Me deshice de la chaqueta del uniforme, dejándola a un lado. Solía ser bastante pulcra para mis cosas, y no podía evitar a veces sentir esa necesidad de observar el estado del lugar donde colocaría mis prendas antes de ser depositadas en el lugar, una manía que no podía evitar por mucho que quisiera. Observe el teléfono aún descolgado, a la espera de que diera una orden para que me pusieran en contacto con el Profesor, el cabecilla del atraco. Agarre el lápiz, para recogerme el pelo, colocandome los auriculares, con micrófono incorporado, ya estaba lista para poder hablar nuevamente con el atracador al mando, ya había pasado la hora que le había dado de margen.
-Si.-La voz metálica que usaba el Profesor para comunicarse con nosotros nos saludó desde la otra línea.
-Profesor, el plazo de una hora que les di ha terminado. Necesito saber si van a rendirse.- Solte lo más tranquila, y serena que pude.
-¿A que jugaba de pequeña en el patio del colegio?.-Aquella pregunta me había dejado sorprendida, no me esperaba que me contestara con aquella pregunta de la infancia. Me giré a mirar a Ángel que obtenía el mismo gesto de sorpresa.
Me levanté lentamente de la silla donde había estado sentada, y comencé a caminar despacio de un lado a otro.
- A...a la cuerda, al bote bote, al burro.- No podía recordar bien, cual había sido la última vez que había hablado con alguien de las cosas que a ella le gustaban hacer o jugar en su infancia, la verdad, si me ponía a recordar, nadie sa había molestado nunca en preguntarme nada de aquella época. Nadie que no hubiera estado en mi círculo más íntimo, como mi madre, que si le contaba a mi hija, su nieta, oos juegos que antiguamente se jugaban, igual que le gustaba recordar sus juegos de la infancia, que por desgracia no se lo había pasado ni la mitad de bien que ahora mismo se lo pasaba Paula.
- Hum..
- A las mariquitas, mira. A eso si que era buena.- En mi cara se dibujo una sonrisa al recordar aquellas medias mañanas en el patio de la escuela mientras jugaba con mis amigas de la infancia.
- Pues yo a polid y a cacos. ¿Le suena? Unos hacían de policías y tenían que pillar a los otros y cuando te pillaban, te pillaban, pero no recuerdo a un solo niño en todo aquel patio que se rindiera antes de que le cogieran.
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Rompiendo Los Esquemas
RomanceNunca habría imaginado que un atraco a mano armada en el interior de la Fábrica de moneda y timbre me hubiese podido cambiar tanto la vida. ~SerQuel~