Prólogo

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Abrí mis ojos pero automáticamente los cerré.

La fuerte luz del sol choco en mis pupilas, provocando que me tapara con una mano para lograr ver mejor el lugar en donde me encontraba.
Vagamente recordaba esta sensación de paz y tranquilidad absoluta, donde no sentía ningún dolor, ni rencor, ni pena, ni tristeza, tampoco me sentía perdido, lo que me alegraba notablemente.

Me encontraba acostado, así que me senté para mirar alrededor, era un terreno de césped grande, donde solo era acortado por un rio de agua cristalina, el sonido del agua me relajaba bastante, gire un poco para observar la parte de atrás de mi espalda. Encontrándome con una casa/árbol que lo notaba extrañamente familiar.

Tome aire para luego soltarlo lentamente, decidí acostarme de nuevo entre el pasto que estaba bastante alto, el aire se sentía de alguna manera más puro de lo normal y eso sí que me gustaba.

Cerré mis ojos para concentrarme en la comodidad del lugar, un sentimiento extraño me invadió, mi cabeza no dejaba de pensar en que ya conocía este sitio con anterioridad, pero mi mente no tenía en claro en qué momento de mi vida fue.
Opte por ignorarlo y disfrutar de esa tranquilidad que hace años no sentía.

No sé cuánto tiempo estuve así, pero me levante después de sentir un leve olor a chocolate que invadió mis fosas nasales.

Venia de aquella casa que mientras más la observaba, más presente se me hacía un impulso de querer ingresar a ese lugar.

Me acerque a paso lento, subí las escaleras y me encontré con una habitación que le daban un aspecto hogareño. No entendía por qué estaba aquí, pero me gustaba saber que había llegado. Un cama de sabanas moradas reposaba enfrente de la alcoba que permitía observar hacia fuera, el color de aquel tapado, llamó por completo mi atención.

“¡Qué bonito color!” pensé, “¿lo he visto antes?”, me acerque para acariciar la suave tela, sonreí ante aquel tacto tan esponjoso. Observe los demás muebles del lugar, había un sillón verde, un reproductor de música, una mesa con sillas a un lado de la alcoba, plantas que decoraban el lugar, y un espejo en dirección contraria en la que estaba.

Me acerque con tranquilidad hasta colocarme en frente de este, me sorprendió mirarme, note mi cabello negro, mis facciones delicadas, mi cuerpo trabajado cubierto con unos pantalones sueltos y una remera. Mis ojos eran del mismo color que las sábanas lo cual me dejo fascinado y a la vez extrañado, ¿Por qué había olvidado como lucia?
Aunque debo admitir que soy bastante joven y atractivo, sonreí de lado mientras observaba diferentes ángulos de mi cuerpo.

El sol comenzó a descender y de un salto me tire a la cómoda cama, inhalé el olor que desprendían las almohadas, llenándome con un dulce olor a cacao, que me hacía sentir seguro y protegido. Lentamente, logre quedarme dormido.

El sonido de la alarma de mi celular me despertó, y entre manotazos que daba logre apagarlo. Otra vez había tenido ese sueño que me dejaba totalmente extrañado. Cada cierto tiempo, soñaba con ese lugar que me dejaba con sentimientos a flor de piel, aunque al rato se me pasaba. Lo entendía como un recuerdo de una vida antigua en la que no tenía muchos detalles de quien fui en ese tiempo.

Me estire para luego dirigirme al baño de mi departamento, me di una ducha de agua caliente, me vestí y baje a la primera planta para desayunar.
Prepare algo simple y rápido, yogurt con cereales. Un bostezo solté mientras observaba por la ventana. El clima estaba bastante gris por las nubes que tapaban el sol. Lo que me anticipaba de llevar al trabajo un paraguas por la alta probabilidad de lluvia.

A pesar de estar en otoño, las lluvias eran bastantes fuertes y frías, lo que me obligaba a salir abrigado por las bajas temperaturas que se presentaban.

Anémona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora