Doblas

268 51 11
                                    

Vegetta.

No sabía que decir, y mi vecino tampoco aportaba mucho a la situación, nos habíamos quedado mirándonos sin decir nada. Aquello solo aumentaba mi incomodidad. 

-¿E-estás bien? –pregunté. 

-S-sí, solo… recordé algo pero –soltó un corto suspiro –no tengo en claro bien que era. 

-Ya veo…

-¿Estás bien, Samuel? –su mirada se clavó en mis ojos. Asentí sin decir nada, aquella sensación aún no abandonaba mi cuerpo. Decidí terminar el té para levantarme y retirarme de la mesa. Necesitaba moverme para despejarme un poco. 

-Creo que el cansancio nos está afectando, será mejor que vayas a dormir –sugerí. 

-Vale –se levantó para acercarme la tasa y dejarla a un lado de la mía.

-No te preocupes, yo limpio. 

-¿No vas a descansar? 

-Voy en cuanto termine –respondí sorprendentemente tranquilo. 

-Ok... 

Se retiró y en cuanto vi que desapareció de mi campo visual, solté un largo suspiro que me hizo relajar los músculos de mi cuerpo. 

-Será mejor que no piense demasiado las cosas –me dije a mi mismo. 

Kira se aproximó a mí y, pasando entre medio de mis piernas, maullaba para calmarme. Era una gran compañera, me dispuse a lavar las tasas para luego poder acostarme sobre el sofá. No quería estar en la misma habitación que ellos dos, necesitaba mi espacio para volver a sentirme tranquilo.

Gracias al pesar que sentía, logré quedarme dormido en menos de media hora. 

Las agujas marcaban el medio día, y yo como siempre, ya estaba preparando el almuerzo para tres. Nieves se había levantado temprano para ayudarme a hacer las compras. En cambio, su hermano, seguía durmiendo sin dar señales de vida. 

-Siempre es así, un holgazán –dijo ella –pero es buena gente, a pesar de sus defectos. 

-Tranquila, no pasa nada –sonreí.

Realmente no me importaba, y agradecía que se mantuviera ausente, aun no terminaba de asimilar lo que había sucedido en la madrugada, aunque quisiera ignorarlo, algo me decía que no se trataba de pura coincidencia. Algo más sucedía, pero no entendía el qué.

Normalmente no suelo enroscarme con estos temas, me obligaba mentalmente a dejar de pensar en ello, pero había algo en ese castaño que llamaba sumamente mi atención. Era la primera vez que un chico me parecía bastante atractivo. 

Mientras cocinada el guiso, vagos pensamientos invadieron mi cabeza. Nunca estuve enamorado de ninguna chica, si había salido con varias pero jamás formalicé nada. Ya que todas las relaciones que logré tener me aburrían por completo. 

Esa era la razón principal por la que me terminaban, siempre me tomé a bien las rupturas, sinceramente, era como sacarse un peso de encima. ¿Es extraño querer estar solo? O ¿será que aún no conozco a esa persona ideal?

Ni siquiera sé porque me preocupo por este tema…

¿Acaso me siento atraído por Rubén? 

Negué con la cabeza mientras me sonrojaba por tal idea. Levante ambas manos para cubrir mi rostro, ¿cómo había sido capaz de pensar en algo así? ¡¿Acaso estoy perdiendo la cordura?! 

Dejé caer una mano mientras que, con la otra, tapaba mi nariz y boca. Mis mejillas ardían y mi corazón no dejaba de latir con fuerza. 

¿Qué es lo que me sucede? 

¿Por qué mi corazón se acelera de tan solo pensar en Rubén? 

Acaso él… ¿me gusta? 

-¡Samuel! –la voz aguda de Nieves me sacó abruptamente de mis pensamientos. 

-¿S-si? –respondí nervioso. Ella me miró confundida para luego señalarme la olla.

-Dejaste de revolver la comida, puede pegarse –comentó.

-A-ah… si –en un rápido movimiento tomé el cucharon de madera para continuar revolviendo. Solté un largo suspiro ante mi torpe actitud, estaba haciendo el ridículo al frente de esta chica.

-¿Está todo bien? –aquella voz paralizó mis movimientos, pero rápidamente continué disimulando mi nerviosismo. 

Mi vecino se adentró a la cocina mientras bostezaba, Nieves se giró no sin antes dirigirme una corta mirada. Había notado mi inquietud. 

-Hasta que al fin despiertas –dijo ella, agradecí que no comentara sobre el tema.

-Me hubieras hablado para ayudar –sentí que se aproximaba, mis músculos se tensaron al sentir el olor a dentífrico que desprendía de él, recién salía del lavado, aunque de reojo pude ver que se mantenía despeinado -¿Qué estás cocinando? –preguntó.

-Comida –respondí indiferente, escuché un bufido de parte de él.

-Me recuerdas a mi madre –mencionó.

Se alejó para poder servirse agua del grifo, yo me mantuve callado mientras que ellos iniciaban una conversación  de la cual no fui muy partícipe. 

Terminé de cocinar y serví a cada uno un plato de guiso, ellos me felicitaron por el buen sabor que la comida tenia, haciendo sonreír por los cumplidos. Sin que ninguno de los dos se percatara, en especial Nieves, miraba los ojos verdes del castaño, sus pupilas se encontraban dilatas mientras devoraba el plato de comida. 

Casi no había podido comer, por distraerme con sus movimientos. Como por ejemplo, la percusión que hacía con los dedos de su mano sobre la mesa, como soplaba cada bocado antes de llevárselo a la boca, como cerraba los ojos mientras saboreaba gustoso cada uno de ellos, en fin, parecía que se deleitaba por todo. 

Dentro de mí, comenzó a crecer una cálida sensación que me hacía sentir extrañamente bien y mal a la vez, como si aquel sentimiento siempre hubiera estado presente, pero ahora mismo, yo era consciente de su existencia.

¿Qué es esto que me haces sentir Doblas?

🍀

Jejejejeje demoré un poco para actualizar... Lo sé :'v

Tuve problemas en casa que me dieron un bloqueo mental, pronto actualizaré un cap más largo.

Esto sería una anticipación para lo que se viene uwu

Pienso que les va a gustar, asi que sin más que decir...

Espero que lo hayan disfrutado.

¡Os quiero!

💕

Anémona Donde viven las historias. Descúbrelo ahora