Madrugada en recuerdo.

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  Tu piel desnuda, iluminada por las llamas de una chimenea vieja, me tentaban a el más placentero de los pecados; hacerlo en el centro del salón, sin temor a quién nos viera era uno mis deseos más íntimos.

Recuerdo ese día, eran casi las 2 de la madrugada y aún insistías en que no tenías sueño, hacerte mía fue mi último intento.

  Cuando me desperté, te encontré aferrándote a mi pecho, mezclando te en mi piel; tenías los ojos cerrados, creo que sí logré hacer que te durmieras después de todo.  

Cuando el Aburrimiento Trae LetraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora