"Astrid"
Astrid siempre se ha odiado a si misma. Cada vez que se mira al espejo, se deprime. Su reflejo es algo que ella intenta evitar. Desde pequeña tuvo el pelo de un color muy claro. Un rubio muy claro, siempre fue muy pálida y tenía los labios finos y quemados. Sus ojos eran grises y muy misteriosos. Nunca se ha gustado. Desde pequeña le ha gustado pasar desapercibida, en vez de ir a jugar al parque con otros niños, se quedaba sentada en su cuarto escribiendo cuentos. Siempre fue una niña diferente.
Es una muchacha de buenas notas. Tiene mucho tiempo libre para estudiar, pero nunca le ha entusiasmado relacionarse con gente. A lo largo de su vida, solo ha tenido un amigo, se llamaba Jake, un día se mudó y Astrid no volvió a saber de él.
Es duro, estar tan sola como ella estaba. Y de repente aparece Ray, un chico guapo, gracioso, con moto...
Astrid se tuvo que tragar su orgullo y llamarle, le había juzgado tanto a Ray que por un momento le odió, pero se da cuenta de lo que le hace falta alguien en su vida. Astrid coge el teléfono y marca su número.
- ¿Sí?
Suena una voz suave y melodiosa. Es la voz de una mujer.
- ¿Es el número de Ray?
- Si, ahora mismo él está duchándose.
- Pero...¿Con quién hablo?
- Soy su novia Tara. ¿Quién eres tú?
Astrid cuelga el teléfono, se queda de piedra por un momento. Una lágrima cae lentamente sobre sus pómulos. No se podía creer lo ocurrido. Ahora quedó claro porque la llevo a la playa más lejana del pueblo y luego se encerraron en la cafetería, él tenía novia y no quería que nadie les viese.
Otra lágrima vuelve a caer. Y otra y otra. Rompe a llorar. Ha sido víctima de un engaño. Nunca se ha sentido así, nunca ha tenido novio y nunca habia experimentado la horrible sensación de ser engañada.
Ha pasado todo el día triste en su cuarto. Una chica normal, llamaría a su amiga para contarle lo ocurrido. Pero Astrid no tenía a nadie a quien contarle su apuñalada.