Todo el mundo la rodeaba, estaba en el suelo con los libros tirados. Se sentía acosada y se podían escuchar sus llantos.
- ¡Dejadla!
Esa voz le resultaba familiar a Astrid. Le daba una sensación agridulce. Era Ray. Todos se fueron corriendo pensando que Ray era algún familiar.
- Cuéntamelo todo.
Pero Astrid no podía mirarle a la cara. Otra vez más, su orgullo, que cada vez disminuía se lo impedía. Pero lo que no pudo evitar fue llorar, sollozar, gritar. Ray la abrazó y la dijo mirándola a los ojos:
- Quedate tranquila, vámonos a tomar algo y me lo cuentas todo, ¿vale?
Astrid estaba entre los brazos de Ray, para ella eran un refugio, un chaleco antibalas. Cuando estaba con él se sentía segura. Su orgullo perdió la batalla a la que se enfrentó con su corazón. Astrid se odiaba.
Hola chicos, muchos me decís que siga y así. Lo siento por no escribir durante navidad, pero es que no tuve tiempo. Y sé que este capítulo es corto pero a continuación viene otro más largo.
Besos
Vuestra sarah