¿Qué será de ti?

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Nuevamente quiero agradecer a todos los que siguen está pequeña historia, muchas gracias por sus comentarios y votos, me gusta que también me comparten sus ideas para continuarla.

Sin nada más que decir, está vez continuamos con algo más suave.

***

Una figura pequeña corría desde la sala y atravesaba un estrecho pasillo que parecía no tener fin. En más de una ocasión tropezando entre las sombras, escucho tras de si el acercarse de un jadeo acompañado de unos pesados pasos.

Por más que la pequeña corriera a la entrada de la alcoba, esta se percibía cada vez más lejana del alcance de sus pequeñas manitas. Sin importar la ventaja que les llevase, sabía que no tenía oportunidad de seguir escapando. Algún día la atraparía.

-¡Ven aquí mi amor!- Dijo la voz de su madre, que con tono temeroso la llamaba. -Ven aquí cariño, no tengas miedo, él no va a lastimarte. - Y tras una pausa un fuerte grito - ¡Maldita sea! ¡Vuelve aquí mocosa!

¡Pum! Se escucho el golpe de la puerta de la habitación, que se cerraba tras de si. La pequeña coloco el seguro de esta y empezó a llorar preguntándose ¿Si acaso se encontraba segura mientras siguiera en aquel lugar?

Un fuerte golpe hizo retumbar la puerta y las paredes de la habitación. Las bisagras se doblaron y todo se volvió tinieblas. ¡Salta por la ventana! Pensó la pequeña niña de cabello castaño y ojos azules.

La pequeña Lazuli se asomo por la ventana y miro a las estrellas y a la luna, deseo en lo más profundo de su ser el tener un par de alas y huir, tomando vuelo desde el marco de aquella única vista.

Escucho la voz de su madre llamarle junto al azotar de la puerta, pero la pequeña prefirió ignorarla.

La niña no lo dudo y alzo los brazos para aletear y salto tan fuerte como pudo. Se estiro con la esperanza de si quiera alcanzar el edificio que estaba más allá.

Con ilusión miro las estrellas y a la luna, pero estás no se hicieron más grandes como se las había imagino, si no que se alejaron de sus manos. Empezó a caer y un nuevo miedo se hizo presente en la pequeña de ojos azules.

Pero no había como dar un paso atrás en busca de su libertad...

***

Lapis se despertó de repente en su propia cama, asustada y bañada en sudor frío pero a salvo. La joven sacudió la cabeza mientras contuvo un grito de malestar. No quería recordarlo, no quería revivirlo, pero ahí estaba otra vez.

-¿Esta usted bien?- Pregunto una tímida voz proveniente del marco de la puerta. Era Steven quien a pesar de tener complicado el mantenerse en pie se había acercado hasta la entrada del cuarto. -Lapis Lazuli ¿Se encuentra usted bien? - Insistió con preocupación.

-Si, estoy bien. -Respondió Lazuli haciéndose a la idea de que aquello no era más que un mal sueño. -Te lo dije Steven, solo dime Lapis, el que me llames también por mi apellido me hace sentir rara, y también evita el hablarme de usted.

-Bueno, Lapis, ¿La señorita Perla se encuentra bien? -Él chico miro a los pies de la cama. -Ella se ve algo incómoda.

Lazuli volteo a ver en la misma dirección y se topó con Perla quien se encontraba arrodillada sobre el suelo y con a penas medio cuerpo subido a la cama.

-Diablos Perla, se te han subido de nuevo las copas. ¿Cuánto ha bebido de la botella?- Miro Lapis a Steven.

-Se la termino y trajo dos más después de que usted, es decir después de que te fueras a dormir.

El cantar de los caídos. Lapiven AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora