Ya llevaba dos semanas en este lugar, todo marchaba bien, trate de no mezclarme mucho con los demás empleados, pero fue casi imposible.
Pasaba demasiado tiempo con Sarah e incluso comía con ella, empece a hablar con un ayudante de meseros, el cuál era muy lindo conmigo. Me llevaba mi café a mi lugar o nos esperaba a la hora de la salida para irnos todos juntos.-Mira debes de poner esta orden en esta cajita y de ahí mandarlo a la comandera de la cocina, para que el chef cante la orden para llevar.- Me explicaba Sarah-
-Hola, chicas, disculpen deje mi paraguas por la mañana abajo de su teclado podrían darmelo. -cuando levante la mirada, era el cocinero que había visto el primer día que estuve aquí, me puse muy nerviosa, incluso sentía mi cara un poco caliente de las mejillas, me sentía como tomate.
-Si, Albert- Sarah, se agacho a buscar el paraguas y se lo entregó
-Gracias, hasta mañana.- Volteo a verme y checo su salida en el reloj.Los siguientes días, lo veía pasar hacia el salón, por una cuchara o incluso venia a mi lugar a pedirme hojas blancas. Siempre lo veía y me ponía nerviosa.
Un lunes que salíamos temprano todos, me encontraba buscando mis cosas para salir y lo vi muy desesperado buscando su chamarra, volteo a verme y me sonrío.
-Tu tomaste mi chamarra- Se empezó a reir.
-No, yo no la tome, búscala bien- Le conteste y me voltee y vi la chamarra abajo de una mesa donde yo tenía mi bolsa-¿Es esta? - Le pregunte- Volteo a verme y comenzó a reír, tomo la chamarra y se la puso.
-Gracias, ¿alguien va hacía el sur? -Preguntó a los demás, todos le contestaron que no, y volteo a verme esperando a que yo le respondiera, le sonreí y me dirigí a la puerta de salida y tome mi camino a casa.
Los últimos días lo notaba serio, trate de no darle importancia.
Recuerdo que era viernes y venia subiendo las escaleras de la puerta del personal que da hacia la cocina cuando me encontré con Frank, el era el ayudante de mesero con el que me llevaba muy bien.-Oye Sophie, alguien que no soy yo quiere tu número. -Lo primero que pensé fue en Albert, me emocione, trate de disimular un poco.
-Ah si? ¿Quien?- Pregunté en tono serio
-Es alguien de la cocina, es lo único que te puedo decir -subí la mirada hacia la cocina y lo vi ahí parado, sonriéndome.
-Dile que no te lo voy a pasar, que debería de pedírmelo él. -Subí un poco la voz para que él escuchara y me dirigí a mi lugar, Sarah ya estaba ahí, ella ya se había percatado de las miradas que intercambiábamos Albert y yo e incluso me dijo que era un niño muy lindo.
Se acercaba la hora de la comida y Sarah estaba en la terraza, mientras yo cubría el turno con Bere, casi no hablaba con ella, no me inspiraba confianza. Cuando sonó el timbre para salir a comer, tome mi teléfono y esperé a Sarah, los viernes podíamos pedir cualquier cosa de la carta y decidimos pedir un pastel para compartirlo entre las dos.
Sarah ya había acomodado una mesa para sentarnos juntas, pero me di cuenta de que se estaba secreteando con los demás meseros, todos se sentaron con ella y no me habían dejado un lugar para poder sentarme, me quede parada viendo a Sarah quien solo se reía.-Pequeña, lo siento, todos llegaron a sentarse aquí, pero puedes sentarte con Albert, no te hará nada -Me guiñó el ojo y voltee a verlo.
-¿Está ocupado? -Le pregunte, quien solo me hizo una seña de que tomara asiento.
-Gracias- Me puse muy nerviosa y trate de comer, tranquila. Pude observar que el no comía lo que todos comíamos. Quizá tendrá algún permiso por parte de la señora para comer diferente.
- Y bien, ¿me vas a pasar tu número? -Me pregunto serio y comencé a reírme.
-Sabía que eras tú, pensé que ya lo tenías. ¿No me preguntarás mi nombre?
-No hace falta, ya te investigue. -Volteó a verme y me sonrío.
-No lo dudo- Bromee, me puse más nerviosa- mi número es. 5482047901- Tecleo en número en su móvil y me sonrío, siguió comiendo y yo también.
Sarah se acercó a mi y me dio la mitad de nuestro postre, el cual no me agradó a simple vista, Albert vio mi cara de asco y empezó a reírse.
-Sarah, pero no tengo cuchara y mi tenedor esta sucio, si quieres puedes comer el resto tu.- Voltee a ver a Albert, quien tomó una cuchara que llevaba aún costado de su filipina y me la dio, Sarah volteo a verlo con ternura y yo estaba que me moría, era muy lindo.
-Que disfrutes tu postre- Me dijo, poniendo la cuchara en el plato del postre, se levanto de la mesa y se dirigió a la cocina- Sentí que las mejillas me iban a explotar.
Termine de comer y me moví a mi lugar, el día iba bien. Por la tarde al terminar la jornada de trabajo me dirigí a casa con la esperanza de que me escribiera, pero no lo hizo.