La rutina casi siempre era la misma por las mañanas, despertaba temprano a Shouyou y lo obligaba a ir a tomar una ducha para despabilarse, este le recriminaba por despertarlo dos horas más temprano de lo que debería pero obedecía. Caminaba tranquilamente hasta su pequeña cocina y ponía agua a hervir. Luego se dirigía al cuarto, tomaba la ropa sucia y la ponía en el lavarropas.
– ¿Kageyama dónde está mi camiseta de Karasuno? La que usé ayer. – interrogó Hinata acercándose a su novio tapado casi por completo por una gruesa manta, su cabello derramaba algunas gotitas de agua y estaba descalzo.
– Se está lavando. – respondió simplemente, dirigiéndose a la sala para prender la calefacción, si no fuese por ese bendito aparato Hinata estaría resfriado la mayor parte del año. Su humor estaba bien esa mañana, no quería ponerse a pensar en lo descuidado que solía ser su pareja.
– ¿¡Qué?! ¡Pero iba a usarla hoy! ¡Es mi favorita! – exclamó enfadado el de cabellos naranjas, Kageyama le lanzó una mirada intimidante, la cosa era simple, si Hinata estaba enojado, Kageyama también lo estaría, pero no ese enojo que permanecía siempre en su rostro, si no ese "enojo" de verdad. – Quiero que el capitán, Suga-san, Nishinoya-sempai, Tanaka-sempai y los demás me vean usándola esta tarde. – comentó en un tono triste y apagado, el equipo volvería a reunirse y quería que todos vieran que no había olvidado a Karasuno y nunca lo olvidaría, aquellos que lo habían ayudado a volar cuando era tan solo un pequeño curvo sin experiencia.
– Puedes usar la mía. – comentó el pelinegro con obviedad, amaba a Hinata, pero ¿Era necesario que hiciera de todo un drama? Suspiró pasando hacia la cocina, colocó tostadas en un plato, algunos huevos fritos, una taza de café para él, jugo para Hinata, mermelada, manteca, puso arroz a cocinarse para preparar un bento para más tarde... ¡Nadie vería si traía o no la camiseta! Estaban en pleno invierno, no dejaría que ese idiota anduviera tan desabrigado. – ¡Ya está el desayuno, apúrate o llegaremos tarde! – exclamó, Shouyou estaría en la habitación cambiándose, se giró hacia la entrada y del perchero recogió una gruesa campera negra, en ese momento su pequeño novio se acercó alegremente a la mesa vestido con unos jeans oscuros, sus zapatillas y únicamente la remera de 9 de Karasuno de Kageyama que le iba un poco grande, no demasiado, ya que podía presumir alegremente que había crecido varios centímetros desde entonces, claro que todos lo habían hecho y por eso no se notaba la diferencia, pensó desanimado.
Estaba por tomar asiento cuando fue interceptado por su novio con una toalla en la mano, la cual pasó por su cabello hasta lograr que dejaran de caer gotitas de agua y lo envolvió con la gruesa campera.
– ¡Kageyama! No tengo frío, no necesitas abrigarme tanto. - se quejó, el pelinegro colocó un plato frente a él evitando su mirada. Hinata pensó que Kageyama podía ser una buena madre mandona y gruñona, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no reírse a carcajadas ante su propio pensamiento.
– Desayuna de una buena vez y deja de quejarte tanto, idiota. – dijo Tobio tomando asiento a su lado mientras una sutil sonrisa se instalaba en el rostro de Shouyou.
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La verdad después de leer este me dieron ganas de cambiar muchísimas cosas pero decidí que mejor lo dejaba para plasmarlo en otras historias. Saludos!
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Junto a ti
Romansa- Eres el mejor idiota que ha llegado a mi vida, y el único al que amo.- dijo Kageyama evitando su mirada para que no notara su sonrojo. Hinata lo abrazó, después de todo, lo que vale es el esfuerzo ¿Cierto? Conjunto de historias con momentos en la...