FOR THE FIRST TIME || Finn Shelby

Capítulo 3 ❘ Sé hombre

F I N N

Era común que junto a Isaiah pasáramos tardes enteras en El Garrison. Siempre y cuando Thomas no tuviera algún encargo para nosotros. Frecuente era que malgastáramos unos cuantos cigarrillos y bebiéramos la botella completa de Whisky que Mickie nos ofrecía a segundos de situarnos en el privado. Para que al llegar la noche Isaiah se largará con alguna de las tantas chicas deambulando por Small Heath. Nos sentíamos los jodidos dueños del mundo.

-¡Eh, Mickie!. -dije al chico tras la barra. –Esta vez tomaremos una de Ginebra. –señale la botella que yacía a sus espaldas. Sin embargo antes que la lograra alcanzar, Arthur entro en el Pub.

-Deja eso es su lugar Mickie. –ordenó mi hermano mayor, e involuntariamente el tipo hizo lo que Arthur pidió. Se acercó a la mesa ubicada en el centro de la habitación, observando las botellas que con anterioridad permanecían llenas. Negó. –Polly quiso que viniera por ti. Debes ir a la sala de apuestas. –encogió sus hombros al notar mi rostro lleno de confusión.

-Tal vez Poll haya conseguido una puta para ti, hermano. –rió Isaiah a mi derecha, alistando un billete para luego inhalar el escaso polvo blanco que permanecía sobre la mesa.

-Hablas mierda. –dije, apuntando su cuerpo con el dedo índice. Acomode la gorra sobre mi cabeza y tome la arma tumbada en la mesa, para esta vez, guardarla en la funda sobaquera que llevaba bajo el saco.

-Ve tranquilo. –carcajeó Arthur. –Que de hacer compañía a Isaiah me encargo yo. –palmeó la espalda de mi amigo.




Al salir del pub encontré a Jeremiah predicando en la acera de enfrente. Lo saludé con un pequeño asentimiento de arriba abajo, que correspondió al instante. Para sin más, bajar la mirada con ambas manos inmersas en los bolsillos del abrigo, continuando mi camino. No era demasiado lo que debía recorrer. Tres minutos tal vez.

Después de un rato pude divisar a Tía Polly fuera del lugar.

-Aquí estoy Poll. –abrí los brazos en señal de haber llegado.

-¡Eh! Tía Poll para ti, Finn. -advirtió con su dedo índice. Rodé los ojos ante su pequeño regaño.

-¿Y bien?. –inquirí, levantando una ceja.

-Ve al segundo piso, Lizzie espera por ti. –dijo sin rodeos, apuntando esta vez la planta de arriba.

-¿Para qué?. –la interrogue una vez más.

-Demasiadas preguntas, ¿No crees?-.

-En realidad, eso último también lo fue. –dije burlándome de ella. Por su parte solo enarcó una ceja soltando el humo de sus pulmones. Reí levantando las manos en señal de paz.

-Solo sube, Finn. Dijo que tenía algunas dudas con las apuestas, por la jornada de hoy, caballos y esas cosas. Ya sabes-.

-Está bien. –articulé un tanto dudoso, mientras la miraba de reojo.

-La puerta está abierta. Suerte. –me lanzó esa sonrisa cómplice que tanto la caracterizaba. Y para cuando quise contestar, fue demasiado tarde, dio vuelta la esquina perdiéndola de vista.

Sin esperar más, entre a la sala, que para ese entonces ya se encontraba vacía a comparación por la mañana. Ubique las escaleras para comenzar a subirlas. ¿Qué dudas tendría Lizzie? Ella ha estado oficialmente mucho más tiempo en este negocio. Era ilógico.

Llegando a la segunda planta no había rastro alguno de ella, al menos en la única oficina que se situaba allí.

-¡Lizzie!. –medio grite. Me dirigí al baño, pensando que podría estar allí. Nada. –Carajo. –susurre. –Juro por Dios que si esto es una broma. . . –ni siquiera acabe la frase, al oír crujir la vieja madera del piso. Lleve lentamente la mano al arma que descansaba bajo mi brazo. -¿Quién está ahí?. –dije lo suficientemente alto para que el individuo pudiera escuchar.