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Capítulo veintidós.


Lucía;

Valentín apretó mis caderas, ahora apoderándose de todo mi cuerpo. Me levantó suavemente, sin esfuerzo alguno, para acostarme sobre el sillón y luego posicionándose encima mío con cuidado de no aplastarme. Le fui sacando la poca ropa que tenía poco a poco. Amaba hacerlo. Hacérselo a ella. Sacarle la ropa con tanto deseo. Era hermosa. Y no podía dejar de admitir las terribles ganas de cojermela que tenía.

Me encargué de bajar su pantalón junto con su bóxer, rozando en incontables ocasiones su gran miembro. Erecto. Listo para mi. Para hacerme disfrutar. Se acomodó encima mío, y comenzó a rozar la entrada de mi feminidad con su enorme pija.

- ¿Te gusta? - Preguntó él. ¿Qué si me gustaba?. ¿Acaso no se daba cuenta que no soportaba un segundo más de no tenerlo dentro mío?. Me encantaba. Su miembro crecía cada vez más, a punto de explotar. Ver a Lucía desnuda, completa y totalmente toda para mi no se comparaba con nada. Me calentaba. Y me dejaba con ganas de más y más. Seguí frotando mi pija contra su clitoris, estimulandolo, observando cada movimiento y escuchando cada gemido y jadeo que ella emitía. Ella relamió sus labios.

- Me encanta. - Respondí con la voz ahogada. - Más... quiero más. - Los ojos de Valentín se iluminaron, se llenaron de placer y lujuria.

- ¿Más? - Preguntó el con voz seductora, ronca, el pelo despeinado y con la sonrisa más pícara que podía tener. Estaba provocandome.

- ¡Sí, más! - Grité, no quería pasar ni un segundo más sin sentir su gran miembro dentro mío. Él sonrió. Eso fue lo siguiente que hizo. Me embistió con fuerza. Con todas sus putas fuerzas, haciéndome gritar de placer y al sentir el impacto sorprendiendome.

- Mhm, sí... sí... - Gimió ella. Volví a sacar mi pija de su interior. Le estaba gustando. Mucho. Muchísimo. Esto nunca fallaba, sabía que la calentaba aún más. Volví a bombearla con fuerza. Lucía tomó mi espalda clavando sus cortas uñas en esta, no me molestaba, al contrario, me calentaba aún más. Mi pija estaba completamente dentro de ella, hasta a mi me costaba respirar. La escuché gemir un par de veces más. Quería que ella también terminara. Volví mis movimientos cada vez más rápidos, me encantaba. La agarré de sus muslos y me concentré en mi siguiente misión.

Hacerla acabar.

Sentí como él apretaba mi orto con fuerza, haciéndome sentir un dolor placentero.

- ¡Valen! - Él se excitó aún más al escucharme gritar su nombre. Quería verla llegar al orgasmo, gritando mi nombre hasta que las piernas le temblaran, hasta que la voz se le pusiera ronca. Hasta que no sintiera más sus caderas.

Siguió cojiendome, me encantaba. Estaba a gusto con él. No me molestaba si tardaba un poco, simplemente me gustaba hacerlo con él. Entraba y salía de mi cavidad con tanta facilidad. Ya estaba pensando que si seguía así, el que iba a acabar iba a ser yo. La apreté más contra mi. Podía sentir desde acá lo mojada que estaba. Por fin, una vez más, la embestí. Ella volvió a gritar. Esta vez moviendo sus caderas conmigo, pidiendo que me mueva más y más rápido. Todo con un buen ritmo. Mientras yo la penetraba, ella levantaba su cadera.

Por fin, mi orgasmo llegó, su pija se cubrió de mis fluidos. Me sentí liberada. Respiré con tranquilidad mientras él bajaba la rapidez de sus embestidas.

- Ah.. Dios. - Dije apenas con un hilo de voz. Esto había estado jodidamente bueno.

Él terminó y sólo se dedicó a abrazarme. Me apretó fuerte. Por fin habíamos llegado juntos al orgasmo. Involuntariamente corrió el pelo que cubría mi frente y la besó con ternura. Yo solté un suspiro. Exhausta. Esta vez se había sentido diferente. No sabía por qué, pero no había sido un simple polvo más.

No me había cojido a una más. Se había sentido de otra manera. Se había sentido como si en esta historia sólo importaramos nosotros dos. Solos. Y sin ninguna preocupación. Había escuchado y sentido cada gemido de ella, cada palabra, cada respiración, cada caricia. Esta vez había sentido algo más. Nunca había llegado al orgasmo con una mujer de esta forma. Nunca lo había entregado todo a una mujer. A nadie. Y es que nunca había sentido esa necesidad de tener a alguien conmigo todo el día, porque nunca había necesitado a una persona. Porque con el simple hecho de que Lucía me haya dicho que quería irse conmigo, que conmigo se sentía diferente... me había hecho reaccionar. Me habían dado unas inmensas ganas de decirle que yo también quería que nos vayamos juntos, pase lo que pase. Jamás permitiría que ningún pelotudo la tocara. Porque Lucía era mía, mi loca. Porque Lucía era mi secuestrada. Y esta noche, habíamos hecho el amor como nunca lo había hecho con nadie más. Y eso sólo significaba una cosa.


💥💥💥

¿les va gustando ? Pueden ser sinceras y decirme la verdad porfi 🙏🙏🙏😭😭
Quedan 2 o 3 capítulos y esta novela llega a su fin):

Si quieren que haga maratón, déjenme en comentarios, gracias por leer, les debo todo 🎀💖

Secuestrada.- WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora