Capítulo ocho.
Lucía;
Me había dejado encerrada en el departamento, bah, sucucho. Miles de candados, barras de acero que sólo un experto en seguridad o la CIA podría descifrar, o sea, él. Después de retirar la plata de Lucía, había puesto la cantidad en una caja fuerte bajo llave y clave que estaba escondida en una pequeña parte del lugar. De todas maneras, había dejado suficiente plata fuera como para comprar cosas necesarias, como comida, y alguna que otra ropa de segunda marca que le compraría a Lucía, tanteando. Ni siquiera sé su talle.
Y después de algunas horas, había vuelto al lugar donde... vivíamos.
- Mierda. - Me dije a mi mismo al abrir la cerradura. Me había agarrado el dedo con no sé qué fierro y casi me lo hago pelota. Cerré la puerta y observé a Lucía con una sonrisa radiante, tendida en el sillón, y con una lata de cerveza en la mano.
- Bua, recién llegas y ya estás insultando. - Dijo quejándose.
- No te lo dije a vos, es que.. ¿estás en pedo?
- ¿Yo? - Preguntó ella sorprendida, al mismo tiempo que soltaba una carcajada. La lata de cerveza rebotó, cayendo al suelo.
Negué con la cabeza y dejé un bolso en el que tenía más plata en la mesa, y con la otra mano dejé la pizza en la misma.
- Te dejo sola apenas una hora y haces esto. - Le dije algo enojado pero no tanto. De alguna manera me.. ¿gustaba? Verla así, sonreír. - Te traje ropa y comida. - Dejé la bolsa de ropa en el sillón. - Na, no puede ser. ¿Me estás jodiendo? Sos peor que una nena, todo el pack de Heineken te me tomaste.. y ni siquiera.. - Cuando pause, me percaté de que hablaba solo. La vi tendida, tenía los ojos levemente cerrados en un descanso profundo. Bonita. Muy bonita. Quizá fue por algo que había terminado eligiendola a ella entre las cinco minas. Capaz eso quería decir algo, pero ni ganas de ponerme a pensar pelotudeces. La levanté en mis brazos con cuidado de no despertarla. Los borrachos son más duros que una piedra, la puta madre. De todas maneras, igual tuve cuidado. Mis manos se aferraron a sus muslos, teniéndola con firmeza. Caminé hacia la habitación, abriendo la puerta con una sola mano, mis músculos se tensaron cuando tuve que acostarla en el piso, básicamente. 《Todo mi pack de latitas Heineken.》- resonó en mi cabeza. Y una leve sonrisa salió de mis labios.
- Perdón... - Habló ella abriendo los ojos suavemente, y no sé por qué, pero me puse algo nervioso.
- ¿Por qué?
- Por tomarme todo...
- No pasa nada.
- Pero estabas enojado recién.
- Ahora te digo que no importa, ya fue. - Intenté irme del lugar, y cuando estaba a punto de pararme sentí sus tibias manos agarrarme del brazo.
- No te vayas... - Me pidió en susurros. La miré a los ojos, era inevitable no hacerlo cuando me necesitaba. Se sentía raramente bien cuando la miraba fijo. - Dale, quedate.. - Murmuró, ahora acariciandome el brazo con suavidad, y cómo me gustaba sentirla. Observé sus pequeñas manos. Mierda. ¿Qué carajo tiene que me hace poner tan nervioso?
- ¿Para qué? - Pregunté sin querer saber la respuesta, me moría de ganas de quedarme ahí con ella. Era raro.
- No sé.. - Me empujó hasta ella, esta vez para que me acostara al lado suyo. Caí tendido. Se me había ido la fuerza de golpe. De pronto me encontraba hechizado por ella y sus exquisitas caricias. - Tal vez para que me digas tu nombre.
- Pensé que lo sabías.. - Doblé mis brazos y los puse detrás de mi cabeza, en la nuca. - Valentín. Valentín Oliva.
- ¿Y por qué lo de ayer? - Preguntó curiosa, aunque no sabía de qué hablaba ahora. - ¿Qué cosa?
- ¿Por qué frenaste? - Que cierto eso que dicen que los borrachos son los más sinceros. - Porque vos no querías. - Le respondí sin sobresaltarme, no valía la pena volver a enojarme.
- ¿Cómo sabes? - Ahora se dio vuelta, cayendo sobre mi torso. Posicioné mis ojos sobre los de ella nuevamente, ahora habían vuelto las ganas que le tenía, que eran muchas, muchísimas. Relamí mis labios. Necesitaba hacer mío cada centímetro de su boca.
- ¿No es así? - Pregunté. Mi brazo izquierdo rodeó su cintura por detrás. Haciendo que nuestros cuerpos estén cada vez más pegados.
- No... - Respondió ella. Mierda. ¿Lo dice sólo porque está en pedo? O por que.. ¿de verdad lo siente así? - Valentín... - Las ganas aumentaron aún más cuando la escuché decir mi nombre, imaginandomela gritando ahora mismo. Con la garganta ronca, gimiendo. - ¿Me das un beso? - Me pidió. Sí. Mil veces sí.
💥💥💥
Buenas gentusaaa
Acá les dejo el.1er cap de la "maratón"que se me ocurrió hacer para agradecerles todo el apoyo que me dan todos los días 💗 en serio son enormes.
Che, pregunta. Se entiende eso que trato de hacer cuando cambio de "pensamientos" (?) Ahre. Na posta, entienden tipo lo que trato de hacer??? Como que me gustaría que vayan sabiendo los pensamientos de ambos en simultáneo, a medida que pasan las cosas.
Comenten y voten si les gustó, y si quieren que la siga, 💗💗💗💗💗ahre alto testamento que no va a leer ni mi vieja.