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Pasar toda la noche despierta por miedo a que tu compañero de habitación te viole, eso es feo. No poder pegar un ojo ni un solo minuto durante nueve horas, eso es feo. Ver como Milo duerme sin problema alguno mientras que yo no puedo ni siquiera cerrar mis ojos, eso es feo.
-¿Por qué esa cara?-preguntó sentándose en el sillón. No respondí.- Hey.-quiso llamar mi atención.- ¿Por qué me miras así?-dijo mientras se desperezaba.
-No dormí ni dos minutos en toda la noche.-dije con vos áspera. Rió.- ¿Cuál fue el chiste Manheim?
-¿Ya empiezas a atacarme desde tan temprano?-dijo ya levantándose del sillón.- Eso esta mal, ________.- me dijo. Fruncí el ceño.
-Tú empezaste.
-¿Yo?-arqueó una ceja mientras se sentaba al lado mío, del otro lado de la cama.- Tú me trataste mal.
-No, tu te reíste de mi cuando te conté que no había dormido.-dije enojada.- Aparte por si no sabes, cuando uno despierta, le dice "Buenos días" a la otra persona.-dije. Me sonrió y plantó un beso en mi mejilla.
-Buenos días mi amor.-susurró. Luego se levantó de la cama y entró al baño.
-Maldito sexy.-maldije en un murmuro.- ¿Quién te manda a ser tan lindo?-agregué golpeando el colchón bajo mi cuerpo.
Luego de un rato salió del baño. Solo lo cubría una blanca toalla que dejaba ver su torso desnudo. Abrió el armario y tiro toda la ropa que iba a usar, sobre la cama.
-¿No te has movido?-preguntó mientras pasaba una toalla por su cabello.
-No es de tu incumbencia.-dije antes de levantarme de la cama.
-Bueno, luego dices que yo soy el que empieza tratándote mal.-dijo haciéndose el ofendido.- Yo te dije "Buenos Días" tal y como tu querías, pero no me devolviste el saludo.- volteé a verlo y me hizo un puchero. Reí internamente, debo admitir que se veía hermoso.
-Buenos días Manheim .-dije antes de meterme en el baño.
Cerré la puerta con seguro y me deshice de mi ropa, dejándola en el suelo de baldosas. Abrí la ducha y esperé un rato a que se templara. Pronto me metí y aseé mi cuerpo. Shampoo y acondicionador, jabón y esponja.
Luego de ducharme, sequé mi cabello. Aun con la toalla que rodeaba mi cuerpo, lo cepillé y luego me dediqué a lavarme los dientes y maquillarme naturalmente.
Salí del baño y busqué ropa en el armario.
-¿Notaste que esta lloviendo?-dijo desde el sillón.
-No, ni siquiera he mirado...-un terrible sonido interrumpió mis palabras.- por la ventana.-concluí luego de estremecerme por el trueno.
-El cielo esta casi negro.-dijo como si estuviera emocionado.- Es raro porque ayer estaba súper despejado.-agregó. Lo miré y le sonreí levemente. Otro trueno se hizo notar y nos dejó sin luz.- Oh, mierda.-susurró tirando algo al suelo.
-¡Milo!-grité desde donde estaba. No se veía nada.- ¡Ven aquí! ¡Ven aquí!-agregué entre respiraciones agitadas. Señoras y señores, le presento mi mayor miedo, la oscuridad.
-¿Dónde estás?-dijo mientras tiraba otra cosa al suelo.- ¿Por qué hay tantos adornos en la habitación?-gritó enfadado.- Háblame.
-Aquí estoy.-dije asustada.- Apúrate.-dije intentando calmar mis nervios.
-Bueno, si, es que no veo el camino hasta allí.
-Milo, la habitación no es tan grande.-dije ofuscada.- Me estas poniendo de mal humor.
-¿Y cuando no lo has tenido?-dijo entre risas.
-Muérete.
-Tú y tus intentos de insultos.-carcajeó mientras hacía sonar algo contra el suelo.
-Tú y tu inutilidad.-está vez fue mi turno de burlarme.- Apúrate.
-Creo que ese fue mi celular.-dijo suspirando.- Sigue hablando.-me dijo.
-Milo, no me jodas, estas ahí parado mirándome, se ve tu sombra.-dije enojada. Rió.- Vamos, ven aquí.
-Bien, ahí voy.-dijo y vi como se movía.- Siendo las 8:00 am, el sol debe haber salido.-dijo pensando en el por qué de tanta oscuridad.
-Si, pero no mucho.-dije no muy segura.- Milo, camina, no te quedes estático.
-¿Estás en toalla?-dijo casi emocionado.
-Sí y ni se te ocurra hacer una obscenidad.
-Okey, okey, solo digo que la oscuridad me excita.-y caminó un centímetro más.- ¿aún quieres que vaya a tu lado?
-Si, ven aquí. Tengo miedo.-dije como una nena pequeña.- Pero te advierto que no quiero que me pongas una mano encima. ¿Entendido?
-Enten...- uno, dos, tres pasos y al suelo.
-¡Milo!-grité mientras intentaba buscar algo con que cubrirme.- ¡Me quitaste la toalla!- y risas de su parte. La luz volvió.- ¡Cúbrete los ojos!-grite desaforadamente. Rió mientras levantaba la cara para mirarme, estaba tirado en el suelo.
Me metí en la cama y me cubrí con las sabanas. Milo volvió a reír y se puso de pie. Fruncí el ceño mientras mis mejillas se tornaban rosadas.
-¿Quieres que te pase tu ropa o vienes por ella?-dijo agarrando el vestido negro que había tirado al suelo.
-Pásamelo.-dije cubriéndome con un almohadón.
Rió y luego me tiró el vestido seguido de la toalla. Se tiró en un sillón y se cubrió los ojos mientras reía.
-Ya puedes levantarte de allí y vestirte.-dijo entre tiernas risas.
-No mires.-dije mientras me levantaba.- Por favor.-agregué. Volvió a reír antes de contestarme.
-Si no estas segura, puedes irte al baño.-aconsejó. Si, eso era justamente lo que iba a hacer.
Me levante cubriéndome con la toalla y corrí al baño con la ropa en mano. Me coloqué el vestido y terminé de arreglarme. Salí y vi como Milo hablaba por teléfono, mejor dicho, gritaba al teléfono.
-Okey, ya, si, si, se lo que debo hacer.-dijo. La otra persona contestó, porque el silencio se hizo notorio y el volvió a contestar.- No, Ryan, entiende que no puedo.-nuevamente un silencio.- En México. Si, con _______.-siguió hablando.- Mi novia.-agregó. Sonreí mientras prendía el televisor.- Espera un segundo.-dijo y tapo la bocina.- ¿______?-llamó mi atención. Lo miré.
-¿Qué ocurre Milo?-pregunté indiferentemente.
-¿Te molestaría que pasemos unos días con un amigo?-dijo haciendo una mueca. Lo analicé un segundo. Si había una tercera persona entre nosotros, de seguro Milo no iba a acosarme.
-No, no hay problema.-sonreí y me devolvió la sonrisa.
-Gracias mi amor.- me dijo. Si, estaba actuando porque su amigo lo estaba escuchando.
-De nada cariño.-le sonreí falsamente y seguí viendo televisión. Escuché como seguía hablando.
-Claro que puedes, lo único que voy a pedirte es que te hospedes en otra habitación.-hizo una pausa y rió.- ¿Dos?-gritó.- ¿Y que paso con Jane?-volvió a reír. De seguro el chico había respondido.- Bueno, debo irme.-dijo parando con la risa.- Dale, nos vemos pasado mañana cuando vengas aquí.- escuchó la respuesta de su amigo.- Bueno, hasta luego.- finalizó la llamada.
-¿Quién era?-pregunté sin siquiera mirarlo.
-Ryan.-me dijo como si yo lo conociera de toda la vida. -Ah.-dije asintiendo con la cabeza.- ¿Y quién es ese? -¿Estás de preguntona hoy?-dijo burlón y se sentó a mi lado.
-No respondas, de todas maneras me da igual.
-Es mi mejor amigo.-dicho esto paso su brazo por mis hombros y dejo descansar su mano sobre mi hombro izquierdo.- Lo conozco, prácticamente, de toda la vida.
-Oh que bien.-dije sarcástica.- Quita tu brazo de mi cuerpo.-agregué mientras lo miraba con desafío.
-No entiendo para que preguntas si luego me hablas mal.-respondió a mi primer comentario.- Y no, no quitaré mi brazo de tu cuerpo porque ahora que viene mi amigo, quiero que actúes como mi hermosa y tierna novia.
-Oh, claro cariño.-dije fingiendo ternura.- Cuando quieras.-agregué. Me sonrió.- ¿En serio crees que haré algo por ti cuando tu nunca haces nada por mi?-fruncí el ceño. Me miró mal y luego respondió.
-Por favor.-dijo suplicante.- Son solo cinco días porque luego debe volver a Canadá.-hizo un puchero.
-Más que ternura me das ganas de vomitar.-le dije. Rió. -Me encanta cuando me odias.
-Loco psicópata.- dije sin entender el por qué de sus palabras.- A nadie le encanta que lo odien.-le dije. Rió.
-¿Vas a hacerme ese favor?-preguntó.
-¿Vas a hacerte una trencita?-dije sonriente. Ciertamente no me había quitado esa idea de la cabeza.
-Ni lo sueñes, para eso te escondo en el baño hasta que Ryan se vaya.-su humor había cambiado, como siempre cuando peleamos.
-Okey, como tú digas.-sonreí y volteé a ver televisión.
-Hey, no espera.-dijo besando mi mejilla. Volteé a verlo extrañada.
-¿Cuál es tu problema?-le dije enojada.
-¿El mío?-arqueó una ceja.- Ninguno, mi amor.- se acercó un poco más.- Creo que deberíamos empezar a llevarnos mejor si vamos a fingir frente a Ryan.
-Ja, eso nunca Milo, yo no voy a fingir nada.-le dije arrugando la nariz.
-Vamos ______, haré lo que quieras, menos hacerme una trencita o un tatuaje de esos que se van luego de semanas. Solo pide algo normal.-dijo. De verdad estaba desesperado.
-Voy a pensarlo.-dije sonriente. Tenía un plan.
-Piénsalo ahora, no hay prisa.-me sonrió.
-No, es que ahora quiero ver televisión.-le dije y desvié la mirada.
-Por favor.-suplicó.
-Okey, si lo haré, pero comencemos por que saques tu brazo de ahí.-le dije mientras quitaba su mano de mi hombro, él solo termino de sacarlo.
-Bien, dime... ¿Cuánto me costara esto?-preguntó.
-Y...-sonreí.- Necesito ropa, zapatos y una que otra cosa mas.-dije haciendo ojitos.
-Pensé que iba a ser peor.-sonrió.
-Para eso tardaremos todo el día en el centro comercial.-le sonreí. Su sonrisa desapareció.
-No, ______.-dijo.- Podemos ir luego del almuerzo y volver aquí a las 17:00 pm. Yo creo que eso es suficiente tiempo.
-Manheim -le dije.- Paso a informarte que, los locales de ropa abren luego de las 17:00 pm. -Bien, entonces vamos a esa hora.
-No, es que tenía ganas de ver una película.-dije arrastrando las palabras.
-Bueno, rentemos una.-me dijo. Que tacaño.
-En pantalla grande.-dije de la misma manera en la que había hablado antes.
-Tenemos un hermoso plasma.-me sonrió.
-¡EN EL CINE MILO! ¡EL CINE!-grité. Se sobresaltó y luego me miró con impresión.
-Okey, okey, era solo una sugerencia.-dijo levantándose del sillón.
-Y luego si vamos por ropa.-le sonreí. Interiormente moría de risa por su cara.
-Bueno, apúrate y te abrigas que hace frío.- me dijo mientras abría su parte del armario.
-Como diga señor Manheim .-le dije divertidamente. Pareció no hacerle gracia.- Que amargo eres.- dije cuando pase por al lado suyo. Me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo.
-Depende en el lugar que este.
-Disculpa.-volteé para quedar frente a frente.- Me falto decirte que eres un viejo, sexopata, también.- sonreí. Me plantó un beso.- Un día de estos saldrás con la cara como Barney.-le dije empujándolo.
-¿Qué tú vas a golpearme?-carcajeó.- Vamos, apúrate quiero irme.-palmeó mi trasero. -Ahora si veras Manheim .-me le tiré encima y ambos caímos en la cama.
-¡No, no! ¡Espera! Vas a dejarme sin cabello.-dijo intentando quitarme de encima suyo.- Es en serio, si no te quitas te empujare.-me amenazó. Hice caso omiso y golpeé su pecho.- ¡Te lo advertí!- tres segundos después, mi cuerpo yacía sobre el suelo.
-¡Maldito depravado sexual!-le grité haciendo que el riera.-
-Pareces una nena de la calle.-rió.
-Oh, disculpa, es que no soy una niña mimada y de plata como tu.-le dije histéricamente.- Y ¿sabes qué? No me considero una nena de la calle por hacerme respetar por un viejo depravado como tu.-le di una cachetada antes de entrar al baño.
Si, de seguro estarán pensando que lo único que hago es encerrarme en el baño. ¿Pero que más hacer? ¿Quedarme en la habitación junto a Milo? Eso, nunca.
-Vamos, ya sal de ahí.-dijo golpeando la puerta.
-No voy a salir.-dije sentándome contra la puerta.- Vete.
-¿A dónde quieres que me vaya?-dijo suspirando ruidosamente.
-A otro lado, no lo se, aléjate de mi y de mi vida, estoy harta de ti.
-Ya sin juegos _____.-dijo golpeando la puerta nuevamente.- Sal, vamos al cine.
-No, no quiero estar cerca de ti.
-Era solo una broma.-insistió.- Vamos, no peleemos, ya te desquitaste conmigo.
-No me importa haberme desquitado contigo, no quiero volver a verte.
-Hey, te estoy pidiendo perdón, ya ablanda un poco tus palabras.
-¡Ni siquiera me has pedido perdón!-dije en un grito ahogado.- Solo me has pedido que salga del baño.
-¿Y si te pido perdón saldrás?-preguntó por lo bajo. -No lo sé.-dije frunciendo el ceño.
-¿Por favor?
-No lo sé.-repetí enojada.
-Vamos, prometo comportarme como un buen novio.
-No te creo.
-No seas negativa, al menos voy a intentarlo.-se apoyó contra la puerta. -¿Lo prometes?-pregunté.
-Lo prometo.-respondió al instante.
-¿Buen novio en que sentido?-pregunté vacilando.
-En el que tu quieras, haré cosas... tiernas.-su voz se quebró.
-Eres bipolar Milo.-ignoré sus palabras.- De verdad me das miedo.-agregué.- Siempre me molestas y me tratas mal pero luego vienes a decirme cosas lindas y propones hacer algo.
-Es que de verdad lo intento.-confesó.- En serio sería mejor que salgas de allí y podamos hablar normalmente.
-¿Cómo se que no me tocaras?-pregunté.
-Fui un imbécil.-aceptó.- Pero no es intencional.-quiso admitir.- A veces mis hormonas son mas fuertes que mi sentido común.-lo pensé un rato antes de dar vuelta a la llave.
-No te acerques más de dos metros.-le dije mientras fruncía el ceño.
-¿Me perdonas?
-No.-negué con la cabeza.
-Hey.-me reprochó. Volví a negar con la cabeza.- ¿Qué debo hacer para que me perdones?
-La verdad es que no sé si tengo intenciones de perdonarte.-acepté con enojo. Su mirada me hizo seguir hablando.- Porque solo quieres que nos llevemos bien ahora que viene tu amigo.
-No.-dijo.- De verdad quiero que nos llevemos bien porque no se puede pasar el resto de la vida con una persona que te trata mal y te odia.
-Buen punto.-concluí.- Pero siendo sincera, la verdad me importa un comino llevarme bien contigo, lo único que te pido, es respeto.
-Okey, okey.-dijo sentándose en la cama.- Lleguemos a un acuerdo, ¿quieres? -Si, pero prometiste ir al cine.
-Bien, vamos y en el camino hablamos.-dijo buscando su abrigo.- Hace frío así que ni pienses en salir de vestido.
Abrí mi parte del armario y saque algo de ropa, un jean y una remera en negro. Busqué mi abrigo junto con mi bolso y salimos del hotel.

La Bella y la Bestia (Milo Manheim y tu) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora