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-¿Ah si?-alzó una ceja y se puso de pie-.
-¿Eso le parece gracioso, señora Manheim ?
- Claro que me parece gracioso, señor Manheim -dije y reí.
Se acercó a mí y me tomó la mano. Dio un corto besó sobre mis labios y me quitó el trapo de las manos. Volvió a besarme y tiró el trapo al suelo.
-Ven, te mostraré algo-susurró y me llevó con él.
Cruzamos el living y luego la cocina. Milo tomó el control del portón del garaje y volvimos al living. Se puso un abrigo y me tendió el mío. No comprendí por qué, pero salimos por la puerta principal y rodeamos la casa para llegar al garaje.
-Abre el garaje-ordenó en un susurró y me pasó el pequeño control.
Lo tomé sin decir nada y presioné el botón verde. El portón comenzó a abrirse dejando a la vista un hermoso Mini Cooper rojo, con un moño gigante en el techo.
-Bromeas-dije con la boca abierta. Rió. -Feliz cumple años, mi amor-dijo.
Me tiré en sus brazos y me recibió tiernamente. Besé sus labios una y otra vez hasta que le hizo gracia y me retiré. Tomé su mano con más fuerza y me acerqué al auto llevando a Milo detrás de mí.
-Milo...-murmuré-, no sé manejar.
-Voy a enseñarte.
-¿Tú?-casi grité. Rió.
-No voy a mandarte a la escuela de manejo cuando puedo enseñarte yo. -Voy a romper el auto.
-Ni pienses que vas a usar tu auto para aprender a manejar. -¿El tuyo?
-Sigue soñando, _____-rió y me uní a su risa-. Vamos a pedirle a Chaz que nos preste un auto de su taller.
-Oh, genial-sonreí-. ¿Esto está abierto?-pregunté encaminándome hacia una puerta. -Toma, es tuyo-me dio las llaves.
-Milo, voy a emocionarme y lloraré-dije y rió.
-¿Quieres que demos una vuelta?
-Has tomado y me da miedo.
-No he tomado casi nada. Hey, no haría nada que te pusiera en peligro a ti.
-Lo sé, lo sé-dije abriendo la puerta del copiloto-. Vamos, dame una vuelta.
-Como diga, señorita-rodeó el auto y se subió en el asiento del conductor-. ¿Cinturones?
-Listo-dije con emoción.
-Seis de la mañana y nosotros estrenando tu auto-dijo negando con la cabeza. Reí.
-¡Enciéndelo!-grité con entusiasmo.
-Tus deseos son órdenes-dijo y le di las llaves. Encendió el auto y pegué un leve grito de emoción-. Que bien suena.
-Oh, si, increíble.
-Estás loca-rió.
-Oh, vamos, Milo, ¿puedes poner esto a andar?
Sin decir más, Milo presionó el acelerador y comenzamos a andar. Milo reía cuando le golpeaba el hombro pidiendo que acelerara un poco la marcha. Iba andando como un viejecito en una noche lluviosa.
-¿A dónde vamos?
-Por ahí-respondió-. ¿Quieres manejar?
-Oh, no-negué con la cabeza-. No sé nada.
Frenó el auto en la calle desierta y se quitó el cinturón.
-Ven aquí.
-¿Encima de ti? ¿Cómo los niños pequeños?
-Si, vamos, ven-dijo y rió.
-No soy tan pequeña, ¿eh?-arqueé una ceja-. ¿Sabes que? Voy a aplastarte.
-Ya te he tenido encima.
-Otra vez hablando depravadamente-dije causando su risa.
-Vamos, ven aquí.

La Bella y la Bestia (Milo Manheim y tu) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora