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Sin protestar me quité el cinturón de seguridad y me dispuse a sentarme sobre su regazo. Hizo el asiento hacia atrás dejando así un espacio más amplio para que los dos entráramos en el asiento del piloto.
-Ese es el acelerador, ese es el freno y ese es el embrague.
-¿El qué ?-pregunté confundida.
-No importa, tú solo presiónalo cuando yo te avise.
-Bueno, pero no vamos muy rápido, ¿eh?-giré la cabeza para verlo. Me sonrió-. Te estoy haciendo daño, ¿cierto?
-Deja de decir tonterías y presiona el acelerador.
-No, no-me negué y lo observé nuevamente-. Estoy gorda y te estoy aplastando. -Vuelves a decir que estás gorda y voy a dejarte en el medio de la carretera. -Bueno, bueno, ya, presiona el acelerador.
-Presiónalo tú-casi me gritó.
-Si me tratas así no puedo hacerlo.
-Dios, eres más terca que una mula.
-¿Qué tienen que ver las mulas?-pregunté sin comprender.
-Bájate del auto.
-¿Qué? ¿Me vas a dejar?-pregunté a gritos causando la risa de mi marido. -Vamos, bájate, no voy a dejarte.
-Promételo.
-Lo prometo.
Abrí la puerta y baje del auto aun con el motor encendido. Milo también se bajó y rodeó el auto para subirse en el asiento del copiloto. La puerta aun abierta del otro lado, me indicó que yo era la que debía manejar.
-Oh, no-dije asustada.
-Vamos, súbete.
-Tengo sueño, ¿no podemos seguir mañana? -Bueno, pero tú darás la vuelta e iremos a casa. -Hazlo tú.
-No, hazlo tú-dijo y se abrochó el cinturón. Entré al auto e hice lo mismo que Milo-. No pasa nada, solo presiona el embrague y pon el auto en primera marcha.
-Voy a causar un desastre.
-No lo harás, confía en mí-aseguró-. Vamos, presiona y ponlo en primera marcha.
-Está bien.
Aún insegura de lo que hacía, seguí las indicaciones de Milo. El auto comenzó a moverse a pequeños tirones, Milo rió.
-Hey, está roto.
-Presiona el acelerador constantemente, no lo sueltes-respondió casi burlándose de mí inexperiencia sobre un auto.
Presioné el acelerador como Milo decía y me indicó que debía cambiar de marcha antes de que fundiera el nuevo motor de mi regalo de cumple años. Así lo hice y Milo rió al darse cuenta de que iba más que rápido.
-Frena un tanto, linda-dijo casi asustado.
-Le tienes miedo a la velocidad-reí.
-Bájale, en serio-me ordenó. Hice caso y bajé la velocidad.
Luego de volver del corto paseó en el nuevo automóvil que se aparcaba junto al auto de Milo, subimos y nos decidimos por ir a dormir en compañía del creciente sol.
-Estoy agotado-dijo Milo abriendo la cama para sentarse allí.
-Yo también-dije quitándome el maquillaje frente al espejo del baño-. Entonces... ¿ese era el regalo que me tenías?
-¿Crees que el otro puede esperar hasta mañana?
-No lo creo, pero si así lo deseas-dije y apagué la luz del baño. Abrí la cama.
-Como quieras, princesa-apagó la luz de la lámpara-. Sabes que luego de haber dicho eso ya no hay vuelta atrás, ¿verdad?-pronunció pícaramente.
-Claro que lo sé-gateé hasta él y me senté detrás de su espalda-. ¿Necesitas masajes? -¿Me estás provocando?-preguntó. Reí-. Oh, si claro que lo estás haciendo.
-No, no, claro que no, Milo-reí-. Es tarde o temprano, es lo mismo, son casi las siete de la mañana y no hemos pegado un ojo.
-Déjame decirte que por tu culpa no pegaras un ojo hasta las ocho y media.
-¿Tanto piensas que durará ?-dije entre risas y apoyé la cabeza sobre la almohada. -Durará lo que yo quiera que dure tu regalo de cumple años.
-Dejémoslo para mañana-murmuré cuando sentí sus besos sobre mis hombros desnudos-. Por favor, Milo, tengo sueño.
-Mañana no te salvas-se bajó de encima de mí y se acostó a mi lado-. Hasta mañana, princesa. -Hasta mañana, Milo-murmuré contra la almohada-, gracias por todo lo de hoy.
-No tienes nada que agradecer, ______-se acurrucó a mi lado y me abrazó.
-¡Allí voy, ______!-gritó la pequeña voz y se lazó al agua.
-Jazzy, vas a ahogarte-le gritó Camryn .
-______, va a cargarme, no necesito salvavidas.
-¿Puedes, _____?-preguntó Camryn preocupada. Asentí y dejé a Jaxon al borde de la alberca.
-Ven aquí, Jazzy-extendí mis brazos y la pequeña nadó con dificultad hacia mí-. Lo haces bien-le sonreí.
-Papá me ha estado enseñando-me informó sonriente-. ¡Entra Jaxon!-le gritó a su hermano.
Jaxon se puso de pie y saltó entusiasmado al borde de la alberca. Milo se puso de pie al creer que iba a lanzarse pero luego me extendió los brazos y pidió que lo dejara jugar en el agua. Milo se sentó, más tranquilo, bajo la sombra del gran sauce.
-No vayas a lanzarte, Jaxon-le gritó Jeremy con un vaso en la mano.
Jaxon asintió y volvió a extenderme los brazos. Camryn se rió al ver que cargaba con dos pequeños en la parte más baja de la pileta.
-¡Milo! Ven con nosotros-le pidió Jazzy. -No, gracias, no me gusta mucho el agua.
Reí, a decir verdad, cuando habíamos pasado tiempo en la playa, él se la pasaba en el agua, de un lado al otro, llevándome a rastras hasta lo más profundo del mar.
-Vamos a salirnos un rato, ¿si?-le dije a los dos y Jaxon hizo morros-. Solo por un rato, Jaxon. Tengo algo de hambre-le expliqué. Asintió y lo deje sentado en la escalera-.
-No vayas a lanzarte.
-No lo haré-dijo por lo bajo y me dedicó la tierna sonrisa. -Jazzy, ven aquí-le grité y ella giró para verme.

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Hola espero que estén disfrutando de ésta historia, que ya está por terminar, pero ya estoy adaptando otra historia.

Si quieren que adapte alguna historia que les guste mucho no duden en decirlo, trataré de escribir también historias propias. Saludos

La Bella y la Bestia (Milo Manheim y tu) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora