1. Lo que hago por tí

122 18 18
                                    

Sabía que era imposible que hubiera escapado a estas horas. Le daba pánico la oscuridad y aún más en el bosque alrededor de la casa. Pero ¿Cómo explicar el hecho de que no se encontraba a mi lado?

La pacífica noche se veía perturbada por el sonido constante y atormentador de una gotera. Así me sentía: atolondrado. Solo pensaba en ella y en lo que podía estar sufriendo allá afuera si es que perdida por la zona se encontraba.

Cerca de la cabaña habitaban osos, lobos; no daba tiempo a que ese pensamiento surcara mi mente porque era completamente aterrador.

Me puse en marcha después de agarrar mi escopeta y haber revisado nuestra casa minusiosamente. La luz lunar me recibió.

Pero un sollozo interrumpió mis pensamientos. Venía de el árbol detrás de mí así que giré sobre mis talones estando a la defensiva.

Pero era una chica, no debía pasar la mayoría de edad y estaba tirada llorando apoyada al tronco que tenía talladas las iniciales mías y de mi amada. Se veía frágil y vulnerable.

-No la busques si sobrevivir quieres, el bosque con tu sombra se entretiene - pronunció con la voz entrecortada.

-¿A qué te refieres? ¿La viste huír?

-Solo hace falta ver tu alma. En tí puedo notar su reflejo. No quieres aceptar tus errores - pronunció con lentitud.

-¿De qué errores hablas?- pregunté inquieto y la muchacha que antes lloraba comenzó a reír cínicamente aún con el rastro que las lágrimas dejaron en su piel - ¿Necesitas ayuda? - me atreví a preguntar dando pasos para alejarme de ella.

-Tu cama te espera, vuelve a la falsa paz de tu habitación antes de que permanezcas aquí para siempre.

-¿Pero qué...? - ella se desvaneció en el aire sin dejarme terminar la oración.

Debía estar soñando. No podía ser otra cosa que eso, un mal sueño, o mejor dicho, una pesadilla.

La noche que antes era cálida y despejada se tornó fría y la luz de la luna dejó de iluminar mi camino para dejarme completamente solo.

Seguí mirando el cielo nocturno y como poco a poco la señora brillante me abandonaba.

¡Oh amor mío! ¿Dónde estás ahora?

Y como si la vida me diera una señal el frío viento supló con fuerza moviendo violentamente la copa de los árboles.

A pesar de las palabras de la chica, yo no volví, yo me adentré en la profundidad del bosque.

Ratos llevaba caminando sin rumbo fijo, gritando su nombre desesperado. Me sentía observando pero tal vez los ojos brillantes de las lechuzas eran los que causaban esa sensación.

En mi búsqueda tropecé con algo. Caí sobre mis rodillas en unas trampas de dientes filosos. Estas cortaban mi piel y la sangre caliente brotaba de mí sin parar. Dolían más con cada pequeño movimiento.

¡Lo que hago por tí!

Siempre me metes en líos querida y a pesar de eso siempre estoy ahí para tí, aunque me destroces el corazón. Pero gracias a tí, el dolor de mi carne desgarrada no se siente tan intenso. Tú me has provocado dolores más fuertes.

En ese momento desperté de un sobresalto, aturdido por mi sueño, pero lo entendí todo.

Jamás me dejarás vivir en paz ¿Eh cariño mío? Aún con tu cuerpo sin vida descansando a mi lado me traes problemas.

No quieres aceptar tus errores.

En tí puedo notar su reflejo.

Vuelve a la falsa paz de tu habitación antes de que permanezcas aquí para siempre.

Enviaste esa chica para fastidiar a mi cabeza, para volverme loco como tú, amor mío pero no caeré en tus artimañas, no esta vez.

Tomaré esas palabras de otro modo; debo deshacerme de tí, y con la mirada puesta en el astro que ilumina las mañanas me despido y te aclaro que no me arrepiento aunque te amo.

KelinorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora