1: ¡Hola zanahoria!

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¿No se dan cuenta que las mayorías de las historias empiezan con el ruido de una alarma, y la protagonista despertándose?

Bueno el mio es parecido, solo que en vez del sonido de una estresante alarma, son los gritos de mamá que hacen que mis tímpanos quieran explotar.

-¡Kira!-mi mamá hizo su gran entrada dramática, casi haciendo añicos la puerta de mi habitación-¿¡No me estas escuchando!? ¡Dije que te levantes de una vez de esa cama, que vas a llegar tarde el primer día de escuela!-después de darme los buenos días, salio de mi cuarto, pero podía seguir escuchando su voz a lo lejos.

De mala gana, quité mi calientita sabana y estiré mi cuerpo antes de poner mis pies al frio suelo.

No odio las mañanas, solo odio dejar de mi cómoda cama. Pero como no tengo otra opción, me levanté y fui directo al baño. Tuve que hacer un esfuerzo para no asustarme de las oscuras bolsas que tenia bajo mis ojos.

Todo por la culpa de Ariana y sus chismes desveladores.

Sin prestarle mucha atención a mi horroroso aspecto, empecé hacer mi aseo personal. Al terminar saqué algo abrigador para ponerme, porque seguramente como de costumbre el día va a estar frío, y también mis botas oscuras favoritas.

Cuando estuve lista agarré mi bolso de escuela y salí de mi habitación, pero no antes de acomodarla, para evitar escuchar el típico sermón de mamá por dejar mis cosas en el suelo y la cama hecha un desastre.

-Hola familia, ¿cómo amanecieron?-pregunté cuando bajé las escaleras.

-Bien hija, ¿y tú?-preguntó papá corriendo un poco el periódico para poder verme, enarco una una ceja, era obvio que sabía la respuesta.

-Bueno, mis mañanas no son la mejores, pero estoy bien-dije dándole un pequeño beso en su mejilla, para después sentarme a donde se encontraba mi delicioso desayuno.

-Kira-mi madre con una no tan buena cara me llama- estoy cansada de que nunca te levantes a tiempo, es el primer día en la escuela y mira como comenzaste. No voy a aguantar otra carta de citación de la escuela, por tu impuntualidad- no me sorprendí al escuchar esas palabras de mamá. Es cierto lo que decía, soy la persona más impuntual que puede ver en todo el mundo-Tienes suerte que la escuela no te quede tan lejos.

-Lo siento,  ¿está bien? Prometo que no volverá a pasar-dije alzando una mano, pero sé que nadie sé lo tragó. Es como que si estuviera diciendo que comeré pizza con piña, pero no pasará nunca, porque la detesto ¿Quién en su sano juicio pudo crear eso?

Mamá volteo a mirarme con una ceja alzada y las manos apoyadas en su cadera.

-¿No piensas peinarte?

-¿De qué hablas? Ya me peine-pasé mis dedos por mi cabello mostrando que me peine, bueno, más o menos.

-Ajá, claro...

-Kira, ¿quieres que te dejé en la escuela? Como ya voy para el trabajo-dijo papá poniéndose de pie.

-Gracias, pero no. Me iré caminando con Ariana y Kale-dije mientras tragaba lo que estaba en mi plato.

-Esta bien, ve con cuidado-dijo, planchaba su camisa con su mano, para que se viera super lisa, y así poder verse más impecable de lo que está.

-¿Quieres que te llevé algo para el almuerzo?-le dijo mamá a papá mientras caminaba hacía él.

-No te preocupes amor, me compraré algo en la cafetería del hospital, al fin y al cabo la comida que venden no es tan mala como la describen-dijo soltando una risa ligera.

Prometo no olvidarte Mejor AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora