ESTRUENDO

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Amiel



Sentía como todas mis emociones se arremolinaban, había pasado un mes desde que el creador de todo me mando llamar, un mes desde que me pidió matar a la madre de mi padre; Adriel nos había dicho donde estaba ella y junto con Samael y Abdiel habían ido a buscarla pero no la encontraron todo era tan extraño no había ninguna salida más que el puente que Azrael hacia para nosotros. Entonces ahí estaba yo encaminándome a ese lugar donde supuestamente estaba y que los demonios no la encontraron sentía miedo, quería regresar pero ya estaba casi por llegar, todo era oscuridad el lugar donde nos encontrábamos no se comparaba a este camino, quería ver por mis propios ojos que ella no estaba ahí, tenia que hablar de nuevo con el padre de los demonios para hallar una forma de encontrarla.

Ahí estaba y una figura apareció en mi campo de visión no era del todo clara sentía como mis entrañas se estrujaban al sentir cada vez mas cerca a eso que no podía definir que era

- Que haces aquí Amiel-. Replico el demonio que me volvía loca

- Por Dios Lucifer casi muero del susto.

- "por Dios" vaya ya crees en mi padre-. Se burlo el demonio

- No es eso Samael...

- Bueno que haces aquí Amiel, te dije que no te quería aquí

- Estaba buscando a tu madre-. Replique, porque era verdad la estaba buscando

- No hay nada que buscar aquí Amiel-. Me tomo por el antebrazo y nos hizo girar sobre nuestros talones para volver, sentir la fuerza con la que lo hacia me lastimaba jamas me había tratado asi, estaba realmente molesto por haberme visto ahí

- Me estas lastimando Lucifer ¡suéltame!-. Le grite

- No te estes comportando entonces como una chiquilla Amiel, ya te habíamos dicho que no estaba aquí-. Ver el enojo en sus ojos me atemorizo, porque jodidos actuaba así conmigo

- Estas mintiendo-. Lo encare y el solo me miraba con mas odio

- Piensa lo que quieras aquí no está ella-. Me soltó y siguió caminado sin mi no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando.

Cuando mis ojos dejaron de mirar la espalda del demonio volví a girar y corrí tanto como pude quería ver con mis ojos que realmente el lugar estaba vacío, entonces ahí estaba todo lo que me habían dicho había sido mentira ella estaba ahí; sentada como si estuviera esperando mi llegada, ella era tan hermosa una larga cabellera pelirroja sus ojos negros como la noche su piel extremadamente blanca entonces el miedo se fue instalando en mi columna, un escalofrió recorrió cada parte de mi

- Hasta que por fin te conozco Amiel-. La miraba extrañada no entendía porque Samael me había mentido, se levantó de aquel lugar y se fue acercando a mí: Creí que mi hijo te quería lejos de mi

- Yo... yo no sé qué decir

- No digas nada-. Me miro atenta como si estuviera leyendo todo lo que pasaba por mi cabeza: no deberías tenerme miedo no te gusta mi lugar

- Solo hay una roca donde estaba sentada no le veo lo hermoso por ningún lado

- No estás viendo los detalles-. En su rostro se esbozó una media sonrisa y se acercó más a mí y soplo en mis ojos conforme los iba abriendo el lugar se fue transformando y el lugar lúgubre que veía fue desapareciendo y la roca donde se posaba cuando llegue era un hermoso trono el lugar era enorme estaba muy iluminado no entendía como lo había hecho: tengo muchos dones Amiel este es uno de ellos de transformar lo feo en algo hermoso. Estaba embelesada con el lugar que por un momento desee quedarme.

- Si es hermoso-. Logre decirle

- Puedes quedarte si así lo deseas

- No yo... debo irme ya

- Tan pronto, no hemos hablado absolutamente nada

- Otro día vendré ahora debo irme antes de que...

- Ya se a lo que te refieres, márchate yo sé que volverás

Salí de ahí no quería encontrarme de nuevo con Samael, cuando llegue a mi habitación una opresión en el pecho se apodero de mi, últimamente se le salía lo demonio conmigo y dejaba de ser ese ser del que me enamore y dolía, el ruido del otro lado de mi puerta me saco de mi ensimismamiento; abrí la puerta, era el y lo único que quería era azotarle la puerta en la cara cuando pretendía hacerlo el la detuvo con su enorme mano

- Tenemos que hablar-. Dijo al momento que yo giraba los ojos y le daba la espalda

- De que, de cómo me jaloneaste o porque no quieres que vaya a ese lugar-. Tenía miedo que me volviera a mentir porque ya la había visto con mis propios ojos

- De las dos cosas Amiel

- Habla entonces-. Cruce mis brazos para escuchar lo que tenía que decirme el demonio

- Lo siento, perdóname a veces no soy yo y me duele lastimarte

- Sabes me estoy cansando de esto, no es la primera vez que pasa, desde que tu padre me llamo estas así de violento no mides tu fuerza al tocarme-. En su rostro pude ver el arrepentimiento pero no podía ya con sus cambios

- De verdad lo siento pero toda esta situación con mamá me tiene loco no quiero que nada malo de te pase y sale todo lo que he reprimido toda esa ira y lo hecho solo por ti Amiel

- ¿Entonces es mi culpa que reprimas tu parte demoníaca?

- No Amiel no es tu culpa solo yo... no quiero que ella te pueda hacer algo-. Este era mi momento para echarle en cara su mentira

- Pero si tu dijiste que ella no se encuentra aquí entonces que te preocupa

- Eso mismo Amiel ella no esta aquí no sabemos a dónde se largó-. Y ahí estaba de nuevo gritándome, de nuevo siendo un hijo de puta

- Me estas mintiendo; ella esta aquí ¿porque mierda lo haces?

- ¿De que hablas Amiel? Ella no esta aquí

- ¿Entonces a quien carajos vi?

- Amiel no estés jugando conmigo, no ahora que quiero arreglar nuestra situación

- Si la quieres arreglar comienza a ser honesto de una maldita vez demonio de mierda-. No podía dar crédito a lo que había salido de mi, jamas había tratado así a Samael

- Dime que no me acabas de hablar así-. Sus ojos se ensombrecieron me aterraba verlo tal cual era ahora, no se en que momento comenzó acercarse a mi hasta que me acorralo en la pared: este demonio de mierda te salvaría el culo cuantas veces fuera necesario. Podía sentir como golpeaba su aliento en mi era como una droga que necesitaba cada vez mas, me fui acercando hasta rosar con sus labios y el solo giro su rostro la había cagado, mis palabras lo hirieron; por unos segundos vi en sus ojos azules al ángel del cual me enamore; me tomo de las muñecas y sus palabras retumbaron por todo mi ser: No estoy para tus juegos chiquilla estúpida.

Quería entender en que momento llegamos a tanto en que puto momento comenzamos a ir en picada porque fue que nos perdimos y dejamos que este infierno nos consumiera, me dolía darme cuenta que ni Samael ni yo eramos esos seres que se enamoraron en la tierra deseaba marcharme deseaba dejar de sentirme atada pero a su vez sentía ese amor, como lograba estremecerme.

Trono de fuegoWhere stories live. Discover now