Parte 1 - Una en un Millón

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Escribir sobre mí, es como tener que hablar en tercera persona. Porque para hacerlo debo mirar tal vez desde lejos la historia. Remitirme a historias que han contado, que hasta pueden no ser exactas, pero si reales.

Deberían haberme llamado Inés, por lo de INESperada. Para entenderlo les cuento que mis padres antes de mi llegada, tuvieron a mi hermana. Para que la cigüeña (¡¡wey !! es chiste, ya sé que no existe) la trajera a ella, mis padres pasaron por tratamientos y operaciones durante siete años. Por lo que fué deseada, buscada y encontrada. Pero apenas nació, el médico le dijo que deberían realizar un nuevo tratamiento para buscar otro bebé, que había "una posibilidad en un millón" que por sí sola la cigüeña los visitara de nuevo. Algo de la matriz de mi madre estaba mal.

Pasaron tres años y mi madre llevó a mi hermana al parque de diversiones y se descompuso mal. Durante algunos días los malestares se repetían, hasta que con muy poca fe y nada de esperanzas decidió comprarse un Eva Test. La historia cuenta que a la hora de la cena decidió (como se decide todo en mi casa "en familia") que iba a realizarse la prueba.

Entró al baño con mi hermana mayor y le dijo que si había dos rayitas significaba que iba a venir un bebé a jugar con ella. No sé si la ansiedad o la poca confianza, hizo que mi mamá salga primero del baño y le dijera a mi papá que era negativo, porque a los minutos apareció mi hermana gritando dos. Siempre relatan de la misma forma mis padres lo sucedido. Mi mamá llorando de emoción y alegría y mi padre incrédulo repitiéndole: - no festejes, esperemos a ver que dice el médico mañana (la primera vez con mi hermana fue lo mismo).

Al otro día fueron al doctor, mi mamá lo quería mucho y eso generó confianza entre ellos, tanto que en respuesta al acostumbrado ¿Cómo estás? Del Doctor, ella respondió: - Te traigo el millón. Efectivamente y para sorpresa de todos ahí estábamos...

Hablé bien, dije estábamos y ahora van a entender.

El doctor le dijo a mi madre que el embarazo iba a ser difícil y que debía tener cuidado, por lo que mi madre cuenta que pasada una semana se levantó de la cama con un fuerte dolor en el abdomen. Fue al baño. Sangró y evacuó algo. Entre el dolor físico y el dolor de pensar que yo me había ido, sus lágrimas se confundían. Inmediatamente fue al médico con lo que había recogido que había evacuado. El doctor la revisó y vio el monitor. Ahí seguía yo, pero quien me hacía compañía se había ido.

Seis meses después, recibida y mimada por mis abuelas, llegué. Una en un millón.

TODO ES POSIBLE - Cuando crees que no podes másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora