Me siento un fantasma por dentro.

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Llevo el prisma de tus ojos en mi casco de astronauta y la tímida aurora de tus células...

Es curioso como todas las canciones que te gustan y que solíamos escuchar juntos llevan grabado tú nombre siempre que las reproduzco, todavía me cuesta creer que no estamos sentados en el parque poniendo una tras otra hablando de banalidades, viendo a los niños ir y venir en bicicleta, comiendo frituras y despreocupados como si realmente el mundo no diera vueltas.

Pensando en el sofá mientras la madrugada va avanzando y en mis oídos retumban las canciones del playlist que hice de tus canciones favoritas, me pregunto, ¿Qué será de ti? ¿Que estarás haciendo? ¿Me extrañarás tanto como yo a ti? ¿Que habrás hecho para la merienda? ¿Qué soñaste hace tres días?

Con el paso de los días, he dejado de llorar y de creer que jamás se acabaría mi llanto, pero la profunda agonía y soledad no me han abandonado, el sentimiento de hambre parece haberse desvanecido y mi dolores de todo, van en aumento.
Más sin embargo, no siento el deber de cesarlos, a pesar de todo, sigo creyendo que soy yo quien tiene la culpa de todo lo que está pasando y de alguna u otra forma, siento que es algún karma que ya estoy pagando.

Giro mi cuerpo y observo con detenimiento un bolígrafo sobre un diario encima de una silla a mi lado, entre la oscuridad es difícil ver otra cosa que no sea ese simple bolígrafo, realmente nadie le presta la atención máxima que quizá tenga y es cuando mi poco razonamiento comienza a enlazar cosas de mi vida con esa pieza de plástico y tinta tan sencilla.
Si lo pensamos bien, cada uno somos un bolígrafo, llegamos a este mundo con la finalidad de servir y ser útiles para todo, crecemos con la mentalidad de que somos indispensables para algo hasta que llega algo que nos hace ver que verdaderamente, no lo somos, todos somos reemplazables, un día, cuando menos te los esperas, tu tinta se acaba, se chorrea o se atasca, piensa en todas las veces en las que personas tan jóvenes murieron por situaciones injustas, personas tan especiales se retiraron por que tuvieron una lesión, por qué se llenaron de fama y fortuna para tener de todo y consigo también tuvieron caídas en las drogas, piensa en todas esas personas que sólo tuvieron un éxito y hoy no los recuerdan más.

¿Y qué se hace? Nada, más que buscar a alguien más que logré suplir su lugar, pero claro, obviamente su marca se queda ahí siempre por qué su tinta es indeleble, por más que lo intentes, ahí estará y aunque no recuerdes del todo que bolígrafo usaste, sabes que es diferente a pesar de que hayas usado otro para reemplazarlo.

Y todas las noches bajo la Vía Láctea parecen eternas si tú no estás...

Ahí es cuando mi mente hace un pequeño click, por qué en seguida no puedo evitar relacionarte con la absurda metáfora que inventé.
Por qué si, intenté reemplazarte, llegaron muchos bolígrafos diferentes a querer llenar tu lugar al creer que tu tinta, ya no era suficiente, muchos se presentaron, todos diferentes entres sí y así mismo, diferentes a ti.
Tú escribiste recuerdos, hazañas, aventuras y lecciones a lo largo de toda mi vida que no voy a poder cambiar ni borrar nunca, llenaste espacios en blanco que le hacían falta a mi pequeño mundo y le agregaste nuevos poemas a corazón que se recitan cada vez que pienso en ti, y aunque quise llenarlos de bolígrafos distintos, aprendí que la única punta que podía escribir en mí y siempre dejar huella, eras tú.

Ahora que pienso en todo eso, se me llena la boca de un sabor amargo y me lamento demasiado el día en que intenté hacer tal cosa.

Pero cuando pienso en que ahora realmente quiero hacer las cosas bien y que quiero que ambos escribamos historias, hagamos leyendas, escribamos versos e ingeniemos los poemas más dulces y románticos, parece que simplemente no logro que seamos un solo color de tinta.

Me pongo a pensar que quizás, realmente si soy el bolígrafo con huecos de aire en el tubo de tinta que no es capaz de dar el cien que tú mereces y esperas, conforme más lo pienso, más siento ese deseo de querer ser suficiente, de ser parte de un perfecto escrito a tu lado pero cuanto más intento, parece que realmente no lo soy y no puedo ser el bolígrafo de la bonita tinta, la punta perfecta, la forma correcta o cualquier cosa, parece que solamente soy uno más que será desechado y utilizado como uno más.

Con cuidado, me incorporo en el sofá hasta quedar sentada y noto nuevamente mi cara húmeda por caminos de agua salada que resbalaron hasta mis labios y nariz, este caso es curioso por qué me había maquillado para lucir diferente o quizás más llamativa y linda, pero es que simplemente yo no puedo ser así.
Mis lágrimas se tornan de color negro por el rímel que traía y mi cara ahora es de múltiples colores y manchas por doquier.

El frío de hoy se cuela por los vidrios de las ventanas y por debajo de las puertas creando leves corrientes de aire que poco a poco hacen que mi temperatura corporal disminuya y sienta que tengo que arroparme y contener el calor.

Pero no quiero hacerlo.

Me maldigo a mi misma por no ser una mujer mejor, jalo levemente mis cabellos y con mi mano libre corro todavía más el maquillaje que aún estaba intacto luciendo sumamente deplorable, me regaño constantemente con frases como "eres una gorda sin forma", "¿ya te viste al espejo? Esas llantitas no creo que sean por comer brócoli todos los días" "mira esa gran cantidad acné, ni con maquillaje podrás taparlo" "asco tus dientes, puto conejo", simplemente me daño a mi misma hasta sentir como la saliva comienza a acumularse en mi boca.

El flujo estomacal sube por garganta obligándome a levantarme y correr para expulsar todo lo poco que comí durante el día, ni siquiera el tirar de mis audífonos hasta mandar a volar mi teléfono hace que detenga mi camino al fregadero. Vomito hasta que por más arcadas que dé, no sale más nada y es cuando vuelve a mí la pregunta inicial, ¿Qué será de ti?

Y todas las noches desde mi ventana conjuro tu nombre inmortal...

Subo a paso lento las escaleras con el maquillaje ahora pegado a todo mi rostro y un dolor agobiante en la espalda, me voy guiando por la pared con mi mano y camino despacio hasta entrar al baño con la esperanza de qué tal vez, sólo tal vez, pueda encontrar la paz que necesito para dormir.

Me lavo la cara, los dientes y al cepillar mi cabello, me miro fijamente al espejo, demacrada y con ojeras, incluso detrás de cualquier maquillaje, está mi rostro triste y cansado que ha pasado por demasiado.

Antes de acostarme, tomo una de tus camisetas e imagino que todavía tienen tu tan característico olor para después, hundirme en más pensamientos destructivos bajo la colcha y mis sábanas.

𝕷𝖎𝖛𝖎𝖓𝖌...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora