Capítulo 6

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—¡Harry!

Los dos nos volvimos hacia la puerta y vimos a Gemma haciéndonos señas para entrar.

—Date prisa —gritó.

Harry tomó mi mano y me llevó hasta la casa. Dentro de ella el espacio era enorme, un inmenso refugio de caza, lleno de piedras de río y troncos de madera; la única cosa que no parecía cuadrar, pensé, era la claraboya.

—¿Harry, cariño?

Había un montón de gente alrededor moviéndose y hablando, por lo que perdí de vista a Harry casi de inmediato. Teniendo en cuenta que permanecer allí esperando a que todos terminaran, a que alguien me dirigiera la palabra o, por lo menos, notara mi presencia, me hacía sentir como un idiota.
Salí a través de las puertas deslizantes de cristal y llegué al porche trasero. Desde allí vi a los niños corriendo junto con otras dos niñas y tres pastores alemanes, dos negro y marrón y el restante, completamente negro.

—¡LOUIS! —gritó Pip corriendo a mi encuentro y arrastrando tras de sí a las dos niñas también.

Hasta los perros lo siguieron y comenzaron a correr junto a Pip. Me arrodillé para saludarlo y los canes, que habían ladrado durante todo el recorrido, comenzaron a aullar y a mover la cola con entusiasmo, lamiéndome todo el rostro.
Me encontré con pelotitas de tenis húmedas a mis pies y comencé a jugar con los perros y luego a la "gallinita ciega"con Pip y las niñas. Mientras tanto, mantuve un ojo en Micah y Tristán que se disponían a trepar a una encina enorme y, cuando pensé que ya habían llegado lo suficientemente alto, les dije que pararan.

Las niñas se llamaban Vanessa y Victoria; tenían cinco y siete años. Eran bellísimas, incluso a esa edad, por lo que, probablemente, a los dieciséis y dieciocho años causarían estragos en unos cuantos corazones. Tenían el pelo negro y los ojos celestes claro, en contraste con los niños, quienes tenían el cabello castaño claro y los ojos azul oscuro. Eran todos muy tiernos y las continuas risas me hacían sentir bien.
Perdí la noción del tiempo y fue realmente agradable.

—Hola.

Me volví y vi a un hombre un poco más alto que Harry.

—Hola —respondí yo, sabiendo muy bien quién era. No cabía duda, Tenía que ser, forzosamente, la cabeza de la familia Styles. Era una versión más grande y añosa del hombre que llevaba en el corazón desde el primer día en que lo había visto.

El caballero se acercó a mí sonriendo y me extendió la mano.

—Des Styles.

—Louis Tomlinson, Señor —dije yo estrechándosela.

—Es realmente gentil de su parte cuidar a mis nietos. Es el único aquí afuera.

Le sonreí. Dejó ir mi mano pero, inmediatamente, Vanessa se acercó a mi lado y metió su manita en la mía.

—Veo que ya has hecho amigos.

Vanessa me dio una pelota de tenis llena de baba y un segundo más tarde uno de los perros se acercó a la espera. La lancé y la niña chilló con deleite.

—¿Y con quién ha venido, Louis?

Me volví hacia él.

—Con Harry y Gemma, Señor.

—¿Cómo está?

Se refería a su hija, por supuesto, teniendo en cuenta que el marido acaba de abandonar a su familia y todo lo demás.

—Creo que está intentando ser fuerte por los niños —respondí y me di la vuelta nuevamente para observar a Victoria que, mientras tanto, había atrapado a otro de los perros y le tiraba de las orejas.

Rana y PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora