Kim Seungmin estaba cansado de todo eso, sabía muy bien que su relación no iba a ningún lado y que terminaría tarde o temprano, pero sentía pena. Sentía pena por si mismo, por haber desgastado los últimos cuatro años de su vida al lado de alguien que no correspondía a sus sentimientos, al menos no completamente, sentía pena por todos sus proyectos abandonados a la espera de ese “Ya hablaremos de eso” tan escurridizo, sentía pena por todos esos planes con amigos que tuvo que cancelar por estar cuidando de su relación, de su tóxica y cada vez más unilateral relación.
Había olvidado cuando fue la última vez que había oído un “Te quiero” de él - Un te amo a estas alturas era inimaginable -, sabía que tenía que terminar con ese noviazgo, antes que este terminara con él. Pero si Seungmin pecaba de algo era de cobarde, siempre lo había sido, la única vez que había vencido su cobardía fue esa tarde de otoño que había sellado su destino con una confesión.
Kim dirigió sus cansados ojos castaños al reloj colgado sobre el televisor, a su pesar ya habían pasado de las 3 de la madrugada, su corazón se estremeció, aunque no pudo distinguir si fue de ira o de pena. Se levantó al fin, dispuesto acostarse de una vez, cansado de tener que esperar por alguien que claramente no llegaría a cenar.
“Llegar a cenar, si claro Seungmin, y una mierda” no pudo retener más su furia y grito, importandole poco su vecina que seguro intentaba dormir.
Aun cansado y dolido como estaba no se permitió renunciar, era demasiado testarudo como para tirar por la borda cuatro años de su vida. Había dado todo de si por mantener esa relación en pie, pero él parecía empeñado en destruirla, en destruirlos a ellos, porque Kim sabía muy bien que cuando eso terminara ninguno de los dos caería bien parado.
Sacudió su cabello frustrado, su cuerpo y cerebro rogaban por poder dormir de una vez por todas, aunque fueran un par de horas, pero su conciencia no lo dejaba, no quería despertar otra vez con él a su lado y tener que fingir que estaban bien, que esa noche no había pasado y que entre ellos las cosas seguían como siempre, aun si Seungmin renunciaba a otro pedazo de su corazón.
— Lo lamento pero no otra vez, no podemos seguir así, no podemos hacernos esto.
Sus ojos se habían cristalizado pero sus pies cumplieron diligentemente llevandolo hasta la cocina, donde preparó un café sin azúcar, en un intento de que lo mantuviera aun más despierto de lo que solía hacerlo. Ya con su infusión en mano volvió al sofá, volvió a ver el reloj, las cuatro se iban a cumplir en algunos minutos.
Dos tazas de café y varios insultos después la puerta se abrió, dejando ver al despojo humano que seguía llamando novio. Kim no necesito acercarse para notar todo lo que había hecho en su "reunión de trabajo", el olor a sexo, alcohol y vómito le llegaban ácidos a su nariz, más allá de sentirse dolido, se sintió asqueado, la imagen de su pareja en una orgía donde uno de los fluidos compartidos era vómito paseo por su mente como un desagradable mal presagio, que no era presagio, pero si era desagradable.
— Te dije que no me esparas despierto Seungmin — dijo con su voz ronca, su aliento era fétido por el alcohol barato.
— ¿Y qué se suponía que hiciera? ¿Me lo quieres decir Changbin? Estaba preocupado por ti, pero parece que la pasaste estupendamente en tu reunión, y no creas que te estoy reclamando nada— se acercó solo lo necesario para que él notará su mirada.
Nunca había mirado a nadie con asco, hasta ese momento.
— Esto se ha terminado Seo.
El más bajo lo miro incrédulo, se iba a reír en su cara, pero no pudo, los ojos cafés no mostraban nada, ni arrepentimiento, ni enojo, ni siquiera pena, solo asco, asco de él.
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C'est la vie
FanfictionKim Seungmin había desperdiciado cuatro años de su vida en esa relación, estaba cansado, dolido y enojado, terminar era el primer paso, pero necesitaba recuperar su vida, necesitaba recuperarse a si mismo. ~• ° Pueden haber errores ortográficos, dis...