Trois

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Lee Minho.

Si Seungmin tuviera que escribir un libro sobre su vida sin duda le dedicaría un capítulo completo a Lee Minho, ese muchacho que había llegado a su vida para sacudirla y mostrarle el mundo real, ese que sus padres le habían prohibido por mucho tiempo.

Ellos se habían conocido cuando el menor recién había cumplido sus dieciocho años y había entrado a la Facultad de Filosofía y Letras, Kim Seungmin estaba probando sus primeros momentos de independencia cuando aquel chico lo encontro.

Minho tenía fama en la Universidad, era buena o mala dependiendo a quien preguntaras, algunos decían que no había alumno de música tan inteligente como él, que podía tocar cualquier instrumento y que le bastaba leer una sola vez cualquier partitura para tocarla a la perfección. Otros decían que no pertenecía ahí, que debería quedarse bailando en vez de intentar estudiar algo tan magnífico como la música, que sus notas se debían a su habilidad con la garganta y no precisamente a la hora de cantar.

Seungmin nunca creyó en rumores, sabía muy bien lo que causaban a los ingenuos, así que prefirió conocer a ese enigmático chico por su cuenta y se llevó una grata sorpresa. Lee Minho era humilde, amigable y raro, muy raro. Antes de que Kim se hubiera dado cuenta ya pasaba todos sus recesos con el mayor, hablando desde cosas tan básicas como gustos culinarios hasta las cosas más profundas que el menor hubiera imaginado nunca.

- ¿Crees que el amor dure para siempre hyung? - había preguntado el castaño menor en uno de esos tantos almuerzos que compartieron.

- Para siempre es una medida de tiempo muy exagerada Minnie, pero creo que si es mutuo y cultivado puede durar hasta que alguno muera.

- No me gusta la muerte, no quiero pensar en ella.

- Ay Minnie, mi precioso y dulce Minnie, tienes que acostumbrarte a la dama muerte, ella hace que el mundo avance y que los grandes sean eternos.

- ¿Qué quieres decir con eternos hyung?

- Imaginate por ejemplo que Beethoven siguiera vivo, probablemente sería un pobre diablo envejecido hasta la médula y loco como ningún otro, agregale que estaría sordo y pum, tienes a uno de los más importantes exponentes de la música clásica transformado en un viejo de asilo cualquiera, la muerte se apiado de él y su miseria y lo transformó en nada menos que una leyenda.

- Tienes una forma extraña de ver el mundo hyung, tu quieres envejecer y morir.

- Lo que yo quiera no importa, eso llegará y prefiero llegar sano y sin arrepentimientos, que asustado y con mil operaciones.

- ¿Qué me dices de ir al cielo hyung?

Kim lo había preguntado con inocencia, pero la cara de su hyung le demostró que eso era algo de lo que no solía hablar.

- No soy creyente, las religiones me parecen obras literarias idas a más, pero no se lo digas a Hyunjin - sonrió a medias -. El problema con el cielo Seungmin, es que todos quieren ir a él, pero nadie quiere morir.

La conversación paro ahí, Kim no supo distinguir si fue por incomodidad o por el timbre que había sonado en su celular. Lo único que había rescatado después fue esa última frase de su hyung, y la guardo profundamente como si se tratara de una enseñanza de vida.

Seungmin despertó temprano en la mañana, había soñado con viejos tiempos, buenos viejos tiempos, así que ni siquiera necesito de su alarma para levantarse, todo fluyó natural, se vistió de manera tranquila pero lo suficientemente arreglado para la situación, y luego salió de la habitación encontrándose con una romántica escena mañanera.

C'est la vieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora