IV

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Ya era Halloween para cuando menos se dieron cuenta, ese día los niños no tendrían clases, sería un convivio donde habría juegos y mucha diversión. Severus decidió vestirse de pirata, tenía un parche en el ojo derecho, un paliacate en su cabeza y su espada de plástico ajustada a su cinturón.

-¿segura que quieres usar esto?-pregunto Rose, Daniela estaba decidida en disfrazarse de un vampiro, con la capa roja, colmillos y sangre escurriendo de la comisura de los labios. Cuando la niña estuvo listo la familia no pudo evitar reír a carcajadas.

-¿me veo mal?-pregunto la infante con tristeza en la voz, las risas de acabaron y pronto todos le decían lo bien que se veía con ese conjunto.

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Cuando la fiesta de la escuela termino, los dos infantes tenían paletas dentro de sus bocas y bolsas llenas de dulces. Severus y Daniela hablaban sin parar de todo lo que habían hecho, de los concursos que hubo para ganar premios, del pasillo del horror que hicieron los profesores. También habían sido invitados a una fiesta que la madre de uno de sus compañeros haría, y les habían dicho que llevarían inflables de aire y ellos estaban más que emocionados de ir.

Se fueron al hospital donde el ambiente de Halloween se veía claramente. La mujer y ambos niños fueron saludos por los internistas. La familia llego al despacho de Carlisle, el al aun no llegaba pues estaba terminando una operación.

Los niños dejaron caer el botín en la mesita y empezaron a repartirse los dulces. Esme les miro con añoranza, aun recordaba la pérdida de su bebé no nacido, el dolor y soledad que sintió, la depresión en que cayó. El pensar que nunca seria madre y preferir la muerte. De no haber sido por su esposo, por Edward, por sus hijos adoptivos, jamás hubiera vuelto a sonreír. Y ahora con estos dos pequeños, por fin podía llenar ese hueco que tenía, ese vacío de no haber podido criar a un recién nacido ni un infante, no poder hacer mimos, contar cuentos, recibir dibujos todos mal hecho pero llenos de esa inocencia y amor que solo un pequeño puede dar.

Ahora Severus le decía MA' Esme, lo cual era un gran avance. El pelinegro demostró ser un niño muy inteligente y curioso, tanto o más que Daniela. Era travieso cuando se lo propina y muy astuto para conseguir galletas antes de la cena. Daniela era más inquieta, le gustaba hacer ruido, jugar todo el tiempo, claro que también gustaba de leer...o bueno eso intentaba.

Los niños parecían estar en dilema con el collar de dulces acidos cuando su padre entro a la oficina, seguido de un colega.

-PAPA!!/PA' CARL!!-gritaron los niños corriendo a abrazar al rubio. El doctor quien había entrado con una cara seria mosto una genuina sonrisa para poder abrazar a sus hijos.

-¿se divirtieron niños? Veo que este pirata consigio mucho botín azucarado-los niños rieron y asintieron, Esme se levantó y saludo al doctor Broken, un hombre ya entrado en años, con corazón de oro.

-es un placer volverle a ver Señora Cullen, lo mismo va para los pequeños-dijo con voz rasposa. Los infantes corrieron para también abrazarlo a él, quien los recibió con una alegre sonrisa.

-hay una fiesta para niños en el auditorio, porque no van a divertirse en lo que yo termino aquí. Después podemos ir a comer unas hamburguesas.

-¡¡¡SI!!-los niños saltaron entusiasmados guardaron los dulces que les quedaban (dan le dio una piruleta al doctor Broken) y fueron guiados por la secretaria a la fiesta infantil.

-ambos tienen núcleos mágicos muy fuertes, pronto deberán empezar a controlar ese poder-dijo el doctor una vez que la puerta fue cerrada, Carlisle y Esme tomaron asiento seguido del Broken en el sillón.

La sangre no une a la familiaWhere stories live. Discover now