VI

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Tres años ya habían pasado, los tres jóvenes Cullen eran inseparables, aun no comprendían del todo que eran esas cosas tan asombrosas que les ocurrían pero sabían a la perfección que debían mantenerlo en secreto.

Como Ephraim había dicho, cada luna llena Remus era llevado a la tribu donde se le cuidaba hasta el amanecer. La primera noche que fueron había tenía mucho miedo, había hecho un circulo con símbolos alrededor de él, lo suficientemente grande para que pudiera andar y corretear. Su ropa la dejo al cuidado de su madre y solo llevaba una bata sencilla. La luna hizo su acto y sintió como su cuerpo se retorcía de dolor, su grito pronto fue opacado por el aullar, su cráneo de transformo mostrando un hocico y una afilada hilera de dientes afilados.

Su lobo tenía miedo, furia, quería desgarrar, tomo velocidad y trato de salir de las runas protectoras solo para que estas lo empujaran hacia adentro de forma brusca.

-¡BASTA!-Daniela y Severus habían llegado corriendo. Carlisle los sujeto a ambos justo a tiempo.- ¡REM!

El licántropo se levantó viendo como su ahora denominado alfa le llamaba, corrió nuevamente intentando salir para ser empujado con más fuerza hacia dentro de la barrera.

-¡REMUS!-gritaron los dos niños

-¡SUELTAME!-Carlisle sintió que su cuerpo era aventado con gran fuerza, y ambos niños llegaron hasta la barrera

-No se atrevan a cruzar-dijo el líder de la manada, los dos infantes observaron a Ephraim y este camino hasta donde ellos se encontraban.- Esta barrera sirve para proteger a su hermano, dentro de ella nada puede lastimarlo y tampoco lo dejara salir. Deben entender que esto lo hacemos por la seguridad de todos y principalmente por la del joven Remus

-Pero está solo, encerrado como animal salvaje-susurro Daniela, el lobo se acercó a pocos centímetros-no es justo... ¿no existe alguna forma para que él no esté tan solo? ¿Algo que nos permita estar ahí con él?

-desafortunadamente no, aun si su mente no ha sido por completo tomada por el animal, una mordida accidental podría convertirlos a ustedes en licántropos

-¡El jamás nos lastimaría! ¡Es nuestro hermano! ¡Un Cullen!-los miembros de la tribu miraron al chico, los niños no comprendían por qué de esas miradas, como si el simple hecho de tener dicho apellido fuera malo.

Ephraim coloco ambas manos en las cabezas de los niños mágicos, todavía eran muy jóvenes para comprender el mundo en el que habían caído, más aun, los padres que tenían. Les faltaba conocimiento, y solo podían tratar de defenderse con lo poco que poseían.

-"¿Por qué? ¿Por qué nos mira de esa forma? Como si estuviera sintiendo lastima por nosotros..."- la niña podía sentir que los adultos los odiaban, su inocente mente trataba de hallar alguna explicación. Había visto cómo sus padres eran apenas tratados decentemente por esa extraña gente.

Solo Remus era tratado con cortesía, ¿era porque solo él podía transformarse en lobo?, guio su vista, su hermano estaba encerrado, caminando de un lado a otro, solo...

-"rem... no importa como... no importa nada... jamás te dejare por tu cuenta"-el lobo se acercó y se recostó cerca del borde de la barrera. Los niños se sentaron y observaron a su transformado hermano, era como si se estuvieran comunicando.

Esa noche los tres hermanos Cullen hicieron un juramento mágico sin ser conscientes de ello, sin saber que la tribu tenía planes para los niños.

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Desde entonces Daniela se aseguraba de mantenerlos unidos, Severus de mantenerlos a salvo y Remus de mantenerles los pies sobre la tierra.

Y es que los dos primeros niños eran muy imaginativos y solían ocúrraseles cosas asombrosas y descabelladas que terminaban en locuras, en unos de sus tantas travesuras terminaron calvos y usaron sombreros por un mes entero. Todavía no comprendían que había salido mal.

La sangre no une a la familiaWhere stories live. Discover now