Uno.

494 34 2
                                    

—Entonces...¿ya sabes qué vestido ponerte para esta noche?

Me encontraba sentada en la cafetería de la universidad con Taylor, mi mejor amiga. Era la mitad del segundo receso en ese largo día de clases.

Nos encontrábamos en una de las mesas del rincón, lejos de todos. No era porque fuéramos antisociales, en realidad éramos muy populares en la universidad, y eso es debido al apellido de Taylor, Hobbs. Su padre era uno de los empresarios más famosos de Inglaterra debido a que su empresa era una de las más importantes.

—En realidad aún no.— le contesté a Taylor mientras me llevaba una papa frita a la boca.

—¿Cómo que no sabes? La fiesta es esta noche y sabes que tenemos que estar fenomenales.— tomó un trago de su coca cola.

Esta noche era la fiesta de cumpleaños de Taylor, cumplía 21 años así que estuvo más de dos meses planeando su fiesta en el gran casino Ilusión, uno de los más costosos y elegantes que había en Londres.
Había decidido que su fiesta fuera elegante y lo más sofisticada posible, aunque yo le aconsejé que hiciera un desmadre total, porque bueno, no siempre se cumplen 21 años. Oficialmente ya era toda una adulta.

—Tengo un vestido azul en mente, lo vi en una tienda del centro hace un par de días, tal vez lo compre.— miré alrededor de la cafetería buscando a Roberto.

—Pues si quieres llévate un mantel de tu casa, de todas formas se te vería genial.— Taylor solía decir que sentía cierta envidia de mi cuerpo, ya que según ella todo me quedaba perfecto. Cosa que yo no sentía así.

—Cállate.—simplemente contesté.—¿Has visto a Roberto por algún lado?

Llevaba más de una hora buscando a Roberto por toda la universidad.
Él es un chico de mi clase con el que estaba tratando de tener algo. Lo conozco desde hace dos años, pero apenas estamos intentando una relación, aunque aún somos "amigos" (amigos que se besan). Era muy dulce y muy guapo. Era alto, con cabello castaño claro un poco largo y unos ojos color verde que hacían juego con su piel blanca .
Era muy atractivo. Y como cualquier chico atractivo de 20 años en una universidad privada, tenía muchas chicas detrás de él, incluyendo a Karen Smith.

—Sólo lo vi en las primeras horas, me lo topé en el pasillo pero ni siquiera me saludó, se veía muy apurado.— Taylor estaba concentrada en pelar la cáscara de su naranja con las uñas.

—¿No puedes simplemente pedir un cuchillo o pedir a las señoras de la barra que te la pelen?.— reí por la forma en cómo trataba de encajar su larga uña en algún espacio de la naranja, claro que sin mucho éxito.

—Oh claro.— me miró con una cara irónica y después llamó la atención de unos chicos raros que estaban en la mesa de a lado.—Oigan, frikis, ¿alguno de ustedes tiene por ahí un cuchillo? Es que mi amiga cree que cualquier estudiante carga un arma blanca consigo.

Los chicos nos miraron con una cara extraña y negaron con la cabeza. A decir verdad su ropa y su manera de actuar era tan extraña que llegué a pensar que incluso tendrían un cuchillo y hasta algo más.

—Cierra la boca, Taylor, van a pensar que estamos locas.— mi mirada de nuevo vagó por la cafetería y algo llamó mi atención, de hecho, la de muchos.

Desde la entrada principal a la cafetería apareció un chico, pero no parecía cualquier chico.
Era alto, hasta más que Roberto, su cabello era tan negro que incluso me pregunté si era color natural, era musculoso aunque no exagerado ni en exceso y su piel era morena cubierta de varios tatuajes al rededor de sus brazos. Llevaba puesto unos jeans negros y una simple playera blanca, combinado con unas botas negras de cordón.

ALEJANDRO | natasha salinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora