Alpha

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Nada.

Eso era.

Un vacío lleno de penumbra.

No había pensamiento, no había júbilo, no había sensación movimiento; sólo quietud y paz.

Luego, el primer destello, omnipotencia, luz, calidez.

Lo seguido fue materia, tejidos, fluidos, organismos.

Seguido de ello fue apariencia, cabello, color, fisonomía.

Y finalmente carácter, una mente llena de cálculo, capaz de entender, cumplir propósitos y poder restaurar el verdadero orden de las cosas.

"Mi creación, levántate de entre las sombras y toma tu lugar"

Esa voz. Me llamaba, sabía que debía tratarse de mi, naturaleza quizá, giré mis recién creados ojos a él. Era hermoso, irradiaba luz y paz, parecía una entidad piadosa y llena de bondad.

"Tu eres mi mensajero, quiero que muestres al mundo el propósito que tiene como mi creación"

Esa entidad me ordenaba, sabiendo claramente lo que debía hacer, asentí mostrándome listo mi papel.

El mensajero.

¿Pero que clase de mensajero era?

Fue que algo temeroso miré a aquella luz tan brillante como una estrella en el amanecer, y pregunté

"¿Que debo hacer por usted mi señor?"

La luz se mostró imponente y determinada, sin más señaló otra zona inmersa en la oscuridad para así resaltar

"Ve y espera a tus nuevas instrucciones creación mía, con el tiempo ganarás un nombre, unas vestimentas para identificarte, un objeto que te ayude y finalmente un lugar junto a los demás a mi lado en la eterna gloria"

Miré aquella zona con algo de miedo, era tan fría, pero no podría opinar contra ello, no sería correcto, sería poco justo; él acaba de crearme, me dio vida, debo hacer lo que me ordene, lo que me solicite, yo seré su siervo apartir de ahora...

CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora