Nombre

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-¿Que soy?

No lo sé.

-¿De dónde vengo?

De mi creador, pero no sé exactamente mi origen.

-¿Haré lo correcto?

Lo haré y ganaré mi nombre junto con mi identidad.

Ese día era peculiar, sabía que habría algo que lo llenaría con características especiales, un suceso que me haría cambiar todo. El momento se acercaba, ese día, se me daría mi primer mensaje a entregar, estaba emocionado; finalmente había llegado el momento de usar aquella alas que en un principio detestaba por el dolor que me habían causado.

Caminé en busca de mi creador, estaba dispuesto a hacer lo que se me ordenase; sin embargo, lo que encontré a la hora de verlo, no era nada lo que esperaba.

Frente a mi se encontraba una lanza que liberaba un calor infernal y oscuro; miré la misma con detenimiento y posteriormente postré  mis ojos ante mi creador para arrodillarme ante él.

"Eres uno de mis hijos, y como tal deberás cumplir una misión, como mi creación, te será encomendada una tarea la cual deberás realizar sin oposición alguna"

Mencionó con una voz imponente aquella figura de luz que me ordenaba desde su más grande gloria que lo postraba por encima de todas las cosas, y seres que habitaban la creación.

"Eso haré padre, obedeceré cada orden y cada tarea sin chistar o mostrar negación alguna"

Respondí con determinación en mi hablar mientras me acercaba a la lanza, la misma aun tenía un aspecto caliente y hirviente que quemaria las manos de quien la sostuviera.

"Toma la lanza. Desde ahora, tu eres Balberith, uno de mis ángeles, forjaras armamento para tus hermanos, y cumplirás mis órdenes a la hora de castigar al ser humano por su incredulidad ante la Fé"

Tan pronto como mi creador mencionó todas aquellas frases comprendí que clase de mensajero era yo, debía de seguir cada orden en mi propósito, sería un mensajero con puño de hierro en la existencia de mi señor. Admito que no era nada cercano a lo que imaginaba.

Finalmente tomé la lanza entre mis manos. En efecto, aún estaba caliente, pero era soportable; haría lo que fuese por complacer a mi señor, es así, que aceptando mi nueva identidad, mi arma y mi papel como un soldado entre las filas celestiales, me puse a prepararme para los primeros castigos que debía realizar en nombre de la ira de Dios.

Para eso existo.

Para eso fui creado...

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