seis

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Me sentía una perra, el día pintaba para sentirme una perra.

A ver, dejen ordeno mi cabeza con las miles de ideas qué tengo ahorita mismo. Me sentía cómo una mujer, una mujer qué acaba de tener contacto de una manera sexual con su mejor amigo, su crush de toda la vida. ¿Cómo me sentía? cómo una ganadora.
Ni siquiera sabía cómo había llegado a el centro comercial de mi ciudad. Había salido para tomar un poco de aire, y de pronto, sumida en mis propios pensamientos, sí; de esos qué incluían a Calum chupándome las tetas; llegué a el centro comercial y, sin saberlo, me encontraba en una tienda de ropa interior femenina buscando algo más sexy qué bragas con estampados de ositos ó de arcoíris.
Me sentía diferente, cómo si una nueva Marie hubiera nacido en mí, cómo si una versión sexualizada de mí saliera a flote. Sentía un calor entre mis piernas, uno qué solamente mi mejor amigo podía calmar, y me odiaba en cierta manera por eso. Nunca pensé que el clásico cliché de "te vas a enamorar de tu mejor amigo" fuera a sucederme a mí, A MÍ. A mí, que no creo en esas palabrerías.

No estoy acostumbrada a sentirme deseada por alguien, ni sentir qué puedo atraerle a un chico y muchísimo menos a alguien cómo Calum. Él es todo un fuckboy, bien dotado, bronceadito, unos ojitos lindos, tatuado y su pelito precioso qué provoca agarrarlo y atraerlo hacia mí, besarle, y no soltarle nunca más. Es difícil para mí, aceptar qué le gusto a alguien más aparte de Johan, qué fue un niño qué gustó de mí cuando teníamos 7, aunque me enteré qué coqueteaba con todas las niñas de mi curso, y no terminó muy bien.

Estaba nerviosa, nerviosa por qué me sentía con los huevos suficientes para decirle a Calum cómo me sentía después de todo, después de tantos años callándomelo. Qué estaba preparada para ir más allá con él, incluso de mandarle unas benditas nudes, y es por que yo quería, por qué a mí me nacía.

Habíamos quedado esta noche dónde mi casa a ver unas películas de los años 80'. Nos encantaba ver películas clásicas una vez por mes, y cada mes era una nueva década. 10', 20's, 30's, así sucesivamente. Sentía que era la ocasión perfecta por qué íbamos a ver Sid y Nancy, atracción fatal, entre otras y, en esas mismas, habían escenas sexuales ó qué insinúan qué las hay. Y yo, voy a aprovechar la situación de todas maneras.

Estaba pagando un conjunto de ropa interior roja con encaje, nada demasiado extra, lo suficiente para endurecerlo esta noche, cuando sentí qué mi teléfono vibró por un momento en el bolsillo de mi bolso.

–¿Me podría disculpar un momento?–le pregunté a la cajera de pelo rizado en frente mío, ella asintió con una sonrisa tan bonita qué me fue imposible no sonreír. Me aparté de la caja dónde ella se encontraba, y me dirigí a una zona de la tienda qué tenía sweaters en descuento. Tomé mi teléfono con ambas manos y le contesté a Calum sin dudarlo, bueno, sí lo dudé un poco. Tenía nervios, sentía un nudo en mi garganta qué me impedía formular palabras sin tartamudear.

–Marie, hola.–Calum empezó a hablar, su voz soñaba distante y seca. Estaba a punto de responderle el saludo, cuando me interrumpió cómo últimamente estuvo haciéndolo, sólo qué de una manera diferente esta vez.–No tengo mucho tiempo, hoy voy a ver a una chica nueva, se mudó recién a dos casas de la mía y la voy a llevar a pasear por ahí. Es más, estoy con ella ahora mismo.–carraspeó un poco y escuché una risa femenina, un poco a lo lejos. Cosa qué hizo qué mi estómago se volviera un nudo viviente. Tragué saliva aguantándome las lágrimas.–Quizá no pueda hablarte hasta mañana, tú sabes. Perdóname por faltar a nuestra noche de películas hoy, de verdad. Te lo recompensaré pronto.–suspiró, tomando aire.–Te quiero, hasta pronto, Marie.

Colgó.

Colgó y sentí lágrimas cayendo por mis cachetitos rojos de impotencia. La gente iba a empezar a mirarme raro, limpié mis lágrimas, sintiendo unas profundas ganas de desaparecer y me dirigí donde la chica de pelo rizado qué estaba esperándome con esa sonrisa tan bonita.

–Perdona, creo qué no lo voy a llevar.–le dije esbozando una sonrisa lo más amable posible, aún limpiándome las lágrimas qué, aún seguían cayendo inevitablemente por mi rostro color porcelana.

Ella me miró, de arriba a abajo, mordiéndose el labio ligeramente. Y esta vez, volví a sonrojarme, pero de la vergüenza.

–Perdona, no quería incomodarte.–dijo riéndose un poco.–Te me haces muy linda cómo para estar esperando algo de un chico qué no sabe lo qué quiere. Es lo menos qué merece una chica cómo tú, a tu nivel, podrías estar con quién quisieras. Ó al menos, así lo veo yo.–dijo tomando el conjunto con ambas manos y analizándolo un momento, agregó.–me llamo Sam, por cierto.–dijo tendiéndome la mano.–¿Te parece si no desperdiciamos este conjunto tan bonito, te lo compro y vamos a tomar algo después de mi trabajo, esta noche?–dijo, y por un momento sentí que sus ojos cafés me sonreían, mientras se mordía el piercing de arito qué, recién me daba cuenta qué tenía en el labio. Lo cual, hacía qué su sonrisa fuera muchísimo más atractiva de lo qué ya era.

Pensé en Calum, pensé en mis planes de hoy, pensé en la estúpida idea de qué quizá ya se había aburrido de mí. Qué ya tenía lo qué quería. Me sentí débil, pero al mismo tiempo decidida. ¿Por qué no jugármela?

–¿Sabes?–le pregunté después de 10 segundos pensando en su propuesta.–Sí, creo qué sí me parece bien.–sonreí, mostrándole los dientes, estaba harta de sentirme menospreciada. Hoy era mi noche.

Nudes ].[ calumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora